DE BOCA Y PERONISTA
(PRIMERA PARTE)
Reportaje a Fernando "Pato" Galmarini por Javier Garin -
El Pato (el de bigotes) cumple el sueño del pibe y juega para Boca en un amistoso.
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A modo de introducción
"LA HISTORIA DEL PERONISMO NO SÓLO HAY QUE HACERLA, TAMBIÉN HAY QUE ESCRIBIRLA"
Palabras de Antonio Cafiero
El presente prólogo fue escrito por Cafiero hace algunos años, después de leer los primeros esbozos de los recuerdos de Fernando "Pato" Galmarini. En la foto se los ve a ambos con la camiseta de Boca en un amistoso (el Pato en cuclillas).
Creo que podemos afirmar, sin que se
nos asigne una visión facciosa o parcial, que el peronismo, como el
radicalismo, constituye una corriente histórica profunda de la política
argentina. No ha sido, como en sus orígenes preveían algunos críticos, un
fenómeno pasajero que se acabaría tan pronto fuera desalojado del poder y separado
de su líder y creador. No: el peronismo sobrevivió en el llano, atravesó con
dignidad, sacrificio, paciencia, resistencia y lucha el extenso desierto de la
persecución y la proscripción, recuperó sus derechos; volvió al gobierno; fue
nuevamente desplazado por la violencia; aprendió a perder elecciones y aprendió
a recuperarse de esa novedosa experiencia; se renovó; volvió a ganar…, en fin,
ya cuenta con varias décadas de vida y tiene, si Dios quiere y los peronistas
ayudamos, mucha vida por delante.
A lo largo de esta trayectoria,
millones de peronistas han aportado a la experiencia y la historia del
movimiento. Y quizás entendimos sesgadamente la intención de Perón, cuando nos
decía que “mejor que decir es hacer”. “Decir” puede ser una forma del “hacer”.
Perón mismo lo tenía claro, y su obra intelectual es una prueba de ello. La
militancia, en tanto, ha estado tan ocupada en producir cosas que se descuidó
un poco la reflexión y el registro de las experiencias.
La historia del movimiento no sólo hay
que hacerla: también hay que escribirla, para que nutra a las generaciones
presentes y futuras. Como estoy convencido de esto, siempre les pido a los
compañeros que cultiven la memoria, la registren y la publiquen.
Hablamos mucho con el querido Pato
Galmarini de este tema. Y como soy insistente, al menos con él he tenido éxito.
En los recuerdos del Pato se cruzan su amor por el deporte y su compromiso con
el país; podemos ver cómo vivían el naciente peronismo muchos pibes de los años
cuarenta y cincuenta del siglo pasado; vemos pasar a jóvenes heroicos, a
militantes sacrificados, a personajes entrañables como el cura Mugica y a
tantos otros. Como no se trata de un libro de teorías abstrusas, sino una
colección de recuerdos personales, el resultado es un pedacito de vida
argentina.
Yo espero que muchos otros sigan el
ejemplo de Galmarini. La historia, al fin de cuentas, es (o debería ser) la
resultante de todas las memorias.
ANTONIO CAFIERO.
1) "Al
tronar de las bombas. La supresión de los Torneos Evita",
por Fernando "Pato" Galmarini, reportaje y texto por Javier Garin.
Año
1955. Es el dieciséis de junio al
mediodía. Nadie sabe aún que ese día pasará a la historia como una fecha
luctuosa, criminal. Aunque hace fresco y hay una esporádica llovizna, un grupo
de chicos del barrio de Palermo se encuentran jugando un picado en la calle
Arenales, entre lo que es hoy Scalabrini Ortiz y Malabia. “Era una calle empedrada, donde pasaba un auto por hora. Las calles
estaban tomadas, entonces, por los pibes y la pelota. En vez de piquetes, había
partidos de futbol. Jugábamos todo el día, ocupando la cuadra a nuestro antojo,
haciendo los arcos con dos montoncitos de ropa de cada punta en la calzada; y
cuando los vecinos protestaban por los gritos o por algún pelotazo en las
persianas, el policía del barrio, familiarmente apodado “el vigi”, nos tocaba
el silbato. Ese silbato se respetaba más que el de cualquier referí. El partido
se cortaba, y nos trasladábamos para seguir jugando a la plaza que estaba en la
esquina de mi casa, la Plaza Intendente Casares”, recuerda Fernando
Galmarini, quien a la sazón tenía unos trece años de edad.
