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miércoles, 2 de septiembre de 2020

FINES DE LOS SESENTA: ENTRE DESCAMISADOS, FIERROS Y PELOTAS DE FUTBOL, por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista de Javier Garin.


por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista por Javier Garin.



                       

               Cuando se le pregunta al Pato sobre el sentido y el valor de las organizaciones armadas en aquellos años previos al regreso definitivo de Perón, reflexiona durante un momento y luego responde:

                -Lo primero que  debemos concluir es que fueron una etapa inevitable, producto de la situación de represión política y social que se vivía en el país. Yo creo que las “organizaciones armadas”, primero provienen, en alguna medida, de lo que había hecho anteriormente el peronismo, y en segundo término de todo ese movimiento mundial de que ya hablamos, de la revolución cubana, de los movimientos de liberación nacional de África y de América Latina, de las modificaciones del Concilio Vaticano en la Iglesia Católica, y lo que significaron en países como el nuestro, profundamente católico, los obispos y curas del Tercer Mundo en América Latina ... ¡que no fueron pocos, eh!... Me acuerdo de haber leído de Norberto Habbeger, que era periodista y uno de los fundadores de Descamisados, un libro suyo que me obsequió, y luego perdí, "Camilo Torres, el cura guerrillero": el cura colombiano[1] que fue uno de los tipos que agarró las armas, posterior a que lo mataran  en la Colombia del año 48 a ese gran líder popular, Jorge Eliecer Gaitán[2], que tenía puntos de contacto con Perón. Y así como este cura, hubo en todas las iglesias de América Latina tipos similares. A todo eso sumemos la incorporación a la política revolucionaria de nuevas generaciones provenientes de distintos sectores sociales. Hubo una expansión política fenomenal, sobre todo bajo la dictadura de Onganía. Pero esto ya se venía dando desde antes. Y las organizaciones armadas son producto de todas estas variables, juntas, mezcladas. Pero, si yo me acuerdo, digamos de lo que viví, que fue fundamentalmente el grupo conocido como Descamisados[3], que abrevaba en la Democracia Cristiana, no es que solamente estábamos tipos de clase media, ¡macanas! Yo te puedo contar de parvas de compañeros que fueron de los primeros tipos que se incorporaron a los Descamisados, antes de que esta orga se sumara a Montoneros, y no eran pocos los laburantes e hijos de laburantes. Ojo con ese mito de que las organizaciones armadas eran solo de clase media alta. Y como en esta, en otras organizaciones, se iba dando un agrupamiento. Porque al peronismo,  a la vuelta de Perón, le faltaba todavía una vuelta de tuerca para derrotar a las dictaduras militares. Yo no sé si solamente la lucha sindical o la lucha del conjunto del movimiento alcanzaban. Y ahí es donde estas organizaciones aparecían como una herramienta. En aquellos años,  a mí me pareció que este fenómeno le dio a Perón la posibilidad de decir: "A ver, muchachos, vengan para acá, rebélense!". Las introduce dentro de su dispositivo de conducción y su estrategia general. Después se les fue de las manos, se hizo incontrolable.

                        Pero esto de la dificultad de controlar el peronismo es algo que viene desde los comienzos. El movimiento fue siempre informe, con esa diversidad de lo popular ya desde sus mismos orígenes. No me entra en el balero cómo hizo Perón para ganar la elección en 1946, con muy poco tiempo de organización.  Los mismos tipos que hicieron el 17 de octubre, que arrancaban de Tigre, o de Lomas de Zamora, o de Avellaneda o Ensenada, caminando porque no tenían ni para el bondi, ese “subsuelo de la Patria sublevada” como dijo Scalabrini Ortíz, cuatro meses después ganaron una elección. No sé cómo. Porque el sindicalismo peronista recién se había iniciado, y no había partido organizado. Porque una cosa es la bronca y las ganas de cambiar  y otra es la organización indispensable para materializarlo en las urnas, donde tres años antes te decían: “Usted ya votó”, cuando no habías votado. Digamos, gente sin instrucción, en apariencia sin mucha organización, y de repente estaban manejando y ganando una elección popular en 1946. Es cierto que Perón había sumado dirigentes experimentados con una larga historia en el radicalismo, en el socialismo, etc. Pero así y todo, había que organizar aquello que era nuevo… Esto yo lo escuché de muchísimos compañeros viejos… Nadie sabía cómo se hizo. Juancito Molina, viejos amigos que ya han muerto, que fueron a votar en esa jornada gloriosa, cada uno te cuenta una cosa distinta.

             - ¿Juancito Molina es uno de los que están en la foto famosa del 17 de octubre, con las patas en la fuente?.

