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jueves, 16 de julio de 2020

Perón y el deporte, por Fernando ""el Pato" Galmarini, entrevista por Javier Garin



Por Fernando ""el Pato" Galmarini, entrevista por Javier Garin.


Perón y el deporte

           -¿Por qué acostumbrás decir que, para Perón y el peronismo fundacional, el deporte no fue “un tema más”?
               -Porque para él fue una de las columnas en que se sostuvo la construcción de ese largo camino que ha sido el peronismo como proyecto transformador de la Argentina. La formación del individuo, en la comunidad organizada, debía ser integral, comprendiendo tanto la educación intelectual como física, el cuerpo y el espíritu. Para Perón, el deporte es “una escuela de vida”. La confluencia de deporte y política no es (o no debería ser) extraña para un peronista. En nuestra concepción de la vida el deporte jugó un papel de enorme importancia.
             " Decía Perón en 1951, cuando recibió en la Casa de Gobierno a los automovilistas de Turismo Carretera Juan y Oscar Alfredo Gálvez: Siempre he pensado en un pueblo de deportistas  porque cuando se tiene un pueblo de hombres deportistas, se tiene un pueblo de hombres buenos y con un profundo sentido moral de la vida, y esos son los únicos valores que hacen nobles a los hombres y grandes a los pueblos”[1].
               “No era un discurso de ocasión: Perón fue un gran deportista  (fue campeón de esgrima del Ejército durante varios años seguidos, practicó boxeo, adiestró al equipo que se consagró campeón militar de fútbol en 1926) y se dedicó de modo sistemático a impulsar la práctica masiva del deporte tanto como a sostener el deporte de alta competición, que jamás logró tantos éxitos como en aquellos años, entre 1945 y 1955, que son justamente los años en que yo me crié. Juan Manuel Fangio en el automovilismo internacional; el gran maratonista Delfo Cabrera en los Juegos Olímpicos de Londres; Pascual Pérez, nuestro primer campeón mundial de boxeo; el básquetbol argentino conquistando el título mundial después de triunfar sobre el equipo de Estados Unidos. Para mí ese tiempo es el tiempo de Perón y el deporte: yo empecé  a jugar al fútbol en canchas profesionales y con toda la vestimenta correspondiente gracias a los Campeonatos Infantiles Evita; adoré a Miguel Rugilo, el León de Wembley, escuchando por radio el partido que Argentina jugó contra Inglaterra en Londres; y grité como loco con el “gol imposible” que Ernesto Grillo les hizo a los ingleses en la cancha de Ríver: todo eso compone en mi cabeza la imagen de los años de Perón, mi niñez, los inicios de mi adolescencia.
             - ¿Para Perón el deporte era un hecho cultural?
             -Exacto. No fue el único en pensar así, pero sí lo llevó adelante a través de sus políticas sociales y deportivas. Perón decía que todo lo que transformara y mejorara al hombre era un acontecimiento de la cultura. Para Perón el deporte era parte fundamental de la cultura de un pueblo”.
             "Hace unos cuantos años, siendo Secretario de Deportes de la Nación,me invitaron a dar una charla en el Club del Progreso junto con otras personalidades sobre la historia del deporte en la República Argentina. Hablé solamente del deporte a partir de Perón. Al concluir, el panelista que me seguía me reprochó: “¿Pero usted cree que el deporte solamente existió con Perón?”. Lógicamente-, el deporte no había empezado con Perón, como la Argentina no empezó con Perón: hubo un deporte anterior a Perón, pero hubo una nueva concepción social del deporte a partir del 17 de octubre y un compromiso del Estado en el desarrollo deportivo de la Nación. Esto fue lo nuevo que trajo el peronismo en el deporte”.
             Como quien expone una vez más hechos que ha repetido muchas veces en sus disertaciones, el Pato explica que la Argentina tuvo desde fines del siglo XIX una participación en el deporte internacional: “Cuando en 1893/1894 se funda el Comité Olímpico Internacional, hubo un argentino que estuvo presente: el profesor José Benjamin Zubiaur, un entrerriano, educador, rector del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, que había conocido al barón Pierre De Coubertin en la Exposición Universal de París y se había hecho “amigote” de él porque compartían la idea de promover el deporte y la educación física. Luego el barón, al fundar el COI, lo convocó a participar en las reuniones preparatorias y ser parte del mismo por la Argentina. En 1896, en Atenas, comienzan los Juegos Olímpicos modernos. Hasta 1924, la Argentina no compitió por falta de interés oficial. En ese año, por primera vez, nuestro país viaja a los juegos de París, después de la Primera Guerra Mundial y de haber tenido nuestro país una presencia importante en las Conferencias de Versalles. Los deportistas argentinos empezaron a brillar: el polo ganó la medalla de oro. Ya el fútbol había arraigado en la Argentina, lo mismo que el tenis, el rugby, el ajedrez, el tiro, el remo: muchos deportes traídos por los ingleses. Y allí fue nominado como parte de la delegación Juan Perón, quien se destacaba en la esgrima. Casi no había, cuentan, una esgrima fuera del Ejército. Perón, pasado el tiempo, dice que esa fue una de sus grandes decepciones, porque a último momento lo dejan fuera de la comitiva. Fue un golpe duro para él, y nunca dejó de reprochárselo a Agustín P. Justo, que entonces era Ministro del presidente Alvear y fue quien decidió sacarlo de la delegación. Perón era ya entonces un cultor y activo promotor del deporte. En sus distintos destinos militares había practicado equitación, natación, boxeo; fue fundador de algunos clubes de boxeo; estaba interesado en la práctica del futbol dentro del Ejército.
              Corroborando lo afirmado por el Pato,  el propio Perón, en viejos reportajes, se enorgullece de su condición de deportista: “Lo que más cultivé fue la esgrima”, sostiene. Y afirma que, habiendo obtenido el título de campeón en 1926, estaba obligado a defenderlo todos los años. “Era uno de los mejores esgrimistas del Círculo Militar”, recuerda un testigo. Y agrega el propio Perón: “Jugué también al polo, e introduje el básquet en el Ejército. Cuando estuve en la Escuela de Suboficiales, formé un equipo de atletismo formidable.” Asimismo, acompañó las primeras experiencias de aviación llevadas a cabo por Benjamin Matienzo y Luis Barrufaldi.[2] Entre los primeros textos elaborados por Perón, aparece una adaptación hecha por él para la Escuela de Suboficiales de un libro de atletismo alemán. “Cambió y mejoró el programa de Educación Física de la Escuela”, refiere su biógrafo Joseph Page, quien agrega un informe de la Embajada norteamericana según el cual “él acostumbraba a desafiar –y a derrotar- a los vencedores de pruebas de atletismo y torneos de box.” Sobre su afición al boxeo, recoge una anécdota que lo muestra a Perón en Paraná, sustituyendo a un pugilista argentino enfermo, en una pelea contra un inglés. “El primer golpe del argentino fue a dar sobre la cabeza del adversario y resultó en un hueso roto en su mano derecha (…) dejando una deformidad acentuada que Gene Tunney, el ex campeón mundial, al estrechar la mano de Perón muchos años más tarde, de inmediato reconoció como un accidente de boxeo”.[3]  El gusto del joven Perón por los deportes llegó hasta la práctica –entonces insólita-  del yoga, “para mejorar el estado físico y lograr autodominio”, confiaba en un reportaje.[4] También se le reconoce como el padre de los deportes de montaña en el país, a partir de su experiencia  como agregado militar en Europa, donde hizo cursos de alpinismo y esquí. En la Dirección de Instrucción de Montaña de Mendoza, formó a muchos de los primeros andinistas militares argentinos. Como Presidente, brindó apoyo logístico a varias expediciones, y uno de sus discípulo, el teniente Francisco Ibañez, falleció mientras dirigía en 1954 la Primera Expedición Argentina al Himalaya. [5]



