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lunes, 29 de junio de 2020

"DE BOCA Y PERONISTA" - Introducción de Antonio Cafiero - Reportaje a Fernando "Pato" Galmarini por Javier Garin -






 DE BOCA Y PERONISTA 
(PRIMERA PARTE)
 Reportaje a Fernando "Pato" Galmarini por Javier Garin -

El Pato (el de bigotes) cumple el sueño del pibe y juega para Boca en un amistoso.
.........................

A modo de introducción
"LA HISTORIA DEL PERONISMO NO SÓLO HAY QUE HACERLA, TAMBIÉN HAY QUE ESCRIBIRLA"

Palabras de Antonio Cafiero

 El presente prólogo fue escrito por Cafiero hace algunos años, después de leer los primeros esbozos de los recuerdos de Fernando "Pato" Galmarini. En la foto se los ve a ambos con la camiseta de Boca en un amistoso (el Pato en cuclillas).


         Creo que podemos afirmar, sin que se nos asigne una visión facciosa o parcial, que el peronismo, como el radicalismo, constituye una corriente histórica profunda de la política argentina. No ha sido, como en sus orígenes preveían algunos críticos, un fenómeno pasajero que se acabaría tan pronto fuera desalojado del poder y separado de su líder y creador. No: el peronismo sobrevivió en el llano, atravesó con dignidad, sacrificio, paciencia, resistencia y lucha el extenso desierto de la persecución y la proscripción, recuperó sus derechos; volvió al gobierno; fue nuevamente desplazado por la violencia; aprendió a perder elecciones y aprendió a recuperarse de esa novedosa experiencia; se renovó; volvió a ganar…, en fin, ya cuenta con varias décadas de vida y tiene, si Dios quiere y los peronistas ayudamos, mucha vida por delante.
         A lo largo de esta trayectoria, millones de peronistas han aportado a la experiencia y la historia del movimiento. Y quizás entendimos sesgadamente la intención de Perón, cuando nos decía que “mejor que decir es hacer”. “Decir” puede ser una forma del “hacer”. Perón mismo lo tenía claro, y su obra intelectual es una prueba de ello. La militancia, en tanto, ha estado tan ocupada en producir cosas que se descuidó un poco la reflexión y el registro de las experiencias.
         La historia del movimiento no sólo hay que hacerla: también hay que escribirla, para que nutra a las generaciones presentes y futuras. Como estoy convencido de esto, siempre les pido a los compañeros que cultiven la memoria, la registren y la publiquen.
         Hablamos mucho con el querido Pato Galmarini de este tema. Y como soy insistente, al menos con él he tenido éxito. En los recuerdos del Pato se cruzan su amor por el deporte y su compromiso con el país; podemos ver cómo vivían el naciente peronismo muchos pibes de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado; vemos pasar a jóvenes heroicos, a militantes sacrificados, a personajes entrañables como el cura Mugica y a tantos otros. Como no se trata de un libro de teorías abstrusas, sino una colección de recuerdos personales, el resultado es un pedacito de vida argentina.
         Yo espero que muchos otros sigan el ejemplo de Galmarini. La historia, al fin de cuentas, es (o debería ser) la resultante de todas las memorias.
ANTONIO CAFIERO.

1) "Al tronar de las bombas. La supresión de los Torneos Evita", 
por Fernando "Pato" Galmarini, reportaje y texto por Javier Garin.