            - ¡Sí, sí! (Risas). Lo jodían, le decían “vos pusiste las patas ahí, para lavarte, hijo de puta” (Más risas). Y Juan decía: “Claro, si yo no tenía agua en casa” (Más risas). Juan, Cuellito… ¡Qué se yo! El peronismo fue así. Las grandes cosas populares. A uno le cuesta, años después, entender cómo se hizo esa epopeya. Y de esa manera extraña, colectiva, imparable, funcionó también la resistencia peronista, y se fueron articulando, o no, las organizaciones armadas. Por eso decía que esto ni la KGB y la Cia sumadas lo hubieran podido encuadrar.

              -Pero volvamos a tu vida en los sesenta y setenta.

              -Sí. Al mismo tiempo que me involucraba más y más en política –dice el Pato-, empecé a estar de novio con quien fue mi primera mujer. Ya conté cómo nos casó Carlos Mugica después de un noviazgo corto. Ella, como yo, y como tantos jóvenes de entonces, se sintió convocada por el compromiso social. Así como yo me había ido por Mugica a Fortín Olmos, ella viajó con otros compañeros a los Valles Calchaquíes, con la misma motivación. Noviazgo y matrimonio venían combinados con ese compromiso, con esa militancia. La militancia era nuestra vida.

         -¿Y cómo combinabas esa militancia con el futbol?

         -Eran vidas paralelas.  Lo que a mí siempre me dio más paz, me puso más los pies sobre la tierra, fue el futbol, el deporte… Yo seguía mi carrera deportiva en los clubes. En el fútbol me decían: “¿Pero vos estás loco? ¿Qué estás haciendo?”. Me cargaban en el ’71 cuando empecé a jugar en Acassuso y andaba clandestino, escondiéndome: “¿Vos sos medio pelotudo? ¿A qué te dedicás? El otro día teníamos que jugar contra Defensores de Belgrano, y nos cagaste, no apareciste…”

            -¿Quién te reclamaba?

             -¡Los compañeros de fútbol! Si hoy todavía los veo, y me dicen: “Vos eras un loco de mierda”. La política tampoco se entendía mucho cuando no militabas. La política había arrasado con todo, había llevado a todo lo otro contra un rincón. Era un vendaval. La JP brotaba de la mañana a la noche, y movía miles y miles; la juventud sindical movía menos, pero también movía. La juventud peronista eran grupos que vos no sabías ni a quién pertenecían, estaban más o menos encuadrados algunos, y otros eran pendejos de familias peronistas, y muchos que se fueron haciendo peronistas. Es muy difícil. Cuando uno lee las cosas escritas parece mucho más fácil de entender de lo que en realidad fue en ese momento. Después, el sindicalismo tuvo mucho que ver.

            -¿Cómo es eso? Porque siempre se pone esquemáticamente de un lado la JP y del otro el sindicalismo. Contá del sindicalismo y su influencia.

           - Yo me acuerdo de haber conocido, en aquella época, en la primera resistencia, a dirigentes gremiales, que además estuvieron también en las organizaciones armadas. No es que las organizaciones armadas estuvieran totalmente despegadas del movimiento obrero, porque había compañeros de esa extracción. Yo me puedo referir con más precisión a la orga que conocí, que es a la que pertenecí muy de entrada, Descamisados, donde estaban los tres que fueron los iniciadores: Oscar de Gregorio, Horacio Mendizábal, y Norberto Habbeger.

               - ¿En qué época fue eso?

               -Y, nos empezamos a conocer en el año 1967. A éstos tres compañeros, yo los veía con frecuencia en lo de Julio Barbaro, porque ahí morfábamos, ellos, nuestras novias, o las que eran nuestras mujeres entonces… Ahí charlábamos. Asimismo estaba el negro Sicardi, que era un pibe, que fue también de los iniciadores, que después se recibió de contador, pero no era de clase media, sino de condición más popular. Cristina Ruiz, la mujer de él, era también una piba de clase humilde. Estaba Fernando Saavedra, y su novia, ese sí era un tipo patricio.

               -¿Pero cómo se empezaron a conocer?

              -Los fundadores de Descamisados venían los tres de la Democracia Cristiana.  Y Julio también, claro, y era además un importante militante estudiantil. Yo me acuerdo perfecto de la casa de Julio, porque vivía a dos cuadras de la Federación de Box, por Castro Barros. Me acuerdo de su padre, que era colchonero… Lo conocí al viejo, a la madre… Morfábamos ahí con Julio. Y después a Julio, cuando empezamos a tabicarnos, por células, lo dejé de ver por mucho tiempo.

             - ¿Y cómo decidieron formar el grupo?

            - Porque muchos compañeros cristianos ya venían muy embalados con todo el tema este de la opción por los pobres y las orgas armadas… Norberto Habbeger lo había conocido al cura guerrillero, a Camilo, del que escribió ese libro que mencioné.  Entonces, imagínate el quilombo de mi cabeza… ¡Entre el fútbol, y eso, yo qué sé!…

           - Pero vos dijiste, hace un ratito, que lo que te salvó fue el fútbol; que no te hiciste tan intelectual; que te puso los pies sobre la tierra.

          -Sí. Pero estaba muy metido en esta orga, como nos enganchábamos todos, porque todo hacía que vos te emblocaras y te solidificaras en esos grupos. Yo estuve muy firme ahí.