              Entre los hitos del deporte argentino anteriores a 1943, el Pato evoca, en 1923, la pelea por el título del mundo entre Jack Dempsey  y el argentino Luis Ángel Firpo, “el toro salvaje de las pampas”,  en el Madison Square Garden[6], cuando un tremendo derechazo de Firpo arrojó al campeón fuera del ring durante 17 segundos, permitiendo el árbitro antirreglamentariamente que prosiguiera y ganara la  pelea;  “A pesar de la derrota, quedó como un primer hito importante en la historia del boxeo argentino”, recuerda el Pato.
               - En 1928 - prosigue el Pato-  en los Juegos Olímpicos de Amsterdam, hay algunos triunfos argentinos: como la medalla de oro en peso pesado obtenida por Arturo Rodríguez Jurado[7]. En los Juegos de 1932 en Los Ángeles,el argentino Juan Carlos Zabala  ganó la medalla de oro en el maratón [8].  En 1936, en los Juegos que organiza Hitler en Berlín, la primera mujer argentina que participa en una delegación, Jeannette Campbell[9], sale segunda en natación. Era nacida en Francia y nacionalizada argentina, y fue la primera mujer deportista importante en el país. Como Diputado Nacional, le hice entrega de una distinción honorífica varias décadas después. En suma: aunque lejos de ser protagonistas mundiales del deporte, los argentinos no pasaban desapercibidos.
                   "El interés de los gobiernos por el deporte tampoco comenzó con Perón, ya que hubo varios gobiernos que vieron en las competencias deportivas una manera de acercar a los Presidentes y políticos a la gente. Iban a las canchas a ver partidos de futbol o más bien a hacerse ver; o facilitaban recursos a los clubes para que armaran sus estadios y así ganar influencia. Los dos grandes rivales del futbol argentino tuvieron sus canchas actuales, remodeladas  durante la década infame: River en el 38, y Boca en el 40; las dos, un 25 de mayo, con fondos que les dio el Gobierno. El futbol ya se hacía presente con fuerza en el mundo político: Ya hacía rato que había dejado de ser un jueguito inglés, para ser un gran deporte criollo, o acriollado. Ya no había más apellidos ingleses en la constitución del fútbol ni en las comisiones directivas de los clubes, como ocurriera en una primera etapa. Y además se habían fundado muchísimos clubes: en la primera década del siglo XX nacieron casi todos los clubes de hoy de la primera división: Racing, Independiente, Boca, River, Gimnasia y Esgrima de la Plata (que fue el primero en 1887), Quilmes, Tigre, etc. Avanzaba el proceso de institucionalización de las federaciones y asociaciones. Hay que recordar que el futbol argentino había destacado ya a nivel internacional: en 1925, Boca hace la primera gira internacional a Europa, siendo recibida por una multitud. En 1928 Argentina pierde la final olímpica con Uruguay. Resultado adverso que se repite en Uruguay, contra los locales, en 1930, durante el primer campeonato mundial de fútbol, por 4 a 2. Jugaban pocos países, era todavía muy incipiente; después Argentina participó en 1934, y luego todo se detuvo por la Segunda Guerra Mundial.         
            -En ese panorama de un incipiente y natural desarrollo deportivo, no exento de aprovechamiento político, ¿de qué manera empieza a tallar en el deporte el peronismo? ¿Qué es lo que trae de nuevo en la materia?
                -Perón –responde el Pato- interviene con políticas deportivas a partir del golpe de Estado del GOU[10] del 4 de junio de 1943. Entre los oficiales del GOU, hubo un hombre del Ejército, Tomás Ducó[11], cuyo nombre lleva la cancha de Huracán; que parece haber sido un apasionado por el fútbol, llegando a ser vicepresidente de la Asociación del Futbol Argentino, y muchos años presidente de Huracán. Pareciera él como uno de los inspiradores de que en el GOU ya se hablara también del deporte como una de las políticas a desarrollar. Tampoco hay antecedentes de Perón pensando exclusivamente el deporte; pero lo que se hizo, a partir del 45, o fundamentalmente desde que Perón es Presidente, indica que ya tenía pensada, no solo una transformación de la Argentina, sino también una política deportiva para el país. No pudo ser al azar todo lo que se hizo, rápidamente, en los ocho o nueve años siguientes. Es decir que este hombre y sus colaboradores fueron pensando, no solo la importancia del deporte en la construcción de una política social, sino que insistieron sobre la importancia de la educación física en la constitución del hombre peronista, o de esta nueva sociedad que él iba a poner en marcha”.

