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domingo, 28 de junio de 2020

Los ecos de Yalta en el ABC de Perón, por Marilina Juárez


Capítulo III del ensayo "Estados Unidos de Sudamérica, un sueño pendiente.
Proyecto ABC, la alianza fallida entre Argentina, Brasil y Chile (1947-1955)"

Por Marilina Juárez.



CAPITULO III Los ecos de Yalta


  Como ha quedado expuesto en los capítulos precedentes, el escenario mundial luego de la Segunda Guerra Mundial, fue decisivo en cuanto a la política exterior adoptada durante el primer gobierno de Perón. La conferencia de Yalta, antes de terminar la Guerra en febrero de 1945, y finalmente el acuerdo de Potsdam, son dos hechos claves a la hora de entender la intención del gobierno argentino de mantener cierta distancia respecto de los dos grandes bloques hegemónicos. La idea de Perón de consolidar una unidad de los países latinoamericanos, estuvo estrechamente ligada a este nuevo contexto político/económico.
   El reparto de Yalta se proyectaba sobre sudamérica  cuando el gobierno constitucional peronista inició su gestión a mediados de 1946. La distribución del mundo, confirmada en Potsdam ratificó el dominio bipartito entre los dos grandes bloques: el occidente capitalista y el oriente comunista. Se estableció así un “modus vivendi” denominado coexistencia pacífica, que representaba según dichos de Perón, un “conformismo imperialista”.
En el año 1971, el General Perón reflexiona acerca de aquella situación:

  “ No es un secreto para nadie que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, en 1945 se reúnen en Yalta el imperialismo Yanqui y el imperialismo Soviético. Allí ellos arreglan el asunto. Hacen conversaciones ( estaban Stalin, Churchill, y Roosevelt) y dividen el mundo. Trazan una línea y dicen : de acá para allá es de ustedes, de acá para allá de nosotros. (...) Estos dos imperialismos tratan de hacer en el mundo un nuevo imperialismo global. El mismo de toda la vida, pero con otros nombres”.

   Fue en este escenario mundial en el que Perón promovió la Tercera Posición analizada en el capítulo anterior. Este posicionamiento tenía implícita la idea de la conformación de un bloque sudamericano entre Argentina, Brasil y Chile para contrarrestar la injerencia norteamericana en la región.

El proyecto ABC
    Como se ha analizado en los capítulos anteriores, la política económica del primer peronismo se basó en la redistribución del ingreso en favor de los asalariados, y en el fuerte impulso del mercado interno favorecido por el proceso de industrialización desplegado en los años treinta, y profundizado por Perón.
   En aquel contexto Perón reflexionó acerca de las limitaciones del desarrollo económico sustentado en las reglas absolutas de la economía de mercado, así como de las propias limitaciones que imponía un mercado interno relativamente angosto como el argentino, y ante esta situación, se propusieron políticas de integración en América Latina como mecanismo de: expansión económica, y maximizar la influencia política en la región, contrarrestar el multilateralismo y el panamericanismo promovido por los Estados Unidos.
   Perón concibió la integración regional como una herramienta de política externa que debería contribuir al desarrollo nacional, así como a la autonomía de decisión del país, aumentando de este modo los márgenes de negociación internacionales. El proyecto de unidad regional emergía también como un instrumento de proyección de poder.
   Este proyecto de unidad entre los países más industrializados del cono sur ( Argentina, Brasil y Chile “A. B. C”)  resultaba amenazante a los intereses norteamericanos . El historiador Fermín Chávez lo advierte en su obra “La Tercera Posición y la unidad latinoamericana”:
  “En un memorándum fechado el 20 de mayo de 1947, el director de la Oficina de Asuntos de las Repúblicas Americanas, Ellis Briggs, observaba: existe el peligro de que la Argentina aspire a organizar un bloque del Cono Sur, bajo la dominación política y económica  Argentina; y también que los Estados Unidos debían oponerse a cualquier desarrollo que pudiese facilitar la formación de tal bloque.