            -¿Estaba Dardo Cabo, también?

             -Sí. Pero yo no lo conocí ahí. Lo conocía, pero no sabía que estaba. No siempre sabíamos qué otros compañeros estaban en la orga. ¡Un compañerazo! Un cuadro de acción que venía del nacionalismo y de la relación fuerte con los sindicatos: había estado en el desvío de un avión a las Islas Malvinas. Él ya estaba en la dirección de Descamisados cuando nuestra organización, tiempo después de la Operación Aramburu, se incorpora a los Montoneros. Y el padre, Armando, fue un dirigente gremial de mucho peso, de los metalúrgicos, que llegó a disputar una interna con Lorenzo Miguel. También hubo cierto mito alrededor de Dardo Cabo porque algunos lo sindicaban como el tipo que mató a Vandor: decían que fue unos de los que entraron en la UOM de Cangallo, que lo dejaron entrar porque lo conocieron, porque lo conocían a su viejo; que él fue el que subió y participó de la muerte de Vandor. Esta era la bola que se corría,  pero después nunca se comprobó.

            - ¿Y qué era Descamisados, en ese momento?

             - Y, antes de llamarse Descamisados, éramos unos “colifas” de la militancia, que debatíamos y hacíamos actividades militantes todo el tiempo. Delirábamos con formar una organización revolucionaria, que fuera más allá de distribuir volantes o hacer actos relámpago; creíamos en el “hombre nuevo”; nos influyó mucho el clima de época de la revolución cubana, el mayo francés, etc.. Veíamos cambios en el movimiento obrero: se fortalecían tendencias combativas; se empezaba a hablar de Raimundo Ongaro[4], el jefe de los gráficos; a su alrededor se congregaba el gremialismo peronista “duro”, la CGT de los Argentinos, en la sede de los gráficos, en Avenida Paseo Colón. Mis amigos y yo andábamos por allí, nos encontrábamos con compañeros que andaban en la misma búsqueda. No había posibilidad de no ir. Era como ir a tomar un café a la esquina de tu barrio. Iban todos ahí.

             - ¿A Raymundo Ongaro lo conociste?

            - Sí, un cuadrazo, pero no recuerdo si en esa época lo traté. A Julio Guillan[5] lo conocí mucho, porque después lo vi, a la vuelta de los años, en otros lados. Dante Oberlín, que fue un dirigente gráfico santafesino, fue mi amigo del alma, que murió hace un tiempo. Hugo Anzorregui, que fue de la SIDE con Menem, era el abogado de varios sindicatos; él también jugaba al fútbol con el cura Mugica. Su padre había sido presidente de la Suprema Corte bonaerense, con Perón, en la primera presidencia. Era de una familia cajetilla, de las que pudo haber enganchado Perón. Y, como ya conté, yo andaba repartiendo los diarios de la CGT de los Argentinos aprovechando los partidos. Por ahí tengo una nota periodística que hicieron años atrás en Pergamino recordando la anécdota. Ahí, dicen, que yo jugaba bien en Douglas High, pero les rompía las pelotas con esos diarios, y habrán dicho: “A estos no los traemos más ¡Qué carajo nos importa la Revolución en Pergamino!” Y nunca más (risas).

               -¿Cómo es que todo este movimiento se hace masivo?

              -Lo que hay que pensar es que se habían roto los diques. Había un dique, que era la Iglesia, y con el Concilio Vaticano II se rompe la Iglesia tradicional, y los pibes que iban a la Acción Católica… El dique Partido Comunista era otro, que con el Mayo Francés se termina, y surge la nueva izquierda… Toda esa gente suelta, se mezcla con Perón. Más el sindicalismo… Lo que unifica toda esa diversidad es la conduccion de Perón. Esto pasaba en todos lados, porque no es solo que en Argentina hubo gente que de la Iglesia y lo social pasó a la política, sino en todo el continente. No es solo que se rompe el Partido Comunista en Argentina, se rompe en el mundo, y empiezan a aparecer corrientes de izquierda alternativa. ¿Qué hace Perón? Perón encarrila todo eso, y lo liga a su propia historia, y a los trabajadores y el sindicalismo. Entonces, se genera un proceso muy masivo. Lo de los ’70 fue muy masivo. En apariencia inorgánico, para los cánones tradicionales de lo orgánico, pero Perón lo dirigía. Se rompe la Democracia Cristiana; se rompe el Ejército, y empiezan a aparecer los milicos nacionales. ¡Es decir, venía de todos lados la cosa! Venían tipos muy diversos, hasta contradictorios. De allí que hubiera también enfrentamientos muy fuertes por la gran diversidad de opiniones, orígenes, etc.

            -¿Hubo algún momento en el que dijeron “A partir de hoy somos el grupo Descamisados, nos vamos a organizar de la siguiente manera, cada uno tiene tal tarea…”?