  Las políticas deportivas del primer peronismo

          Perón –sostiene el Pato- advirtió que un significativo movimiento social tenía lugar tanto en la Argentina como en el resto del mundo, y que el deporte constituía una de las herramientas de organización y cohesión de la vida nacional. Concibió al deporte como expresión del hombre y señal identitaria de los pueblos, como un aspecto relevante de la vida social, estrechamente vinculado a la educación, la salud, la cultura, el turismo, las relaciones exteriores, y la economía de un país: parte fundamental del desarrollo humano.
                       -“Tras el 17 de octubre, tras su triunfo electoral, y en el inicio de su primera Presidencia, Perón empieza a definir esto que sería el diseño de una política deportiva estatal. El Estado no había sido un actor del desenvolvimiento deportivo hasta ese momento, salvo en lo que ya mencioné, de financiar la construcción de estadios de los clubes o contribuir al envío de delegaciones al extranjero. No había una política permanente, planificada, de Estado, en materia de deporte Es Perón quien la edifica. Y entonces, los grandes acontecimientos de la historia peronista a partir de su primera presidencia van en paralelo al desarrollo de políticas deportivas. Perón funda el Ministerio de Salud Pública, pone en marcha el Ministerio de Educación, y en cada una de esas áreas, por distintos motivos, aparece el deporte y la necesidad de una política deportiva planificada con miras a determinados fines. En salud, por ejemplo, dicen los viejos peronistas que fue su ministro, Ramón Carrillo, quien intervino activamente en el armado de los Torneos Infantiles Evita. Estos torneos, en los cuales jugaron miles de pibes a partir de 1948 hasta el golpe de 1955, tenían como premisa y fundamento no solo el jugar, sino que era exigencia del Estado Nacional, y de los Estados provinciales, que todos los chicos que disputaran en ellos, fuesen sometidos a un chequeo médico, como parte del control sanitario y de la revolución de Carrillo en la salud de Argentina”.[12]
             Perón, a lo largo de su vida pública, se refirió con insistencia al deporte y su relación con la educación, la salud y la vida social y cultural del pueblo, y con la creación de un nuevo argentino. “Él decía –observa el Pato- que era tan importante saber leer, escribir, las operaciones aritméticas, como saltar, correr, jugar al fútbol. Y es preocupante y llamativo que, a pesar de que Perón habló horas y horas, y hay muchos discursos sobre el tema del deporte, después el peronismo relativizó estas ideas. No aparecen claramente asumidas en la historia posterior del peronismo, especialmente después de la muerte de Perón, pese a que el deporte fue un rasgo sobresaliente en la historia del peronismo.” Ya volveremos sobre este vacío más adelante.
           Efectivamente, el decreto 25136 de 1949 establece en la órbita del Ministerio de Educación al Consejo Nacional de Educación Física, para abordar sistemáticamente las prácticas deportivas como parte de la educación del pueblo. Al año siguiente, por decreto 18773 se concede a los deportistas que trabajaban en la Administración Pública Nacional licencia laboral para intervenir en la preseleccion, selección y competencias de los Juegos Panamericanos.  En 1952, en el contexto del Segundo Plan Quinquenal, se incluye entre sus objetivos expresamente al deporte como herramienta para contribuir a la elevación del bienestar y la cultura general del pueblo. En 1954 el decreto 18678 asigna al Ministerio de Educación la dirección integral de la Educación Física y otorga, como misión concurrente, a la Confederación Argentina de Deportes, la dirección de los mismos. Hay una política y una preocupación constante del primer peronismo por poner al deporte como uno de los pilares de la vida social, la salud y la educación del pueblo. [13]
              -La acción de Perón en materia deportiva -dice el Pato-  se basó  en dos terrenos hasta ese momento separados: el fomento del alto rendimiento y la expansión del deporte social. No era solo la idea de la competencia por el éxito, por la exaltación del héroe deportivo, sino que era un estímulo de evolución social. Por eso se fomentaba el deporte en todos los ámbitos sociales. Entre los niños y jóvenes, pero también campeonatos intersindicales, de las fuerzas armadas, estudiantiles, universitarios.
                "En cuanto a la alta competencia, la continua preocupación de Perón  tuvo rápidos frutos - observa el Pato: En 1948, con la reanudación de los Juegos Olímpicos al concluir la Guerra, Argentina envía una importante delegación (la más numerosa hasta entonces: 242 atletas) a los Juegos de Londres. Y no solo fue la más numerosa sino también la más exitosa: ganó 3 medallas de oro, 3 de plata, y 1 de bronce”. ( Para medir el éxito comparado con intervenciones recientes, hay que tener en cuenta que la cantidad de disciplinas en las que se competía era mucho menor que en la actualidad y había menos medallas en disputa.)
               A muchos de los deportistas que tenían trabajos en el Estado un decreto especial los eximía de obligaciones laborales para que pudieran entrenar. Delfo Cabrera, el gran maratonista,  aspiraba a ser el sucesor de Juan Carlos Zabala: “Laburaba de recolector de residuos, y dicen que se entrenaba con su mismo trabajo, corriendo junto al camión y arrojando tachos, hasta que Perón un día le dice: “Mire, si usted quiere, siga entrenándose con los tachos de basura, pero si prefiere dedicarse solo al deporte, corra y entrénese por su cuenta”. Perón se comprometió a ayudarlo. Y bueno, Delfo Cabrera gana en 1948 la medalla de oro, en la más tradicional de las pruebas del atletismo. Y, además, fue una prueba impresionante. Entran en Wembley, al estadio, después de los 42 km, a dar la vuelta final. El corredor que ingresa punteando la competencia, Etienne Gailly,  se venía cayendo, y Delfo le metió un envión y lo choreó… ¡Le sacó media vuelta!… Dicen que fue una cosa impresionante, y que Perón le envió desde acá, inmediatamente, un telegrama de felicitaciones. Y Delfo, por supuesto, era un enorme peronista. En quinto y séptimo lugar de ese mismo maratón entraron otros dos argentinos: Eusebio Guiñes y Armando Cencini.