El
“picado” era una maravillosa mezcla de clases sociales, hermanadas por el amor
a la pelota: el hijo del doctor gambeteaba junto al hijo del portero, del albañil
o del dueño de la bicicletería “El Indio”, lindera a la casa del Pato. Los chicos
de una familia de clase media convivían en el picado con los hijos de
laburantes del único conventillo de la cuadra. No había “grieta política” entre
los pibes, pero de vez en cuando había algunas trompadas, producto de un gol
inventado o de un penal no cobrado.
De
pronto, grandes y repetidos estruendos. Gente que empieza a correr. Los pibes
hacen un alto sin comprender lo que sucede.
-¡Vamos a mi terraza!, propone el Pato.
Entran al edificio de Arenales 3859,
en cuyo primer piso, departamento B, vivía la familia Galmarini, y suben
corriendo los cinco restantes que los separan de la azotea, desde donde se divisa
la ciudad.
“En
todas las terrazas había gente mirando –recuerda el Pato-. Estábamos no muy lejos de Plaza de Mayo y no
sabíamos que en ese mismo momento, allí, estaba muriendo gente por las bombas:
trabajadores que habían concurrido en respaldo del gobierno, oficinistas,
transeúntes circunstanciales, y hasta niños de un autobús escolar que tuvieron
la desgracia de ser alcanzados por el criminal ataque. Se escuchaban las
detonaciones y los ruidos de los aviones de la Marina de Guerra sublevados
contra el presidente constitucional Juan Perón, a quien querían matar a
cualquier costo, sin importarles las vidas de quienes se encontraban en las
inmediaciones; y se veían las columnas de humo elevarse en el cielo. Años
después, me enteré que también habían bombardeado otros lugares, como el cuartel
de La Tablada y la residencia presidencial, el Palacio Álzaga Unzué, en Austria
y Las Heras; y que una bomba había caído en Las Heras y Pueyrredón, y que hubo
muertos allí también, no sólo en la Plaza de Mayo.”
Aunque ni el Pato ni sus
amigos del picado lo supieran, ese día se empezaba a modificar el curso de la
historia. Un grupo de militares y civiles opositores a
Perón intentaba asesinarlo y derrocar su gobierno mediante el
bombardeo y ametrallamiento aéreo,
matando a más de trescientas personas e hiriendo a más de setecientas. La sociedad, tal como el Pato y sus amigos la
habían conocido, no volvería a ser la misma. Faltaban pocos días para que Perón
finalmente cayera bajo otro golpe de Estado, esta vez exitoso.
Los Torneos Evita marcaron a miles de niños enseñándoles el amor al deporte. El Pato es el tercero desde la izquierda de su equipo "Mundo Infantil".
-¿Cuál era la importancia de esos torneos tan famosos?
- Promovían el deporte, la contención, la formación moral. Eran mucho más que justas deportivas. En salud, por ejemplo, dicen los viejos
peronistas que fue su ministro, Ramón Carrillo, quien intervino activamente en
el armado de los Torneos Infantiles Evita. Estos torneos, en los cuales jugaron
miles de pibes a partir de 1948 hasta el golpe de 1955, tenían como premisa y
fundamento no solo el jugar, sino que era exigencia del Estado Nacional, y de
los Estados provinciales, que todos los chicos que disputaran en ellos, fuesen
sometidos a un chequeo médico, como parte del control sanitario y de la revolución
de Carrillo en la salud de Argentina. El antiperonismo dijo después que en esos torneos adoctrinaban a los pibes. Nada que ver. No había nadie adoctrinando a los pibes ni
mucho menos. Sólo se les daba la oportunidad de jugar organizadamente, de
competir con otros pibes del país…”
- ¿Cómo fue que participaste?
- Como miles de pibes. Yo era muy chico…
Me di cuenta, años
después, de lo que había significado para mí. Yo jugué mucho en la calle, en la esquina de mi casa. Y ahí, un día, nos reclutó
un tipo, no recuerdo si a todos o a algunos, para jugar en el equipo “Mundo
Infantil”, que era el nombre de una revista de aquellos años. Había una revista Mundo Infantil, otra Mundo
Deportivo, otra Mundo Peronista, etc. Mi equipo era Mundo Infantil, y me
acuerdo lo felices que éramos los pibes con jugar en esos torneos. ¡Basta ver
la foto del equipo Mundo Infantil! … ¡Qué cosa tan linda! En cada equipo te daban las camisetas, los
pantalones, y las medias. Y todos lo íbamos a buscar a los locales de la Fundación Eva Perón, donde había miles de juegos de
camisetas, miles de juegos de pelotas. Cada equipo se iba con su camiseta, para
jugar los torneos en todo el país. Imaginate lo que habrá sido eso… Yo he
charlado de esto muchísimas veces en reuniones con amigos míos, muy amigos,
como el Cabezón Sívori, que fue uno de los grandes jugadores argentinos y
comenzó jugando en los torneos Evita en San Nicolás. Él era de allí. O con el Toscano Rendo … Antonio Valentín Angelillo… Vicente
de la Mata… Tipos de mi edad, que fueron jugadores excepcionales, que llegaron
a primera e incluso fueron estrellas, no como yo, (risas) ¡y empezaron jugando en los
torneos infantiles Evita! ¿Te das cuenta?