  En el año 1949, el Foreign Office también recibe un comunicado titulado : “ Ambiciones argentinas en Sudamérica, en el que se informaba :

  “Perón incursiona en las peligrosas incursiones de la geopolítica. Al dirigirse  a un grupo de estudiantes brasileros en julio de 1948, anticipó un tercer bloque de países latinos, liderado aparentemente por la Argentina, y basado sobre una unión aduanera, establecida primero entre las naciones latinoamericanas y luego extendido a España, Portugal, Italia e incluso Francia-en otras palabras un bloque latino-. Este bloque parecía asociado de cerca, en la mente del General Perón, con la Tercera Posición de la Argentina como mediadora entre los Estados Unidos y Rusia.”

A partir de la cita de estos dos comunicados podemos inferir lo amenazante que resultaba para los Estados Unidos como potencia hegemónica de aquel momento, el proyecto de integración regional entre los tres grandes Estados del cono sur; Argentina, Brasil y Chile, ideado por Perón.
  Las razones del fracaso del proyecto ABC, fueron variadas, pero es importante destacar el rol jugado por la cancillería brasileña, “Itamaraty” y la relación de Brasil hacia los Estados Unidos, como uno de los factores decisivos a la hora del fallido intento integracionista.
  La relación entre Perón y Vargas ha sido objeto de innumerables conjeturas, pero cuando el Vicepresidente Hortensio Quijano viajó al Brasil tras reasumir Vargas, aquél le comunicó el deseo de reunirse con él. Sin embargo, por motivos que aún se desconocen, esa reunión nunca tuvo lugar.

    “El embajador brasileño Lusardo, buscaba la coincidencia de ambos gobiernos, y fue por su intermedio que Perón, sondeó a Vargas sobre el proyecto de creación  de un nuevo tratado que uniera a la Argentina, Brasil y Chile (ABC). Este proyecto recibió un violento rechazo de funcionarios brasileños (...). Getulio Vargas nunca pudo superar la arcaica doctrina “antiargentina” que nutría el pensamiento de muchos sectores de la diplomacia brasileña.”

  De acuerdo con la valoración de Perón, las resistencia por parte del gobierno de Brasil, incluído el propio Vargas a involucrarse en un proyecto de unión con la Argentina, estaría motivada por la Cancillería brasileña, que consideraba esta alianza como un acto de enemistad frente a los Estados Unidos, país que era el pivote de su política exterior. El Presidente Perón no ocultó su decepción por la ausencia de Brasil, dentro de los acuerdos suscritos por Chile y Argentina.
  El fracaso del proyecto ABC, está relacionado con el tipo de modelo de desarrollo que había adoptado Brasil, muy distinto al argentino. En la posguerra temprana, la Argentina había seguido un modelo basado en estímulos internos. El Brasil formuló un tipo de economía sustentado en la inversión externa, sobre todo a partir de 1964. Al contrario de Argentina, Brasil se constituyó en un país receptor de grandes inversiones extranjeras y su modelo de desarrollo dependió en gran medida de sus relaciones con los grandes centros económicos occidentales, especialmente los Estado Unidos.
   La construcción del complejo hidroeléctrico Volta Redonda, es un ejemplo emblemático de cómo el régimen de préstamo y arriendo de los Estados Unidos hacia América Latina  se había volcado hacia el Brasil, como una prioridad dentro del marco de la carrera armamentística durante la Guerra Fría.
   En cuanto a la unión con Chile, Perón tuvo que sortear los mismos escollos que con el Brasil, pero finalmente logró un tratado bilateral con el país transcordillerano. Así lo destaca el historiador Fermín Chávez en su análisis:

   “ Perón estaba remando contra la corriente y avanzando cuanto podía. Todo el sistema neocolonial de ideas estaba contra sus proyectos, pero lo mismo siguió pacientemente marchando. Entre el 20 y el 26 de febrero de 1953 visitó Chile con el objeto de echar las bases de un convenio de complementación económica (sobre alimentos, minerales y energía principalmente). (...) A la distancia no se divisan los escollos que hubo que vencer en 1953 para avanzar hasta esa unión económica. Los hábitos mentales dominantes allende y aquende la Cordillera, con su carga de prejuicios, deformaciones y desinformaciones, no facilitaban ni mucho menos una política de integración”.