            En esos mismos Juegos participó también un pibe mendocino, chiquitito, peso mosca, muy batallador: Pascual Pérez, quien después fue un gran peronista como Delfo, y tambien ganó la medalla olímpica, allá en Londres. Otro boxeador, peso pesado, Rafael Iglesias, obtuvo asimismo medalla olímpica para Argentina.            Y en distintos Juegos de aquellos años, a nivel mundial o Panamericano, tuvo participación muy destacada una mujer que conocimos cuando fui Secretario de Deporte, llamada Noemí Simonetto, muy peronista también, gran atleta, obteniendo diversas medallas en posta 4x100, salto en largo, 80 metros con valla, y 100 metros llanos. Siendo yo Secretario de Deportes de la Nación, esta mujer, ya grande, me insistía permanentemente con la propuesta de que a todos los ganadores de medallas olímpicas el Estado argentino debía darles una pensión vitalicia. Y tanto nos jorobó (y además tenía razón) que terminó siendo aprobada su iniciativa. Hace poco murió, Noemí…
                 La Federación Internacional de Básquet, ya fundada entonces, estaba pensando en hacer el primer torneo mundial. No se ponían de acuerdo. Los países centrales estaban absorbidos por el esfuerzo bélico, o por la reconstrucción una vez terminada la guerra.  Y Perón, con perspicacia y sentido de la oportunidad, postuló como sede la Argentina. El Estado argentino se comprometió a organizar la infraestructura para llevar a cabo esa competencia: en 1950 se concreta en nuestro país el Primer Campeonato Mundial, y lo gana la Argentina. “El triunfo en la final frente a Estados Unidos –recuerda el pato-, fue conocido como la “noche de las antorchas”, porque parece que después de haberles ganado a los yanquis en el Luna Park, miles de personas encendieron antorchas festejando. Acoto que el técnico del equipo campeón fue Oscar Canavesi, que varias décadas después colaboró activamente con nosotros en la Secretaría de Deportes y en la organización del Mundial de Basquet de 1990 que nos tocó llevar a cabo”.
              En 1951 hubo otro hito deportivo. Ya el Comité Olímpico Internacional propiciaba que, además de los  Juegos Olímpicos mundiales, hubiera juegos continentales. En Europa se habían puesto en marcha los juegos europeos, y en América había que hacer lo propio con los Panamericanos. “Aprovechando los desacuerdos de los distintos países, Perón los trae para Argentina en 1951. Fueron los primeros Juegos Panamericanos de la historia, que también ganó Argentina, siendo local. La maratón de los Juegos Panamericanos del 51, que se corrió en parte por General Paz, fue impresionante por la gran cantidad de gente que se acercó a ver a Delfo Cabrera, quien ganó, y creo que fue segundo Reynaldo Gorno. Este último, ¡otro peronista inmenso!, me obsequió hace unos años un ejemplar del libro de Perón ilustrado del Plan Quinquenal.”
              Ese año se termina de construir la cancha de Racing (tricampeón en los años 1949, 1950 y 1951), financiada por el Estado con la intervención del presidente de ese club y Ministro de Hacienda Ramón Cereijo, de donde proviene el mito –falaz- de que Perón era hincha de Racing. “La flamante cancha de Racing fue sede del inicio de los juegos y de la finalización. En la ceremonia final quien habla no es Perón sino Evita. ¡Fue un discurso bárbaro! Lo tengo por ahí. Despidiendo a todos los hombres de América, e invitándolos a regresar a esta tierra donde se estaba construyendo una Argentina nueva. Impresionante. Con motivo de esos Juegos, además del estadio de Racing, se hizo el Centro Deportivo Ezeiza, donde se hospedaron las delegaciones, y que nosotros, cuando estuvimos en la Secretaría de Deporte, restauramos; y el velódromo municipal, éste último con una deficiencia de medida, inferior al requerimiento olímpico, por lo cual después cayó en desuso. También se ejecutó la restauración del Luna Park, según me solía contar su dueño, Tito Lecture. El Luna Park había sido construido en el año 1932/1933, por Pace y Lecture, éste último era un tío de Tito, y fue un hito en la historia del deporte y el arte argentino, que sirvió de escenario tanto a enormes conciertos, obras de teatro, música popular, como a esas memorables noches de sábado con carteleras de boxeo que paralizaban al país y contribuían a la formación de la cultura de nuestro pueblo; y para el Mundial de Básquet y los Panamericanos se acondicionó. Nosotros lo volvimos a restaurar, en 1990, para el Mundial de Básquet de ese año, bajo la presidencia de Menem.
              En el año 1952 hay una nueva participación de Argentina en los Juegos Olímpicos de Helsinki, Finlandia. Otra numerosa delegación, pero con menos triunfos que en el ’48. “Allí participó también Delfo Cabrera, en la maratón, pero salió sexto. Y destacó otro argentino, enorme peronista también: Reynaldo Gorno, quien salió segundo detrás de uno de los grandes atletas de todos los tiempos, el checoslovaco Emil Zatopek. Ese año Argentina ganó una medalla de oro en remo, doble par, con Tranquilo Capozzo, un tano nacionalizado argentino que nosotros conocimos, y Eduardo Guerrero, quien participó activamente conmigo en la Secretaría como militante deportivo peronista. Esa medalla fue la última que ganó nuestro país hasta el año 2004. Estuvimos cincuenta y dos años sin ganar medallas de oro, como evidencia de un despropósito nacional de los tantos que padecimos, una falta de políticas deportivas. Esto me lo han reconocido grandes deportistas que no fueron peronistas, como Enrique Morea, uno de los ganadores de medallas de oro en los Juegos Panamericanos de 1951. Yo hablé con él, sobre el Estado en el deporte, y me dijo que, aun no comulgando con el peronismo, era absolutamente consciente de la importancia que tuvo Perón para el deporte”.  