                -Sí, si, por supuesto- dice el Pato-. Como te decía, queríamos pasar a otro tipo de lucha que nosotros creíamos en ese momento más decisiva frente a la asfixia política que vivía el país. Vos pensá que no había democracia, que el principal dirigente popular estaba exiliado, que el principal movimiento político estaba proscripto, y, ¿cómo se salía de eso? No se sabía. Pero creíamos que había que hacer algo. En el país ya había habido expresiones guerrilleras, tanto marxistas como peronistas. Por supuesto, habían existido los uturuncos[6], un grupo de pioneros que armó la primera guerrilla peronista a fines de los años cincuenta en tiempos de la Resistencia; una década más tarde, otro grupo de compañeros intentó desarrollar un foco en Tucumán, en Taco Ralo[7]. En Salta, un poco antes, un grupo activado directamente desde Cuba pero integrado por muchachos de Buenos Aires (la mayoría disidentes del Partido Comunista), había formado el llamado Ejército Guerrillero del Pueblo[8],  que concluyó desbaratado y con la mayoría de sus miembros presos. Y durante el gobierno de Arturo Illia un sector proveniente del nacionalismo, el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara, liderado por Joe Baxter[9], había iniciado una breve experiencia de insurgencia urbana que incluyó una “expropiación”, es decir, un choreo: el famoso golpe sobre el Policlínico Bancario[10] de la avenida Gaona, en Buenos Aires. Estábamos rodeados por toda esa atmósfera. Leíamos bastante, discutíamos mucho entre nosotros y con amigos que compartían a grandes rasgos nuestras inquietudes. También se estaban formando otros grupos como los “demetrios”[11], o como “Guardia de Hierro”, que dirigía el gallego Alvarez[12].

                    “Sea como fuere -dice el Pato-, nuestro grupo seguía pensando en pelear por ese retorno del General. Practicábamos tiro al blanco en descampados bonaerenses. Habremos sido treinta locos de la guerra. ¡Imaginate! ¡Yo era instructor de tiro! En mi puta vida había tirado, pero se suponía que yo debía saber tirar porque paraba bien la pelota ¿viste?... (Risas)

               -Claro. Tenías buena coordinación física como deportista.

               - Y sí, al lado de los gordos, yo era Gardel. Había guerrilleros gordos, como los canas gordos, que no podían ni correr. (Risas) Yo estaba entrenado, por el futbol, entonces parecía Cisco Kid. (risas) ¡Claro! Era así.

              - Y por eso ya eras el instructor…

              -Imaginate qué colifas que estábamos. Una instruida mía fue la mujer de de Norberto Habbeger, con la que hice mi primera operación militar, que mejor no te cuento lo que fue. Ella era rellenita, y  si nos veía un cana, y teníamos que correr diez metros, la agarraban de las pestañas… (Risas). Una mina bárbara, ojo. Pero era todo así. Y nosotros creíamos que éramos muy organizados. ¡La Argentina estaba loca, el mundo estaba loco, y nosotros también!

                   “Después, poco a poco, empezamos a imponernos una disciplina más rígida. Cuando nos hicimos una orga un poco más seria, vivíamos colectivamente, de a grupos, en viviendas asignadas con criterio organizativo. Hacíamos un pozo común con los ingresos y los administrábamos y distribuíamos con pautas decididas colectivamente. Nuestras familias no debían conocer nuestros domicilios. Mi primera mujer y yo vivíamos, por ejemplo, con otra pareja, Tate y Tojo,  en una casa en la calle Monroe 4140, cerca del Hospital Pirovano. Yo trabajaba en Kasdorf y Tojo estudiaba derecho y dedicaba buena parte de su tiempo a la militancia. Vivíamos los cuatro ahí. Ni unos ni otros teníamos pendejos, pero nuestros primeros hijos nacieron por esas épocas. Y de esa casa me acuerdo porque en ella recibíamos visitas de conspiradores militantes, con los que analizábamos cómo impulsar la organización popular, y también la de deportistas, aportados principalmente por mí. Recuerdo la presencia de Huguito Pezzi, que había jugado en Boca, donde fue campeón, y que ese año jugaba en Comunicaciones. También la de Juancito Tamburrino, que había jugado en Argentinos Juniors, y la de Horacio Rognoni, un marcador de punta duro, gran jugador de hockey y padre de una de “Las Leonas”. Y vos fijate qué loco: mi quilombo era que, cuando pasamos a ser una organización militar, los jefes lógicamente me decían: “Vos no podés jugar al fútbol”. Y yo los mandaba a la concha de su hermana. No entendía mucho eso. Me decían: “Vos no podés jugar al fútbol”, y ¡claro!, yo no jugaba ni en Boca, ni en River, jugaba en primera B, pero igual no quería largar ni loco. (Risas).

               -¿Puedo preguntarte algunos detalles de la vida cotidiana en la juventud vinculada a las organizaciones? Algunos me han hablado, por ejemplo, de moralismo. ¿Existió eso?