  El Presidente chileno Carlos Ibáñez, meses después del encuentro de febrero, firmaría en Buenos Aires finalmente un tratado de unión económica, en donde los dos Gobiernos se comprometían a la unidad de Argentina y Chile en las “gestas históricas de independencia”.
   El proyecto de Unidad Latinoamericana ideado por Perón, si bien no tuvo el éxito esperado por el líder, fue un antecedente ejemplar de lo que en años posteriores fueron acuerdos de reciprocidad como el Mercosur, o el Alalc. El fracaso del proyecto ABC demuestra cómo el imperialismo puede ser capaz de dominar haciendo uso de su poder económico/político, pero también explotando a su favor los conflictos internos de los países involucrados en proyectos que impliquen cierta autonomía e independencia de los centros hegemónicos occidentales.

Conclusión
   Los programas de integración regionales como el ABC, estuvieron signados a lo largo de la historia latinoamericana por avances y retrocesos. La idea de concretar un proyecto de unidad entre los países sudamericanos, especialmente los que habían tenido un desarrollo industrial importante como: Argentina, Brasil y Chile, ya estaba presente entre los líderes revolucionarios americanos del siglo XIX.
    Perón intentó infructuosamente promover el proyecto ABC, porque tenía presente el inmenso potencial con que contaban los países del cono sur para llevar adelante una economía autosuficiente y no dependiente de los países centrales. Esta idea de Perón estuvo enmarcada en el proceso histórico que se desplegó luego de la Primera Guerra mundial, en el cual se produjo un cambio sustancial del modelo Agroexportador.
   Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial hubo una importante caída de los capitales europeos en sudamérica, este hecho sumado a la Crisis del veintinueve, obligó a los países periféricos como la Argentina, a iniciar un proceso de industrialización. Este nuevo modelo económico de desarrollo, estuvo ligado también al surgimiento de una idea de “nacionalismo” dentro de la sociedad, y  un sector de las fuerzas armadas.
   La política peronista estuvo marcada en aquél entonces por el fuerte impulso dado a la burguesía nacional y por la redistribución del ingreso en favor de los asalariados. Estos dos factores generaron un desarrollo del mercado interno. El proyecto ABC tuvo que ver con esta idea de generar un mercado común entre los países involucrados  para contrarrestar la injerencia de las grandes potencias en la región.
    Los Estados Unidos, durante la Guerra Fría, intentaron por todos los medios coartar cualquier intento de unidad entre los países latinoamericanos porque  veían amenazada su hegemonía económica, política e ideológica. Hubo otro factor esencial a la hora de entender el porqué del fracaso del ABC, el país del norte tenía fuertes inversiones tanto en Brasil como en Chile, esto sumado a la reacción adversa de la aristocrática cancillería brasileña fuertemente ligada a los intereses norteamericanos.
    Durante el reparto de Yalta, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido entre dos grandes esferas ideológicas el occidente capitalista y el este comunista. En aquel contexto la Tercera Posición de Perón marcaba una independencia de criterio frente a los dos bloques hegemónicos. Este no alineamiento a los centros ideológicos resultaba un fastidio para las pretensiones de los Estados Unidos de afianzar un panamericanismo en el sur de latinoamérica.
    La economía de los Estados Unidos y la de Argentina no eran complementarias sino que competitivas. Este hecho hizo que entre ambos países hubiera una histórica tensión en sus relaciones comerciales. El proyecto ABC, resultaba peligroso a los intereses del país del norte, ya que la Argentina tenía una gran capacidad agroexportadora, y hubiera podido convertirse en una potencia regional abasteciendo a los países vecinos.
   Mediante el proyecto ABC Perón pretendía consolidar la idea de unidad latinoamericana ya presente en San Martín y Bolívar. Durante su última presidencia en los años setenta, el líder hizo una reflexión que bien podría aplicar al tiempo presente:
  “ Cada país participa de un contexto internacional del que no puede sustraerse. Las influencias recíprocas son tan significativas que reducen las posibilidades de éxito en acciones aisladas. Es por ello que la Comunidad Latinoamericana debe retomar la creación de su propia historia, tal como lo vislumbró la clarividencia de nuestros libertadores, en lugar de conducirse por la historia que quieren crearle los mercaderes internos y externos. Nuestra respuesta, contra la política de dividir para reinar, debe ser la de construir la política de unirnos para liberarnos.”