CONTINUARÁ CON PERON Y EL AUTOMOVILISMO EL BOXEO Y EL FUTBOL...




[1] PERON, Juan D. "Discurso del general Perón al recibir a los hermanos Gálvez en el Salón Blanco", 2 de agosto de 1951. Discursos. Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, Dirección General de Prensa. Comisión Bicameral de Homenaje Bibliográfico al Tte. Gral. Juan D. Perón.
[2] Ver Page, Joseph, “Perón. Una biografía”, nueva edición, Sudamericana, 2014.

[3] Ibidem.

[4] Ibidem.

[5] Ver encuentro de alpinistas franceses con Perón narrado en: Despasse, Louis, "El asalto al Fitz Roy", Peuser, Buenos Aires, 1953.

[6] 14 de septiembre de 1923.
[7] Ingeniero agrónomo y boxeador amateur, más tarde fundador del San Isidro Club; su hijo –amigo personal de Galmarini- fue un gran jugador de rugby que participó del partido fundacional de Los Pumas en 1965, en Sudáfrica.
[8] Apodado “El Ñandú criollo”, nació en Rosario el11 de octubre de 1911 y falleció en Buenos Aires el 24 de enero de 1983. Además del atletismo, practicó básquet, futbol y natación.  Huérfano criado en el Reformatorio de Marcos Paz, su infancia inspiró en 1939 el film “Y mañana serán hombres”,  de Carlos Borcosque.
[9] Además de obtener la medalla de plata, igualó el récord olímpico. No pudo tomar revancha del segundo puesto a causa de la Segunda Guerra Mundial. Fue promotora del deporte femenino en el país.