                -Siii. En algunas organizaciones te controlaban. Si te mandabas macanas en tu vida privada, te le tirabas a alguna compañera casada o algo así, ¡te aplicaban la castración! (risas).  Hablando en serio. Cierto puritanismo existía. Eso tenía que ver, no sólo con el compromiso absorbente con la política sino también, pienso yo, con todos los curas que rondaban. No era una pelotudez. Había todos esos curas cercanos a las organizaciones que influían mucho sobre nosotros. Mucho más en Capital Federal que en el Conurbano…. ¡Acá en el Conurbano, los muchachos se culeaban todo! (Risas). Era muy extraño el menjunje que se armaba entre dos mundos sociales distintos, a través de la militancia. Minas que venían de Filosofía y Letras a militar en la villa, con toda una visión idealizada del villero, y volvían orgullosas porque “esta noche me culeó un compañero de la villa”. (Risas). Pero tambien tenía que ver con el origen de las organizaciones. La nuestra era más moralista porque veníamos del cristianismo. Otro tema que se vincula a nuestro origen como organización era el “no matar”.

                -Explicate.

                -Los Desca, originariamente, rompíamos las pelotas con "no matar", cosa que en la guerrilla puede parecer un contrasentido, pero que a nosotros nos parecía lógica porque lo que buscábamos era dar un testimonio. Nos entrenábamos mucho para que los operativos no tuvieran víctimas. Sobre eso se hizo mucho hincapié en los Descamisados. Cuando nos unimos a los Monto fue todo más enquilombado; porque ya era más enquilombado el momento, también, y había avanzado mucho la violencia. En determinado momento la cosa se puso demasiado pesada y hasta tuvimos que rajarnos.

                    -¿Por qué estuviste rajado?

                    -Mi primera mujer y yo nos fuimos a vivir con otros dos compañeros, otra pareja, Ricardo Dios, y la “Petisa” Norma, su mujer, que vivían por Villa Urquiza… A él años más tarde lo asesinaron en la represión. ¡Un pibe fenómeno! Y nuestros compañeros anteriores, Tate y Tojo, se  mudaron a Olivos, y quedaron en la mira de la cana por una persona con la que compartían la casa, que se mandó una macana. Y la policía los fue a buscar a ellos de rebote. Ya había nacido Bernardita, mi hija mayor, y ellos tenían ya a su hijo Tomás… Y fijate lo que son las cosas: cae la cana a buscarlos  en Olivos, donde vivían, la detienen a Tate y a su hijo Tomasito, que tendría uno o dos años, y Tojo se raja. Habíamos comprado una camioneta para que Tojo (que años más tarde se recibió de abogado estando en cana), manejara e hiciera de fletero. Habíamos puesto la camioneta a nombre suyo y mío, entonces cuando los fueron a buscar a ellos aparecieron los papeles de la camioneta, y me fueron a buscar a mí también, y pasé a ser otro sospechoso. Fue así que con mi primera mujer nos tuvimos que rajar. Había que actuar rápido, dejar la casa, buscar otro lugar. Empezó mi etapa de clandestinidad. Recuerdo dónde pasamos la primera noche: en un hotel alojamiento, en Puente Saavedra. Después todo fue peregrinaje entre domicilios de compañeros. Eso fue en el ’71, 72..



[1] Jorge Camilo Torres Restrepo (1929-1966), fue un sacerdote católico colombiano y una de las cabezas de la Teología de la Liberación. Promotor del diálogo del catolicismo y el marxismo, fue cofundador de la primera cátedra de Sociología de Latinoamérica en la Universidad Nacional de Colombia. Pasó a ser conocido como “el cura guerrillero” a partir de su militancia en el Ejército Nacional de Liberación.  Murió el 15 de febrero de 1966 en el combate de Patio Cemento, contra el Ejército colombiano. Su cadáver fue ocultado en lugar secreto.

 

[2] Jorge Eliecer Gaitán Ayala ( 1903-1948) fue un notable intelectual y político colombiano, que ejerció varios cargos de importancia y destacó como orador popular de tendencia izquierdista y como jefe del Partido Liberal. Precandidato a la presidencia de Colombia, fue asesinado para detener su acceso al poder, desatando una ola de protestas masivas conocidas como “Bogotazo” e iniciándose un período de fuertes convulsiones y violencia. Dos ex agentes de la CIA han reconocido la intervención de la agencia norteamericana en el asesinato del líder colombiano.

[3] Descamisados fue una organización armada proveniente de la fusión de diversos grupos del nacionalismo católico y la democracia cristiana y del peronismo, y de la experiencia de trabajo en villas y fábricas, creada hacia 1968, y fusionada con Montoneros en 1972. Entre sus fundadores figuraban  el abogado laboralista Horacio Mendizábal, vinculado entonces a la CGT de los Argentinos,  el periodista  Norberto Armando Habegger, el militante Oscar de Gregori (1941-1978),  y   otros jóvenes. Aunque se menciona como una acción de esta organización el asesinato del dirigente metalúrgico Augusto Timoteo  Vandor, supuestamente ejecutado por Dardo Cabo, la autoría de esta acción no es para nada clara, y mucho menos que la organización Descamisados hubiera estado detrás de la misma. Mendizabal, incorporado a Montoneros, muere en 1979 durante la Contraofensiva, luego de un enfrentamiento con el Ejército. Habberger fue secuestrado en Brasil el mismo año permaneciendo desaparecido. De Gregorio fue secuestrado y asesinado en la ESMA.