Bibliografía

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Escudé, Carlos. Gran Bretaña, Estados Unidos, y la declinación Argentina 1942-1949. Buenos Aires: Editorial de Belgrano, 1983.
 Escudé, Carlos. La Argentina versus las grandes potencias: el precio del desafío, Buenos
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Granato, Leonardo. Nahuel, Oddone. Ideas y praxis de la integración regional durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955) : la visión del líder y la construcción política. Cuadernos sobre relaciones internacionales, regionalismo y desarrollo/Vol. 9. No. 17. Enero-junio 2014.
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Page, Joseph A. Perón. Primera parte (1895-1952). Argentina: Editorial Abril, 1984.
Pavón Pereyra, Enrique. (1974). La tercera posición internacional. Perón. El hombre del destino, 24.
Rapoport, Mario; Amado Luiz Cervo comp.. El Cono Sur. Una historia común. Buenos Aires: Fondo de cultura económica, 2001.
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Rougier, Marcelo. La economía del peronismo. Una perspectiva histórica. Buenos Aires: Sudamericana, 2012.


lunes, 22 de junio de 2020

EL ABC SEGUNDA PARTE: La Triangularidad Argentina/Gran Bretaña/Estados Unidos. POR MARILINA JUAREZ




POR MARILINA JUAREZ


Capítulo II

La Triangularidad Argentina/Gran Bretaña/Estados Unidos.



La Guerra Fría y la Tercera Posición.

   La llamada Guerra Fría comenzó con el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando emergieron dos superpotencias: los Estados Unidos y la Unión Soviética, cada una de ellas expresando sistemas económicos y políticos distintos, conformando así dos bloques antagónicos. Esta denominación se debe a que no implicó otro conflicto bélico a escala mundial, sino que se basó más bien en enfrentamientos regionales y en foros internacionales. La temprana Guerra Fría fue sobre todo de carácter ideológico, dando lugar a la bipolaridad mundial.

  Este proceso estuvo ligado a la desintegración de los imperios coloniales existentes, especialmente el británico y el surgimiento de nuevas naciones y movimientos nacionalistas, reafirmando intereses propios que chocaron con los poderes hegemónicos, y constituyeron un bloque de países a los que se denominó el Tercer Mundo, tanto en Asia y África, como en América Latina. En cuanto al plano económico, Washington había impulsado la expansión del comercio internacional sin restricciones, para poner fin a las barreras nacionales y al bilateralismo tan característico de la etapa de preguerra.

   En este nuevo escenario mundial Perón planteó una doctrina: la Tercera Posición. Este concepto no se basaba en un simple distanciamiento respecto de los dos grandes bloques en que se dividió el mundo durante la posguerra, sino que nació de las propios dogmas peronistas, que especificaba que el justicialismo era una nueva filosofía de vida. El General Perón, planteaba en diversas oportunidades que la Tercera Posición era uno de los pilares de su pensamiento y su práctica política. En el año 1956 decía desde Panamá :



   “ Pensamos que tanto el capitalismo como el comunismo son sistemas ya superados por el tiempo. Consideremos al capitalismo como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la explotación del individuo por el Estado. Ambos “insectifican” a la persona mediante sistemas distintos. (...) La ideología justicialista implícita en las tres banderas (justicia social, independencia económica, y soberanía política) se proyecta en el orden internacional a través de una política autónoma”.