                   Año 1955.  Es el dieciséis de junio al mediodía. Nadie sabe aún que ese día pasará a la historia como una fecha luctuosa, criminal. Aunque hace fresco y hay una esporádica llovizna, un grupo de chicos del barrio de Palermo se encuentran jugando un picado en la calle Arenales, entre lo que es hoy Scalabrini Ortiz y Malabia. “Era una calle empedrada, donde pasaba un auto por hora. Las calles estaban tomadas, entonces, por los pibes y la pelota. En vez de piquetes, había partidos de futbol. Jugábamos todo el día, ocupando la cuadra a nuestro antojo, haciendo los arcos con dos montoncitos de ropa de cada punta en la calzada; y cuando los vecinos protestaban por los gritos o por algún pelotazo en las persianas, el policía del barrio, familiarmente apodado “el vigi”, nos tocaba el silbato. Ese silbato se respetaba más que el de cualquier referí. El partido se cortaba, y nos trasladábamos para seguir jugando a la plaza que estaba en la esquina de mi casa, la Plaza Intendente Casares”, recuerda Fernando Galmarini, quien a la sazón tenía unos trece años de edad.
                   El “picado” era una maravillosa mezcla de clases sociales, hermanadas por el amor a la pelota: el hijo del doctor gambeteaba junto al hijo del portero, del albañil o del dueño de la bicicletería “El Indio”, lindera a la casa del Pato. Los chicos de una familia de clase media convivían en el picado con los hijos de laburantes del único conventillo de la cuadra. No había “grieta política” entre los pibes, pero de vez en cuando había algunas trompadas, producto de un gol inventado o de un penal no cobrado.
         De pronto, grandes y repetidos estruendos. Gente que empieza a correr. Los pibes hacen un alto sin comprender lo que sucede.
        -¡Vamos a mi terraza!, propone el Pato.
         Entran al edificio de Arenales 3859, en cuyo primer piso, departamento B, vivía la familia Galmarini, y suben corriendo los cinco restantes que los separan de la azotea, desde donde se divisa la ciudad.
          En todas las terrazas había gente mirando –recuerda el Pato-. Estábamos no muy lejos de Plaza de Mayo y no sabíamos que en ese mismo momento, allí, estaba muriendo gente por las bombas: trabajadores que habían concurrido en respaldo del gobierno, oficinistas, transeúntes circunstanciales, y hasta niños de un autobús escolar que tuvieron la desgracia de ser alcanzados por el criminal ataque. Se escuchaban las detonaciones y los ruidos de los aviones de la Marina de Guerra sublevados contra el presidente constitucional Juan Perón, a quien querían matar a cualquier costo, sin importarles las vidas de quienes se encontraban en las inmediaciones; y se veían las columnas de humo elevarse en el cielo. Años después, me enteré que también habían bombardeado otros lugares, como el cuartel de La Tablada y la residencia presidencial, el Palacio Álzaga Unzué, en Austria y Las Heras; y que una bomba había caído en Las Heras y Pueyrredón, y que hubo muertos allí también, no sólo en la Plaza de Mayo.
               Aunque ni el Pato ni sus amigos del picado lo supieran, ese día se empezaba a modificar el curso de la historia. Un grupo de militares y civiles opositores a Perón intentaba asesinarlo y derrocar su gobierno mediante el bombardeo y ametrallamiento aéreo, matando a más de trescientas personas e hiriendo a más de setecientas. La sociedad, tal como el Pato y sus amigos la habían conocido, no volvería a ser la misma. Faltaban pocos días para que Perón finalmente cayera bajo otro golpe de Estado, esta vez exitoso.
                        La época de oro del peronismo, de la “comunidad organizada” y la Justicia Social, que había empezado a delinearse a partir del 4 de junio de 1943 (1), que hizo eclosión el 17 de octubre de 1945 (2), que tuvo como hito la Constitución de 1949 (3), con los derechos laborales y sociales, el acceso de los trabajadores a todos los niveles de la educación, incluso universitaria, el voto femenino, el dominio estratégico de los recursos naturales y las fuentes de energía, la Independencia Económica, las grandes obras públicas, la política sanitaria dirigida por Ramón Carrillo, la acción social de la Fundación Eva Perón, los ferrocarriles nacionalizados, la flota mercante, la búsqueda de la unidad latinoamericana, y tantos otros logros, y en la que aquellos pibes de barrio -y todos los pibes del país- eran los “únicos privilegiados”, comenzaba a extinguirse. Venían otros tiempos. De proscripción y resistencia para el peronismo y de nostalgia para el piberío deportista.
              -¿Cómo se reflejaron estos cambios en la percepción sencilla de un niño de aquellos años?
               -Un ejemplo -responde el Pato-. Los Torneos Infantiles Evita, todo un símbolo de la política deportiva y social del peronismo, serían eliminados poco tiempo después. Aquellos torneos formaban parte de nuestra pequeña felicidad cotidiana. Ya de grandes comprobamos que estaban destinados a perdurar en la memoria de todos, como las conquistas de la justicia social. Pero en aquel momento sólo nos ganó la angustia y el presentimiento de que se estaba destruyendo un modo de vida, mediante un ataque artero e injusto. Lo que para los pibes de mi época fue una pérdida muy grande, no sólo deportiva, simbolizaba al mismo tiempo otras grandes pérdidas que la sociedad sufría en otros ámbitos, en el mundo del trabajo, en la economía, en todo. Aquello quiso ser el fin de la Comunidad Organizada y su reemplazo por el retorno a la vieja Argentina para pocos”.
                 