 

 

[4] Raimundo José Ongaro​ (1925- 2016) fue el más destacado y representativo dirigente del ala revolucionaria del sindicalismo peronista. Fue durante muchos años secretario general del gremio de los gráficos, y en 1968, durante la dictadura de Onganía, fundó la “CGT de los Argentinos”, que se haría célebre por sus posiciones de enfrentamiento a la dictadura militar y de apoyo a los levantamientos populares como el Cordobazo. Encarcelado junto a Agustín Tosco y Elpidio Torres, a su salida de prisión organizó el Peronismo de Base, y tiempo más tarde participó en 1974 en el lanzamiento de  la Coordinadora de Gremios, Comisiones Internas y Fábricas en Conflicto. En 1975 fue nuevamente encarcelado , y luego se exilió fuera del país hasta el regreso de la democracia. A partir de  1989 apoyó a Carlos Menem.

 

[5] Julio Isabelino Guillán, dirigente telefónico proveniente de los Talleres Ciudadela, militó en la CGT de los Argentinos junto a Ongaro. Estuvo siete años preso durante la dictadura militar. Tras su liberación retomó la actividad política desde el sindicalismo combativo. Fue dirigente nacional de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOETRA). Tras su paso por la renovación peronista, en 1987 se unió al Grupo de los 15, cercano al alfonsinismo. En 1989 apoyó a Menem y la privatización de Entel, despertando fuertes críticas de los defensores de la empresa estatal. Falleció en 1997.

 

 

[6] A partir de 1959 un grupo de miltiantes de la resistencia peronista del NOA intentan organizarse como guerrilla rural en la selva tucumana, en el departamento de Chicligasta, bajo la denominación Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación, aunque se los conoció popularmente como “uturuncos”. Se los considera unánimemente la primera experiencia guerrillera del siglo XX en Argentina.

 

[7]Taco Ralo fue la acción que presentó en sociedad a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), organización armada creada en 1968 y liderada por Envar “Cacho” El Kadri. El 17 de septiembre de ese año las FAP instalaron un campamento integrado por 14 guerrilleros en la localidad de Taco Ralo, provincia de Tucumán, para realizar entrenamiento militar. El 19 de septiembre el grupo fue sorprendido y detenido por la Policía.

 

[8] El Ejército Guerrillero del Pueblo fue la primera experiencia foquista, de inspiración nítidamente guevarista, en el país, que intentó fallidamente hacer pie entre 1963 y 1964, en la selva de Orán, en la provincia de Salta. Dirigida por el periodista argentino Jorge Masetti en calidad de “comandante segundo” (el comandante primero era el propio Che Guevara desde el extranjero) e integrada por unos 30 guerrilleros, mayoritariamente argentinos, pero también con algunos veteranos cubanos, resultó un fracaso completo que pareció preanunciar la experiencia fallida del Che en Bolivia tiempo después. Al serle imposible sostenerse, fue derrotado por la Gendarmería sin mayores dificultades. Masetti desapareció en la selva.

 

[9] José Luis “Joe” Baxter ( 1940 - 1973) fue un pionero de la guerrilla argentina, de ascendencia irlandesa y uno de los fundadores, en 1957, del Movimiento Nacionalista Tacuara. Originalmente profesó el nazismo y el antisemitismo; viró más tarde hacia el catolicismo nacionalista, y adquirió paulatinamente creciente simpatía con el peronismo. El 1962 se separa del tracuara original y funda con otros el MNRT (Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara), filoperonista. Entre las acciones de esta nueva agrupación destaca el asalto al policlínico Bancario. Conoció a Perón en Madrid durante un periplo por Europa. Combatió en Vietnam contra los norteamericanos, siendo condecorado por Ho Chi Min. Asimismo participó de los Tupamaros en Uruguay. Recibió instrucción militar en China y en Cuba. A partir de 1968 vira hacia la izquierda marxista, conoce a Roberto Mario Santucho y se integra al ERP. Muere en un accidente de avión en Francia en 1973.

[10] 29 de agosto de 1963.

 

[11] El Encuadramiento de Juventud Peronista (los “demetrios”) fue una importante agrupación militante de las juventudes políticas. Dice sobre ellos un reciente estudio: “Los “Demetrios” definían su accionar dentro de lo que llamaban la “lealtad objetiva y doctrinaria” al general Perón, lo que nos permite ubicarlos dentro del peronismo “ortodoxo”, en una trayectoria semejante a la de Guardia de Hierro. No obstante, sus orígenes y ciertas formulaciones teórico-políticas los hicieron recibir motes tan disímiles que, en la jerga militante, iban desde el de “troskos” al de “hitlerianos” (Denaday, Juan Pedro, “ “Los “demetrios”: ¿troskistas, peronistas, nazis?” www.uel.br/ revistas/uel/index.php/antiteses/article/viewFile/14350/12806).