[10] El GOU, “Grupo de Oficiales Unidos” ​ o “Grupo Obra de Unificación” –pues no se conoce con certeza el significado de la sigla- era una organización secreta creada  en el seno del Ejército el 10 de marzo de 1943, que articuló las acciones para la Revolución del 4 de junio de  1943, con el objeto de remover al presidente Castillo, mantener la neutralidad en la Guerra e impedir el arribo a la presidencia de la Nación del político y terrateniente salteño ultraconservador Robustiano Patrón Costas. Perón fue claramente uno de los principales cerebros de este grupo.

[11] El general Ducó (1901-1964) fue presidente de Huracán en 1949 y 1952-1954 e impulsó la construcción del estadio del club.   
[12] El decreto 32.912 de 1948 -el cual se gesta en la órbita de la Secretaría de Salud Pública encabezada por Carrillo- establecía la obligatoriedad del examen médico pre-competitivo. Ese decreto fue el preludio de los Juegos Deportivos Evita, que conjugaban la actividad física con los controles de salud y la detección precoz de enfermedades. También se sostiene que Perón habría emepzado a observar el síntoma de la injusticia social en el estado de salud de los conscriptos, desnutrición, enfermedades endémicas, etc. Eso, tal vez, haya tenido influencia en su preocupación por el estado físico de la juventud.

[13] El Pato agrega: “Hubo un colaborador de Perón, esgrimista y amigo personal, Rodolfo Valenzuela, quien se desempeñaba como Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y que paralelamente ejercía la presidencia de la CAD-COA (Confederación Argentina de Deportes- Comité Olímpico Argentino), que tuvo mucha incidencia en la implementación de estas políticas”.


miércoles, 15 de julio de 2020

OTROS RECUERDOS DEL PRIMER PERONISMO, por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista y textos de Javier Garin






"Puto y ladrón, queremos a Perón".

por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista y textos de Javier Garin



"Puto y ladrón, queremos a Perón".

        Ya hemos dicho que el Pato se reconoce orgullosamente como “de Boca y Peronista”. “Como el propio Perón”, agrega. Y promete que fundamentará irrefutablemente la filiación boquense del General.
     -La frase “de Boca y peronista” -cuenta el Pato- se la oí decir muchas veces a Antonio Cafiero. Y antes de él, a un sacerdote tercermundista que, al igual que Carlos Mugica, fue -para muchos de mi generación- un referente político y espiritual: el Padre Jorge Galli."  Un sacerdote de Pergamino que jugó un papel importante en la conformación de la JP Lealtad y en el alejamiento del Pato y de otros jóvenes de la tendencia revolucionaria, tras el asesinato de Rucci. “El padre Jorge Galli era un fenómeno –cuenta-. Un tipazo. Amigo de Carlos Mugica, pero de origen más popular. Fuimos muy cercanos. A veces el padre Jorge lo chicaneaba amistosamente a Carlos Mujica y le decía: “vos sos un cajetilla”. Porque, claro, el padre Jorge era de una familia muy humilde y muy peronista. Le gustaba el futbol y era fanático de Boca. Y siempre me decía: soy de Boca y peronista.”
          El Pato no sabe muy bien de dónde le viene esa filiación político-futbolera. Casi seguro, por el contacto con los chicos del barrio, de la calle Arenales. “Ahí, en los picados, yo me hice boquense, no me preguntes por qué… Mi viejo era hincha de Independiente, y me enloquecía con ir a ver al Rojo: me hablaba de los infinitos goles de Arsenio Erico y de las míticas apiladas y gambetas de Vicente De la Mata; con él vi a Micheli, Ceconatto, Bonelli; Grillo y Cruz. Pero entre el piberío de los picados Boca tenía más predicamento, creo yo. Y a partir de los siete años, más o menos, me habré hecho hincha de Boca, aunque mi viejo me tirara para el lado de Avellaneda. No era por exitismo: Boca había salido campeón cuando yo tenía un año y dos años, y después recién volvió a ganar un campeonato en 1954, tras una década. Tengo grabada la formación de Boca campeón para siempre: arquero Musimessi; Colman y Edwards; Lombardo, Mouriño y Pescia; Nardiello, Baiocco, Borello, Rosello, y el “turco” Markarian. A Musimessi le decían “el guardavallas cantor”, porque cantaba unos chamamés más malos que el diablo; incluso grabó un disco que yo de pibe tenía en formato de 78; años después lo conocí cuando trabajó con Rousselot en la Municipalidad de Morón. También conocí a Edwards cuando armamos la Secretaría de Deportes de Nación. Y a Pepino Morello lo conocí en una estación de servicio de zona sur muchísimos años después”.
                   - ¿Es cierto que, entre las cosas buenas que te dejó la militancia política, te diste el gusto de tratar con muchos de los ídolos deportivos de la Argentina?
.                    - Sí, Javier. Tuve la suerte de conocer en persona a los cinco más grandes deportistas del siglo XX, según la elección del Círculo de Periodistas Deportivos de 1999, a saber: Diego Armando Maradona, Juan Manuel Fangio, Carlos Monzón, Guillermo Vilas y Roberto De Vicenzo. Además de ellos, tuve oportunidad de conversar muchísimas veces, y en algunos casos mantener amistad, con importantes figuras, desde Prada a Nicolino Locche, desde César Menotti a Salvador Bilardo, Gabriela Sabattini, Hugo Porta, Osvaldo Suarez, Reynaldo Borno, y desde ya numerosos futbolistas, el “loco” Gatti, el “pato” Fillol, Juan Simón, Norberto Alonso, mi amigo el “Hueso” Glaría… Hasta me puse la gloriosa camiseta de Boca en un partido a beneficio”, dice, y promete contarnos todo esto en detalle más adelante.
         Su adhesión al peronismo también nació en el barrio y en los picados. “Mi viejo era un profesional de clase media, y mi vieja, ama de casa. Cuando vino el peronismo, mi familia no fue de las que lo celebraron, sino más bien de las que se limitaron a admitirlo. En mi casa no se hablaba de política. Mi viejo laburaba como bioquímico en el Ministerio de Agricultura. Fue reservista. Yo me acuerdo que tenía el birrete, que les daban a todos los laburantes, y que los hacían desfilar. Y a algunos les gustaba, y a muchos no les gustaba. No era antiperonista, pero le desagradaban las imposiciones. Por ejemplo, que lo obligaran a llevar brazalete negro por la muerte de Evita [1], aunque íntimamente lamentara su pérdida. Pero si vos me preguntás dónde habré escuchado las cosas primeras de Perón, debe ser con los pibes de la calle, jugando a la pelota. Y en los Torneos Evita. Entre mis amigos del fútbol callejero sentí fuerte la tristeza que provocó la muerte de Evita. Me acuerdo de esos días en que en las radios sólo se escuchaba música sacra y a las 20:25 se recordaba diariamente el momento de su fallecimiento. Creo que durante varios días hasta dejamos la pelota archivada y nos dedicamos a la bolita o las figuritas para no hacer bochinche. Ahora, ¿yo era peronista? ¡No lo sé! ¡Yo qué sé qué era! Futbol y peronismo eran cosas que se respiraban. En el ambiente futbolero se respiraba mucho peronismo. Era más que una postura política. Era una forma de ser. Para muchos, ser peronista era como me contó la hija del “Mono” Gatica, Eva, que solía decir su padre: “yo de política no entiendo nada, yo soy peronista”.
-Tengo una imagen muy, muy fuerte –prosigue el Pato- donde de nuevo se mezclan para mí la política y el deporte, Boca y Perón, como ha sido una constante a lo largo de mi vida. Los gorilas habían instalado miles de mentiras sistemáticas para destruir el prestigio de Perón después de su derrocamiento[2]. Lo acusaron de ladrón de los dineros públicos. Y pusieron en circulación todo género de infamias destinadas a presentarlo como un pervertido, persiguiendo a las jovencitas de la Unión de Estudiantes Secundarios, o asegurando que Perón era homosexual. En su amor por el boxeo, había traído a la Argentina grandes pugilistas norteamericanos, entre ellos Archie Moore, y salieron a decir que éste se acostaba con Perón. Y había un muñequito movible, que yo tuve en mis manos (y debe haber habido muchos dando vuelta) que representaba a un boxeador negro, como Archie Moore, y un tipo vestido de general como Perón, y cuando lo apretabas de abajo, el boxeador tenía sexo con el general. Esto circulaba entre los adultos, pero también lo veíamos los pibes. ¡Los gorilas de entonces eran peores que ahora! La palabra “Evita” había sido prohibida, igual que las palabras “Perón”, “peronismo”, “justicialismo”, “descamisado”… ¡Igual que la marcha peronista, su escudo, las efigies de sus fundadores! Ese gobierno que se llamaba a sí mismo “libertador” y que proclamaba “la democracia” había emitido un decreto ley –número 4161- tan  infame como ridículo, con el que pretendía expropiarnos la palabra y borrarnos los recuerdos”[3].
           Pero el pueblo no creía en las infamias y las daba vuelta. El Pato se emociona al recordar la lealtad de las hinchadas futboleras hacia Perón en los primeros años de la proscripción. Allá en la Bombonera, donde ningún decreto de prohibición dictatorial de nombrar a Perón tenía vigencia, donde no lograban calar los escribas pagados para difamar y ensuciar al líder proscripto, donde caducaban todas las represiones y se liberaban los impulsos vedados en la Argentina “oficial”, la hinchada daba rienda suelta a su peronismo y su rebeldía. La multitud informe, incontenible, exuberante, prorrumpía en cánticos reivindicativos. Y la Bombonera temblaba, y todas las canchas temblaban, y se oía por largo rato el retumbar ensordecedor del pueblo, burlándose de los dictadores, sin perder el tiempo en refutar sus agravios, tomando sus mismas mentiras como bandera:
“Puto-y-ladrón,
queremos-a-Perón.”
“Puto-y-ladrón,
queremos-a-Perón.”
         “Porque el peronismo es así –dice el Pato-. Y Boca también es así. Puro tumulto, puro corazón, puro pueblo. Y por eso soy como decía el Padre Galli. De Boca y peronista.”