Los Torneos Evita marcaron a miles de niños enseñándoles el amor al deporte. El Pato es el tercero desde la izquierda de su equipo "Mundo Infantil".

            -¿Cuál era la importancia de esos torneos tan famosos?
           - Promovían el deporte, la contención, la formación moral. Eran mucho más que justas deportivas. En salud, por ejemplo, dicen los viejos peronistas que fue su ministro, Ramón Carrillo, quien intervino activamente en el armado de los Torneos Infantiles Evita. Estos torneos, en los cuales jugaron miles de pibes a partir de 1948 hasta el golpe de 1955, tenían como premisa y fundamento no solo el jugar, sino que era exigencia del Estado Nacional, y de los Estados provinciales, que todos los chicos que disputaran en ellos, fuesen sometidos a un chequeo médico, como parte del control sanitario y de la revolución de Carrillo en la salud de Argentina. El antiperonismo dijo después que en esos torneos adoctrinaban a los pibes. Nada que ver.  No había nadie adoctrinando a los pibes ni mucho menos. Sólo se les daba la oportunidad de jugar organizadamente, de competir con otros pibes del país…”
                - ¿Cómo fue que participaste?
               - Como miles de pibes. Yo era muy chico… Me di cuenta, años después, de lo que había significado para mí. Yo jugué mucho en la calle, en la esquina de mi casa. Y ahí, un día, nos reclutó un tipo, no recuerdo si a todos o a algunos, para jugar en el equipo “Mundo Infantil”, que era el nombre de una revista de aquellos años. Había una revista Mundo Infantil, otra Mundo Deportivo, otra Mundo Peronista, etc. Mi equipo era Mundo Infantil, y me acuerdo lo felices que éramos los pibes con jugar en esos torneos. ¡Basta ver la foto del equipo Mundo Infantil! … ¡Qué cosa tan linda!  En cada equipo te daban las camisetas, los pantalones, y las medias. Y todos lo íbamos a buscar a los locales de la Fundación Eva Perón, donde había miles de juegos de camisetas, miles de juegos de pelotas. Cada equipo se iba con su camiseta, para jugar los torneos en todo el país. Imaginate lo que habrá sido eso…  Yo he charlado de esto muchísimas veces en reuniones con amigos míos, muy amigos, como el Cabezón Sívori, que fue uno de los grandes jugadores argentinos y comenzó jugando en los torneos Evita en San Nicolás. Él era de allí.  O con el Toscano Rendo … Antonio Valentín Angelillo… Vicente de la Mata… Tipos de mi edad, que fueron jugadores excepcionales, que llegaron a primera e incluso fueron estrellas, no como yo, (risas) ¡y empezaron jugando en los torneos infantiles Evita! ¿Te das cuenta?
             “Esto ha quedado, aunque lo quisieron borrar. Es un sello del peronismo. Hoy todavía cuando se organizan torneos infantiles,siempre salta alguno que dice: “pongámosle Evita”. Incluso hace poco Tinelli me contó, en Showmatch, que él había jugado en la segunda versión de los torneos Evita que se hizo en los años setenta. Porque en el ’73, con la vuelta de Perón, se volvieron a hacer. Y luego nosotros en los noventa, tomando aquel modelo, hicimos los Torneos Juveniles Bonaerenses, y fuimos varias veces al programa de Tinelli, y él contó ahí que había participado en los Evita de los años setenta. ¡Y Diego Maradona jugó en estos torneos, con los Cebollitas, en el 74 o 75, cuando él ya estaba jugando en Argentinos Juniors! Pero los juegos infantiles Evita, los originales, comenzaron en 1948, patrocinados por la Fundación Eva Perón. Al principio fueron campeonatos infantiles de fútbol, pero después incluyeron otras disciplinas, atletismo, natación, básquet… ¡Ahora, imagínate el daño que habrá sido para los pibes desarticular aquello cuando cayó Perón!”
                -¿Qué significó que los eliminaran?
             -Ahí se empezó a notar lo que significaba la caída del peronismo hasta en los detalles más pequeños de la vida cotidiana. Porque la persecución a los deportistas peronistas fue indignante, pero tal vez no se percibía con claridad para el que no estaba en ese mundo. Pero en los torneos Evita estaban los pibes de todos los barrios de la República. Y al año siguiente del derrocamiento no hubo más torneos Evita, porque no se podía mencionar a Evita, estaba prohibido su nombre por decreto…
         - Si hubiera habido voluntad política de mantenerlos podrían haberlos rebautizado...
            -¡Es que ahí estaba el quid!  No los querían. O no le otorgaban al fomento del deporte la importancia que le dio Perón. O no les interesaba hacer felices a los pibes. O querían simplemente borrar todo lo que había caracterizado al peronismo. Aun cambiándoles el nombre, seguían siendo los torneos Evita. Eran un recuerdo del peronismo que había que eliminar. Fue una cosa de lo más perversa, porque no solamente hicieron lo que hicieron, fusilaron,  persiguieron, censuraron, proscribieron al peronismo, impidieron al pueblo votar, intervinieron el PJ, los gremios, la CGT, reprimieron huelgas, destrozaron todo, ¡sino que también a los pibes nos cagaron parte de nuestra alegría!...
               "Pero el tiro les salió por la culata -reflexiona el Pato-. A muchos de nosotros, pibes entonces, el deporte nos había comprado el corazón y los sueños. Unos años más tarde los chicos que habíamos visto de lejos ese criminal bombardeo comenzamos a entender los cuentos de los mayores y a  reclamar nuestro lugar en la pelea que estaban dando los mayores para que Argentina volviera a ser una patria con dignidad para su pueblo. Fue una paradoja de la historia, porque, contrariamente a lo que hubieran querido los enemigos de Perón, todo aquello tuvo como fruto la incorporación de nuevas generaciones a la lucha por el retorno, una lucha que comenzó la misma noche en que echaban a Perón. Quienes imaginaron que Perón tendría un destino similar a San Martín o a don Juan Manuel de Rosas, es decir, morir en el exilio, si antes no podían asesinarlo, calcularon mal. Esta vez, el pueblo peronista, conducido por su líder, volvería 17 años más tarde, y poco después sería por tercera vez presidente de la Nación."