 

[12] “Guardia de hierro” fue una organización política peronista, de enorme influencia en la formación de cuadros, fundada por Alejandro “el gallego” Alvarez durante la Resistencia peronista, que defendió la conducción del General Perón y el trabajo militante en los barrios populares y se opuso a las posturas militaristas del Montoneros y el ERP. Entre sus cuadros o afines más relevantes se suele mencionar al jesuita Jorge Bergoglio, electo Papa en 13 de marzo de 2013.

 



viernes, 5 de junio de 2020

TACO RALO LA GUERRILLA PERONISTA QUE PARIÓ LOS SETENTA, por Aldo Duzdevich

Por Aldo Duzdevich



Testimonio inédito de su jefe militar Nestor Verdinelli.
Cuando nos descubren, nos tiramos al suelo. Era noche todavía, y el bosque  era de arbustos bajos. Yo saco el 38, y lo amartillo para disparar. Veo un cana  a dos o tres metros. Apunto -imposible errar- aprieto el gatillo....sólo un clic sin nada....una ramita  se interpuso entre el martillo y la bala. Al escuchar el clic, el cana se me vino encima y me cagó a culatazos con su fusil. Mi arma era una Parabellum 9 mm., pero ese día la cambie por un 38 largo. Si hubiera tenido la pistola habría matado a ese policía....pero  duda nos hubieran masacrado. Eran algo así como 100 canas.” El relato pertenece a Nestor Verdinelli, jefe militar en Taco Ralo, quien hoy lo recuerda desde Gotemburgo Suecia. 

El 19 de septiembre de 1968 a las cinco treinta de la mañana, cuando volvían de una caminata de entrenamiento sin armamento, el “Destacamento 17 de Octubre de las Fuerzas Armadas Peronistas-FAP” fue sorprendido por un centenar de policías y detenidos sus trece integrantes.
Hoy “el pozo de los guerrilleros” como lo nombran los pobladores de la zona a unos veinte km del pueblo Taco Ralo en Tucuman, solo conserva una pequeña porción de monte rodeado de  lotes de soja. El “yuyo” de la discordia se tragó hasta la historia reciente. 
En 1966 asumió el poder, el general Ongania con la promesa de quedarse veinte años. Pensaba ver morir a Peron en el exilio y con él, al peronismo. 
Un grupo de jóvenes vinculados a la Resistencia Peronista entendió  que había llegado el momento de alzarse en armas para golpear al régimen y lograr el retorno de Peron.
Años después Cacho el Kadri se preguntará: “¿Cual era el deber de los jovenes frente a una dictadura que amenazaba quedarse veinte años? En los años 60 y 70 los de la muerte del Che, los del exilio de Peron,  la proscripción de las masas populares y del Mayo francés? (…) Taco Ralo era ideológicamente de los peronistas ortodoxos de Peron o Muerte. No hubo marxistas ni cosa que se les parezca. Continuaba la linea dura de Amado Olmos, Gustavo Rearte,  Nell, Gazzera y Di Pascuale, venía de los comandos de resistencia que operaron con Iñiguez”.