                                               


  Infancia en el primer peronismo:
                   La nostalgia del Pato Galmarini por el primer peronismo se mezcla en su memoria con la natural nostalgia que todos sentimos por nuestra infancia. La alegre despreocupación infantil, la inocencia y los juegos, la edad dorada de la niñez, la cariñosa protección de los padres, el cuidado y afecto de un padre justo, pero también “compinche”, que luego perdería a edad demasiado temprana: todo ello coincidió felizmente, para él y para los chicos de su tiempo, con uno de los períodos de mayor esplendor y primacía popular en la historia argentina.
                   Tras la Década Infame se abrió en el país un tiempo de afirmación nacional, de crecimiento económico y de redistribución de la riqueza que impactó en el bienestar de los sectores populares. Este auge estuvo vinculado, por una parte, con un nuevo concepto introducido por los hombres que asumieron el gobierno –entre los que descollaba el entonces coronel Perón-, y en parte por el aprovechamiento inteligente de una coyuntura internacional. El nuevo concepto fue el de planificación. Los sectores más inteligentes del gobierno surgido de la Revolución de 1943 se propusieron administrar planificadamente los distintos aspectos de la vida argentina, para realizar potencialidades hasta entonces inexploradas: su instrumento y usina de ideas fue el Consejo Nacional de Posguerra, que tuvo a su cargo el cometido de pensar el mundo, y la forma de inserción argentina en él, en el escenario existente y en el inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial[4]. Por primera vez se hablaba de manera sistemática de geopolítica y de planificación económica y social, haciendo amplio uso de las estadísticas. La coyuntura internacional fue, precisamente, la de la gran contienda bélica entre las potencias del Eje y los Aliados, conflagración monstruosa en la que se debatían millones de combatientes y que insumía esfuerzos y recursos de los principales Estados de cinco continentes. Argentina se empeñó en mantener la neutralidad casi hasta el final. Esta decisión, duramente criticada por los países aliados –y fuertemente combatida por los Estados Unidos a través de un aguerrido y soberbio representante diplomático, el embajador Spruille Braden, quien pasó a convertirse en el símbolo viviente del intervencionismo norteamericano-, dio sin embargo al país la oportunidad de un inédito desarrollo. La guerra obligó a la sustitución de importaciones, con la consiguiente expansión de la actividad industrial y el fortalecimiento del mercado interno; en pocos años, Argentina dejó atrás la exclusividad asfixiante de la producción agrícola-ganadera –propia del modelo tradicional agroexportador afianzado por la división internacional del trabajo desde la segunda mitad del siglo XIX-; la actividad se diversificó; se fortaleció un proletariado urbano cada vez más numeroso y bien organizado; el Estado asumió un decidido rol interventor en la economía; mediante la Justicia Social se procuró corregir desigualdades. Los sectores más vulnerables y postergados –los campesinos, los trabajadores rurales, los trabajadores industriales, los niños, los ancianos, las mujeres- recibieron una protección legal y social inédita hasta entonces. Fue la versión criolla del Estado de Bienestar, sostenida políticamente en la alianza de Perón con el movimiento obrero organizado: base social de su consagración como líder popular nacional durante la jornada del 17 de octubre de 1945, y razón principal de su triunfo electoral del 24 de febrero de 1946, en las primeras elecciones libres y democráticas que se celebraron casi dieciséis años después del golpe de Estado al presidente Yrigoyen[5].
                   En paralelo a todo este proceso de expansión económica y reparación social, el país vivió un auge en todos los aspectos de la vida nacional, y un renacimiento del espíritu patriótico, el orgullo y la autoestima. La Argentina de los años cuarenta y primera mitad de los cincuenta era un país joven que se sentía llamado a grandes destinos; que confiaba en sus propias fuerzas; que miraba al futuro sin temor y esperaba de él la ocasión de nuevos desarrollos y triunfos. Este optimismo era fogoneado desde el gobierno y sostenido en hechos positivos y reales: la capacidad y la inventiva hallaban expresión en la producción industrial, en la obtención de logros tecnológicos, la realización de importante obra pública, el desarrollo y fabricación de automóviles, locomotoras, aviones, barcos, hasta los primeros intentos de aprovechamiento de la energía nuclear. En el terreno cultural, fue también el auge de diversas formas de la cultura popular: el tango tuvo su época dorada; el folklore conquistó el respeto y la estimación; la radiofonía copó los hogares instalando decenas de estrellas de radioteatros –de ese medio surgió precisamente Evita-; el cine argentino, exportado a toda América, conoció su momento de gloria. Nada parecía imposible para una Argentina que se ponía de pie sin miedo ni complejos ante el mundo.
                   Aquellos años vieron también el ocaso e irremontable declinación del dominio político, económico y cultural de Inglaterra. La Segunda Guerra Mundial significó el principio del fin del más grande imperio mundial que los ingleses habían sabido construir en los últimos siglos, derrotando a sus rivales, y que tenía en Argentina una semicolonia, un país teóricamente “independiente” desde el punto de vista político, pero en la práctica subordinado a sus mandatos económicos, y cuyas áreas estratégicas estaban controladas por los capitales británicos. Los lazos de la sujeción imperialista al dominio británico habían sido denunciados por Lisandro de la Torre en jornadas ominosas en el Senado de la Nación[6], y por Raúl Scalabrini Ortíz[7] y los hombres de FORJA[8] en densos e irrefutables ensayos y en enérgicas proclamas políticas, hasta entonces caídas en saco roto. Pero mientras Inglaterra decaía, Estados Unidos se levantaba, robustecido por el triunfo en la Segunda Guerra Mundial, afianzado en su autoproclamada intención hegemónica a nivel mundial y especialmente en relación a América Latina, a la que siempre había mirado como su “patio trasero”, aunque sin poder consumar sino hasta entonces la extensión de su dominio a todo el continente. La sustitución gradual del dominio británico menguante por la naciente hegemonía norteamericana abrió una brecha en el esquema de dominación del sur del continente, que fue muy bien aprovechado por Perón para intentar un gobierno autodeterminado y procurar extender una influencia independiente a otros países de la región. Fue la época del renacer del americanismo, del sueño del ABC: la alianza estratégica de Argentina, Brasil y Chile en la construcción de una gran potencia sudamericana bioceánica, capaz de disputar su lugar en el mundo con los más poderosos[9]. Sueño boicoteado por los intereses imperiales y nunca concretado. Fue también el comienzo de la Guerra Fría: del mundo repartido en Yalta entre el imperio bifronte anglosajón y el imperio comunista ruso, realidad geopolítica  la que el General Perón respondió con un aporte original y pionero: la “Tercera Posición”.
                   En ese país, cuya versión idealizada procuró Perón teorizar en el Congreso de Filosofía de Mendoza mediante la proclamación de la “Comunidad Organizada”[10], los valores que dominaban eran los de la solidaridad, la protección y el cuidado; la confrontación y la lucha eran sustituidos, al menos teóricamente, por la colaboración en aras de un proyecto común de Nación. Las tres banderas que debían unir al pueblo habían sido delineadas por Perón en casi todos sus discursos: Justicia Social, Soberanía Polìtica e Independencia Económica. En la realidad concreta, este ideal cooperativo, cuasi idílico, nunca tuvo un definido correlato, pues la vida política estuvo signada por momentos de una fuerte confrontación interna, expresada en las elecciones de 1946 por la disputa entre el naciente Justicialismo y la Unión Democrática –expresión unitaria de todas las vertientes del antiperonismo- y en lo sucesivo manifestada a través de resistencias, levantamientos e incluso atentados de los sectores contrarios al gobierno. 
                   Pero la dureza de los enfrentamientos políticos no se manifestaba en la vida cotidiana sino como un eco lejano de disturbios incomprensibles para los niños. Ellos vivían otra realidad, una vida social en la cual el gobierno había proclamado –y procuraba sostener en hechos y en políticas sociales, educativas, sanitarias y deportivas- que eran “los únicos privilegiados”. Era el tiempo de los Torneos Evita, que marcaron a fuego la infancia del Pato, como ha contado en un capítulo anterior.
                       "Era una Argentina distinta" - reflexiona. Un país que empezaba a dejar atrás la desnutrición infantil y las enfermedades endémicas, hijas del desinterés del Estado, que aplicaba a los niños las políticas sanitarias del Dr. Carrillo[11], en cuyos barrios no se conocía la droga, la delincuencia ni la inseguridad, cuyas poblaciones carcelarias disminuían en virtud de los efectos benéficos de la Justicia Social. Hoy parece mentira todo aquello –se lamenta el Pato-. Cuando lo contás, quienes no lo vivieron creen que exagerás, que estás verseando…”
                   Sobre la vida nacional se erguían como arquetipos las figuras de Perón y Evita: padres simbólicos de una nación joven, tan joven que aún reclamaba –en su imaginario reforzado por la propaganda oficial- la guía de un padre benévolo y justo y de una madre que prodigaba su amor incondicional a los más necesitados.
                   -Esa época -dice el Pato- fue también uno de los mayores momentos de esplendor en el deporte. Y yo lo viví como pibe, como amante del deporte y como deportista aficionado. 
                          De ese tema, preferido del Pato, nos ocuparemos en la próxima entrega.