  Esta postura tercerista, no impidió que se mantuvieran relaciones diplomáticas con Estados Unidos y con la Unión Soviética, ni tampoco que en determinados momentos, dichas relaciones se hagan más intensas y se plasmen en provechosos acuerdos comerciales. La Tercera Posición se caracterizaba justamente por la independencia de criterio en cuanto a la política externa argentina.

   En cuanto a las relaciones económicas internacionales y a través de acuerdos bilaterales contrapuestos al multilateralismo impulsado por los Estados Unidos, la política exterior peronista tuvo tres rasgos fundamentales. Primero fortaleció las relaciones con América Latina, tomando distancia del “panamericanismo” estrictamente subordinado al país del Norte. Segundo, potenciaba las relaciones comerciales con Europa Occidental y especialmente con Inglaterra, con el objetivo de capitalizar el importante papel de la Argentina como proveedora de alimentos. Mediante esta política, el gobierno peronista procuraba “equilibrar” el peso de Washington en lo económico y diplomático, intentando lograr a partir de esto, su tercer objetivo: la recomposición, en mejores condiciones, de sus relaciones con los Estados Unidos.

   En la coyuntura internacional de los comienzos de la posguerra, la política externa argentina mantuvo el viejo esquema triangular con la intención de favorecer el proceso de industrialización: esto implicó exportar hacia Gran Bretaña y Europa para obtener las divisas necesarias para la compra de bienes de capital y materias primas esenciales, que en las condiciones mundiales, solo podían ser provistas por los Estados Unidos.

  Perón mantuvo también las relaciones diplomáticas con la URSS y el estrechamiento de vínculos económicos con España y otros países europeos, a fin de impulsar su Tercera Posición y combatir el aislamiento internacional y constante hostigamiento promovido por ciertos sectores del gobierno y la opinión pública estadounidenses, así como la no participación argentina en el Plan Marshall.



   En cuanto a la política interna durante el primer gobierno peronista, es importante destacar el rol decisivo del Estado como regulador de la economía. El proceso de industrialización durante el peronismo tuvo grandes diferencias del imperante hasta principios de los años cuarenta. Durante el régimen oligárquico, el proceso industrializador era excluyente respecto de las capas sociales más bajas, mientras que para el peronismo el desarrollo de la industria nacional, ampliando el mercado interno mediante una fuerte redistribución del ingreso en favor de los asalariados resultaba esencial.

El análisis de Mario Rapoport y Claudio Spiguel sostiene esta idea de redistribución del ingreso en favor del mercado interno como factor determinante del desarrollo económico:



  “El modelo económico peronista se sustentaba en cuatro pilares que rompían con las  concepciones tradicionales del pasado, aunque no se contraponen a las nuevas ideas económicas que comenzaban a imponerse en otras partes del mundo: la importancia del mercado interno, del nacionalismo económico, del estatismo y del papel central de la industrialización.”



   La orientación principal de la política exterior durante el primer peronismo, se dirigió a tratar de recrear, en lo económico, la triangularidad Argentina-Estados Unidos- Gran Bretaña y Europa, gestionando entre otras cosas que Norteamérica pusiera fin a su política de intimidación hacia la Argentina  y pudiera proveer con sus productos, los bienes de capital necesarios para el proceso de industrialización. A sí mismo, se intentaba diversificar las relaciones económicas y políticas internacionales,  afirmando la posición en América Latina.  Se buscaba afianzar los lazos con los países vecinos, en busca de favorecer la complementariedad económica entre los Estados del cono sur, para contrarrestar la injerencia del país del Norte en la economía de la región.