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CONTINUARÁ...

Notas: [1] Fecha del golpe de Estado militar que derrocó al Presidente Ramón Castillo, puso fin a la denominada “Década Infame” gobernada mediante la corrupción y el fraude electoral, y elevó a la Presidencia sucesivamente a los generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell. El principal ideólogo y articulador de este movimiento fue el coronel Juan Perón, quien, primero desde el GOU y luego desde la Secretaría de Trabajo y Previsión logró articular a distintos sectores detrás de un proyecto común, promoviendo junto a los sindicatos un cambio legislativo y social que dignificó a los trabajadores urbanos y rurales y fue la base social que lo catapultó a la Presidencia en 1946.

[2] El 17 de octubre, una de las más grandes y significativas puebladas de la historia argentina, es considerado unánimemente como la verdadera fundación política del peronismo, a partir de la movilización de los trabajadores a Plaza de Mayo para reclamar la liberación del coronel Perón, destituido de su cargo y preso en la Isla Martín García. Es también considerada como la expresión pública de la alianza de Perón con los trabajadores, a quienes reconoció como “la columna vertebral” de su movimiento.

[3] La Constitución de 1949, o constitución peronista, fue una reforma constitucional extraordinaria que promovió el primer gobierno de Perón y que tuvo en el jurista Arturo Sampay  a uno de sus principales ideólogos. Fue un ejemplo del denominado “constitucionalismo social”, caracterizado por incluir en las cartas constitucionales los derechos sociales, como complemento de los derechos individuales del constitucionalismo clásico: típica expresión normativa de la concepción peronista de la Justicia Social, con un Estado activamente presente para corregir las desigualdades y proteger a los más vulnerables. Fue derogada mediante bando militar tras el derrocamiento de Perón y nunca pudo ser restablecida. 

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