CONTINUARÁ






[1] Eva Perón falleció en Buenos Aires el 26 de julio de 1952, víctima del cáncer, a los 33 años. La CGT dispuso tres días de paro y el gobierno decretó treinta días de duelo nacional obligatorio, e hizo conmemorar diariamente en las radios el momento de su “paso a la inmortalidad”. Su cuerpo fue velado en la Secretaría de Trabajo y Previsión hasta el 9 de agosto y trasladado al Congreso y luego a la CGT en medio de una multitud de más de dos millones de personas. Embalsamado, permaneció en la CGT hasta el derrocamiento de Perón, cuando fue secuestrado por un comando de la marina y hecho desaparecer durante 14 años, en un vano intento de evitar que se convirtiera en un símbolo de unidad y lucha del pueblo peronista.
[2][2] Campaña de desprestigio montada oficialmente a partir del golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955.

[3]  Decreto ley 4161, sancionado el 5 de marzo de 1956 por el dictador Pedro Eugenio Aramburu, firmado por este junto al vicepresidente y todos los ministros de la autodenominada “Revolución Libertadora”. Instrumento de la política de “desperonización” promovida por dicha dictadura, en él  se prohibía “la utilización de imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas (...)representativas del peronismo", e incluía una lista palabras prohibidas, tales como "peronismo", "peronista", " justicialismo", "justicialista", "tercera posición", la Marcha peronista, los discursos de Perón y Evita y hasta la sola mención del “nombre propio del presidente depuesto", "o el de sus parientes”. La infracción se penaba con prisión de treinta días a seis años no excarcelables, multa e inhabilitación para ejercer cargos públicos y sindicales, la clausura provisional o permanente de empresas y la disolución de personas jurídicas, partidos o sindicatos.
[4] El Consejo Nacio0nal de Posguerra fue creado por iniciativa del entonces vicepresidente Peron el 25 de agosto de 1944 como órgano consultivo de la vicepresidencia, designándose como su secretario general al Dr. Figuerola, acompañado por el coronel Domingo Mercante, de Estrada y otros, así como representantes de todos los ministerios, secretarías y organismos del gobierno a find e asegurar una visión integral. Debía trabajar sistemáticamente  fijando objetivos estratégicos y planificando políticas, , tanto en lo económico como en lo social, así como definir el perfil de desarrollo industrial y el lugar geopolítico de la Argentina en el mundo, previendo la inminente finalización de la Segunda Guerra Mundial. “Si bien los problemas sociales han sido con frecuencia abordados sin tener en cuenta la conexión que guardan con los demás factores que integran el complejo económico nacional, las excepcionales circunstancias del momento presente exigen que marchen firme y prudentemente orientados hacia la consecuencia de un objetivo común, claramente precisados y con un vigoroso impulso perseguido –dicen los considerandos del decreto- (…) la desarticulación provocada por la guerra en la economía mundial requiere igualmente prever las soluciones aplicables a las necesidades apremiantes de posguerra”. Y agrega que el Estado debe “perfeccionar los conocimientos técnicos, aumentar el rendimiento, mejorar de modo efectivo las condiciones de trabajo o de vida de los trabajadores, fomentar el progreso de la clase media y estimular el capital privado en cuanto constituye un elemento activo de la producción y contribuye al bienestar común” Perón, en sus “Memorias”, añade que creó este organismo para “estudiar cómo haríamos para que no nos robaran, como había sucedido en 1918, cuando los vencedores no nos pagaron un centavo por los productos con los que los habíamos abastecido”. La idea de planificación y el uso de las estadísticas parecen haber sido propuestas fuertemente a Perón por su colaborador en la Secretaría de Trabajo y previsión y experto en relaciones laborales el Consejo de su colaborador el catalán José Miguel Francisco Luis Figuerola y Tresols (BarcelonaEspaña1897 - Buenos AiresArgentina1970


[5] 6 de septiembre de 1930.

[6] Las denuncias del Senador santafesino Lisandro de la Torre, fundador del Partido Demócrata Progresista y candidato presidencial, acerca de los negociados del gobierno conservador con los intereses británicos en torno al comercio de las carnes y las concesiones otorgadas a estos últimos, produjeron un escándalo considerable que concluyó con el asesinato del senador electo por Santa Fe, Enzo Bordabehere en pleno recinto del Senado por un matón vinculado al gobierno.

[7] La expresión más notable de estas ideas es el ensayo “Polìtica británica en el Río de la Plata”, de Raúl Scalabrini Ortiz.
[8] La Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina fue una agrupación política integrada por militantes radicales yrigoyenistas -Arturo JauretcheHomero ManziOscar y Guillermo MeanaLuis DellepianeGabriel del MazoAtilio García MellidJorge Del Río y Darío Alessandro (padre)-  que preanunció en buena medida algunos de los tópicos sostenidos por Perón.
[9] La unión estratégica de Argentina, Brasil y Chile (ABC) fue una de las propuestas geopolíticas más recordadas del General perón, que postulaba la acción conjunta de estos tres países como eje vertebrador de la unidad continental para así resistir la imposición de hegemonías extracontinentales. La iniciativa no pudo concretarse debido a las resistencias internas en los otros dos países socios.
[10] El Congreso Nacional de Filosofía de Mendoza se celebró en esta ciudad entre el miércoles 30 de marzo y el sábado 9 de abril de 1949, y fue el marco elegido por Perón para exponer, durante la sesión de clausura, sus tesis acerca de la Comunidad Organizada, luego publicadas en forma de libro.
[11] El médico e investigador santiagueño Ramón Carrillo (1906-1956) fue el más grande sanitarista argentino y uno de los principales ministros de Perón, responsable de las exitosas e innovadoras políticas sanitarias de aquellos gobiernos. Falleció exiliado en Belén do Pará a consecuencia de las persecuciones a que fue sometido despudes del derrocamiento de Peròn.