El comunicado emitido un mes después desde la cárcel decía: “Pertenecemos a la nueva generación peronista nacida a la lucha en medio de las bombas asesinas del 16 de junio de 1955 en Plaza de Mayo y los fusilamientos del 9 de junio de 1956 del General Valle y sus valientes compañeros. Nuestra juventud se lanzó a la lucha por la reconquista de la “Felicidad del Pueblo y la Grandeza de nuestra Nación” (...) 
La preparación de Taco Ralo tuvo como antesala la “expropiacion” de dos bancos y el asalto a un puesto de guardia de Campo de Mayo. El dinero se usaba para comprar armas y equipamiento y sostener algunos militantes clandestinos. Recuerda Verdinelli: “Por nuestras manos pasó mucho dinero. Pero, la plata era sagrada y se usaba exclusivamente para los fines de la organización.” 
Los militantes de las nacientes FAP, resolvieron mantener una pata urbana y otra rural que sería el destacamento de Taco Ralo. Convocaron a fogueados militantes peronistas de distintas provincias, porque cuando se iniciaran las acciones, la idea era darse a conocer con nombre y apellido.  El jefe político era Envar El Kadri y el jefe militar Néstor Raúl Verdinelli,   seguían: José Luis Rojas (Tucumán); Juan Luis Lucero (Rosario); Hernán Ceferino Laredo (Corrientes); Benicio Ulpiano Pérez (Corrientes); Edgardo Olivera (Santa Cruz); David José Ramos (Pcia. de Bs. As.); ; Hugo Ernesto Petinatti (E. Ríos); Samuel Leonardo Slutzky (Pcia. de Bs. As.); Arturo Ferré Gadea (Capital Federal) ; y Orlando Rubén Tomás (Santa Fe). La única mujer  Amanda Beatriz Peralta ostenta el mérito de haber sido la primer mujer guerrillera de la Argentina. 
Con la finalidad de aclimatarse y practicar en el terreno el grupo simuló comprar un pequeño campo a un  compañero: Juan “Pipi” Bertelli. Lo mismo que había hecho el Che en Bolivia. Luego pensaban moverse hasta los cerros del Cochuna a unos 70 km para iniciar las acciones. Pero, a los veinte días fueron detectados y confundidos con contrabandistas. Según cuenta el vecino don Jorge Sotelo Ledesma (quien vive hasta hoy a unos mil metros del campamento) la denuncia fue obra de otro vecino, un tal Scaglione que tenía un pleito de tierras con Bertelli y le fue con el cuento al comisario. La policía dirá que fueron unos geólogos los que dieron el alerta y el grupo  que fue un avión que los observó desde el aire.
Sigue recordando Verdinelli: “La detención fué sorpresiva y los canas se quedaron de boca abierta, ya que se esperaban detener un grupo de contrabandistas. Les llevó un par de horas, darse cuenta de que se trataba. Allí de planteó una discusión entre los tres oficiales al mando, dos planteaban  simular un intento de fuga y matarnos a todos. Mientras discutían, los que estábamos mas cerca escuchábamos el debate sobre nuestro destino. Y justo cuando la decisión se volcó a matarnos, llegó un camión cargado de periodistas y nos salvó la vida.”
Nos llevaron a la jefatura en Tucumán, donde comenzaron los interrogatorios. Unos días después nos trasladaron en avión a Buenos Aires. Nuestra sorpresa fue que  a lo largo del recorrido  e incluso en el aeropuerto,  había grupos de gente que nos vivaban como peronistas. En medio de la depresión que teníamos por nuestro fracaso miserable (no pudimos tirar un tiro ni abrir el frente pensado) esto nos sonó a gloria. No todo estaba perdido!!!!!”
En Coordinación Federal,  ya decidieron darnos con la “picana”. Es lo mas infernal que puedas imaginar. Allí reconocimos los asaltos...lo que no ayudó mucho, ya que lo que querían eran nombres y direcciones . Ninguno habló. Uno de nuestros orgullos fué  que no entregamos a nadie” 
En una de las comisarias, una noche los canas nos prometen darnos una paliza “que recordaríamos si salíamos con vida”. Justo  habían hecho una redada de prostitutas....todo esto en celdas con rejas. Serian como 20 o 30 prostitutas en la celda grande, que comenzaron a armar quilombo cuando los canas se dirigían a nuestra celda. Gritos, amenazas de encender los colchones, esas cosas.....terminó en negociación: las prostitutas se dejaban coger si no nos pegaban....los canas eligieron coger. Desde entonces, tengo el máximo respeto por las prostitutas. Poca gente tiene la dignidad que esas “putas” mostraron en esa noche.”
Los presos de Taco Ralo recuperaron la libertad recién el 25 de mayo de 1973. Su gesta , marcó un punto de inflexión en la historia del peronismo combativo. Fue el paso de la Resistencia a la ofensiva, pero al mismo tiempo, una derrota militar. Sin embargo, como lo fue la muerte del Che para Latinoamérica, Taco Ralo fue el  llamado a la lucha armada a una nueva generación de militantes revolucionarios argentinos.

Al salir de la cárcel  enfrentaron la discusión de seguir o no con la lucha armada.  Cuenta Verdinelli : “Planteamos que habiendo un gobierno elegido democráticamente, no hay lugar para la lucha armada. Que la lucha armada es el último camino, cuando todo lo demás está cerrado. Eso originó una división, plasmada en lo que fue las FAP 17 de octubre que optó por el desarme y el vuelco a la lucha política.”
En el texto titulado “Los hijos de Peron” Cacho el Kadri expresó : 
Los hijos de Perón fuimos duros y tiernos, serios y jodones, dialoguistas y “apretadores”, enamoradizos y olvidadizos, cantores y gritones, apresurados y retardatarios, pobres y pobrísimos.

Nosotros, pobres de solemnidad, pobres vinimos al Movimiento, pobres lo servimos aún cuando millones pasaron por nuestras manos, y pobres seguiremos hasta el día en que nos vayamos a jugar con el Viejo arriba en alguna nube.

Pobre ejemplo le dejamos a quienes, por ser los “nietos de Perón”, tendrían que saber que la política no es un medio para enriquecerse ni servirse, para trepar y trepar.

...Los hijos de Perón seguimos creyendo que es realista pedir lo imposible; ó que podemos alcanzar las estrellas aunque estén muy altas; ó que “se puede y se debe” vivir como hermanos…

Aldo Duzdevich
Autor de “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Peron”