“Esto ha quedado, aunque lo quisieron borrar. Es un sello del
peronismo. Hoy todavía cuando se organizan torneos infantiles,siempre salta alguno que dice: “pongámosle
Evita”. Incluso hace poco Tinelli me contó, en Showmatch, que él había jugado en
la segunda versión de los torneos Evita que se hizo en los años setenta. Porque
en el ’73, con la vuelta de Perón, se volvieron a hacer. Y luego nosotros en
los noventa, tomando aquel modelo, hicimos los Torneos Juveniles Bonaerenses, y
fuimos varias veces al programa de Tinelli, y él contó ahí que había
participado en los Evita de los años setenta. ¡Y Diego Maradona jugó en estos
torneos, con los Cebollitas, en el 74 o 75, cuando él ya estaba jugando en
Argentinos Juniors! Pero los juegos infantiles Evita, los originales,
comenzaron en 1948, patrocinados por la Fundación Eva Perón. Al principio
fueron campeonatos infantiles de fútbol, pero después incluyeron otras
disciplinas, atletismo, natación, básquet… ¡Ahora, imagínate el daño que habrá
sido para los pibes desarticular aquello cuando cayó Perón!”
-¿Qué significó que los eliminaran?
-Ahí se empezó a notar lo que
significaba la caída del peronismo hasta en los detalles más pequeños de la
vida cotidiana. Porque la persecución a los deportistas peronistas fue indignante, pero
tal vez no se percibía con claridad para el que no estaba en ese mundo. Pero en
los torneos Evita estaban los pibes de todos los barrios de la República. Y al
año siguiente del derrocamiento no hubo más torneos Evita, porque no se podía
mencionar a Evita, estaba prohibido su nombre por decreto…
- Si hubiera habido voluntad política de mantenerlos podrían haberlos rebautizado...
-¡Es que ahí estaba el quid! No los querían. O no le otorgaban al fomento del deporte la
importancia que le dio Perón. O no les interesaba hacer felices a los pibes. O
querían simplemente borrar todo lo que había caracterizado al peronismo. Aun
cambiándoles el nombre, seguían siendo los torneos Evita. Eran un recuerdo del
peronismo que había que eliminar. Fue una cosa de lo más perversa, porque no
solamente hicieron lo que hicieron, fusilaron, persiguieron, censuraron, proscribieron al
peronismo, impidieron al pueblo votar, intervinieron el PJ, los gremios, la
CGT, reprimieron huelgas, destrozaron todo, ¡sino que también a los pibes nos
cagaron parte de nuestra alegría!...
"Pero el tiro les salió por la culata -reflexiona el Pato-. A muchos de nosotros, pibes entonces, el deporte nos había comprado el corazón y los sueños. Unos años más tarde los chicos que habíamos visto de lejos ese criminal bombardeo comenzamos a entender los cuentos de los mayores y a reclamar nuestro lugar en la pelea que estaban dando los mayores para que Argentina volviera a ser una patria con dignidad para su pueblo. Fue una paradoja de la historia, porque, contrariamente a lo que hubieran querido los enemigos de Perón, todo aquello tuvo como fruto la incorporación de nuevas generaciones a la lucha por el retorno, una lucha que comenzó la misma noche en que echaban a Perón. Quienes imaginaron que Perón tendría un destino similar a San Martín o a don Juan Manuel de Rosas, es decir, morir en el exilio, si antes no podían asesinarlo, calcularon mal. Esta vez, el pueblo peronista, conducido por su líder, volvería 17 años más tarde, y poco después sería por tercera vez presidente de la Nación."
.
CONTINUARÁ...
Fecha del golpe de Estado militar que derrocó al Presidente
Ramón Castillo, puso fin a la denominada “Década Infame” gobernada mediante la
corrupción y el fraude electoral, y elevó a la Presidencia sucesivamente a los
generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell. El principal
ideólogo y articulador de este movimiento fue el coronel Juan Perón, quien,
primero desde el GOU y luego desde la Secretaría de Trabajo y Previsión logró
articular a distintos sectores detrás de un proyecto común, promoviendo junto a
los sindicatos un cambio legislativo y social que dignificó a los trabajadores
urbanos y rurales y fue la base social que lo catapultó a la Presidencia en
1946.