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sábado, 18 de julio de 2020

NUEVOS DATOS SOBRE EL NACIMIENTO DE JUANA AZURDUY, Por Manuel Omar Armas.


por Manuel Omar Armas


Comparto con el blog de Luces y Sombras de Nuestra Historia un dato que me envió el Director del Archivo Historico de Tarija, el historiador Elias Vacaflor Dorakis.

 "El 12 de julio se recordó el natalicio de Juana Azurduy; pero por un error de un historiador de Bolivia se consignó la fecha de nacimiento de una homónima Juana Azurduy Bermudez cuando en realidad es Juana Azurdui Llanos .
 Existe un confusión sobre la verdadera fecha de nacimiento de la Heroina Juana Azurduy, hecho que originó que el Estado argentino haya promulgado la ley Nº 26.277 que  conmemora el día del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla.
Con el propósito de rectificar dicha fecha gracias al aporte del historiador  SUCRENSE Lic. Norberto Torres, que obtuvo la Partida Original de tan importante e histórico documento del Archivo Arquidiocesano de Sucre (Bolivia), bajo la dirección de la Señora Avelina Estrada , se transcribe el texto, que sin duda será útil para que las autoridades argentinas procedan a la rectificación pertinente.

JUANA ASURDUI

En esta Santa Iglesia de San Pedro de Tarabuco, en veintiséis de marzo de mil setecientos ochenta años. Yo, Pedro Dávalos, Teniente de Cura constándome estar bautizada, puse óleo y crisma a Juana  de dos meses, mestiza, hija legítima de Isidro Asurdui y de Juliana Llanos. Fue su Madrina Rosa Zarate a quien le advertí su obligación y parentesco espiritual, para que conste, lo firmé.
Pedro Dávalos

Transcripción de copia del original proporcionado por el Lic. Máximo Pacheco, Director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (Sucre, Bolivia).

Por lo tanto, convendría hacer las siguientes consideraciones:

1. Se mantuvo la grafía original
2. El año 1780 fue bisiesto
3. Juana Azurduy Llanos nació en Tarabuco (Chuquisaca), el día miércoles 26 de enero de 1780 y; bautizada, en la Iglesia del mismo pueblo, el domingo 26 de marzo del mismo año.

Tarija, 28 de julio de 2018
Elias Vacaflor Dorakis

Agregamos que algunos historiadores y páginas de internet dan como lugar de fallecimiento de Juana Azurdui, Jujuy lo cual también es erróneo. Si bien Juana estuvo en el actual territorio argentino sus actividades en el mismo fueron las siguientes:
 En 1817 baja hacia Salta. En 1819  fue a Buenos Aires a tramitar los sueldos de su fallecido esposo acompañada por su hermano. Luego en 1820 estaba en Tucumán (el gobernador Bernabé Araoz  asi lo acredita). En 1825 el gobierno de Salta le brinda ayuda para trasladarse a Chuquisaca .
Muere en Qoripata (Sucre) 25-5-1862 . Siendo sepultada en el cementerio general ese mismo día según el libro de entierros

martes, 16 de junio de 2020

La reivindicación de la figura histórica del General Manuel Eduardo Arias, por el Prof. Victor Rodolfo Arias


            

             
Por Prof. Víctor Rodolfo Arias

 El general Manuel Eduardo Arias fue un héroe de la independencia nacional, desconocido en nuestro país a causa del silencio que mantuvieron la mayoría de los historiadores, sea por el desconocimiento o porque se dejaron deslumbrar por la ilustre figura del caudillo salteño Martín Miguel de Güemes, jefe encargado de dirigir la defensa de la denominada “frontera norte” durante las guerras de la independenciaFueron sus padres don Francisco Arias -hijo del conquistador de la zona chaqueña Francisco Gabino Arias Rengel- y de una joven humahuaqueña cuyo nombre aún permanece desconocido.
Don Manuel Arias fue el adalid del campesinado jujeño; defensor de Orán, San Andrés y el área comprendida entre la Quebrada de Humahuaca y la Puna jujeña. Mantuvo numerosos combates contra las huestes realistas cuyas fechorías y actos de crueldad, provocaban terribles perjuicios a los jujeños; pueblo que desde el principio de la revolución adhirió a los ideales independentistas. Jujuy fue la vía principal escogida por los realistas para invadir la gobernación de Salta, y las milicias comandadas por Arias constituyeron la vanguardia patriota encargada de hostilizar y dificultar los avances a través de ataques imprevistos y la eficaz guerra de recursos.
En 1816 arribaron a Sudamérica tropas expertas en combates, que soberbias se jactaban de expulsar de la península ibérica a los franceses. El general José de La Serna fue el nuevo jefe de las huestes reales, cuyo propósito principal era atacar la retaguardia del Ejército de Los Andes para obligar a San Martín renunciar la campaña libertadora y presentar una batalla que fuera decisiva. No contaba aquel jefe español con el denuedo de los jujeños oranenses dirigidos por Arias; fueron estos los que le asestaron un duro golpe a la campaña invasora de 1817 cuando, al despuntar el alba del 1 de marzo de ese año, tomaron por sorpresa la fortificación de Humahuaca. Así lograron apoderarse de armas, municiones e importantes recursos alimenticios que eran necesarios para proseguir la campaña. El orgullo herido de La Serna lo llevó a despachar columnas para escarmentarlo y recuperar los elementos perdidos. Nada pudieron obtener Olañeta y Centeno, solo perder más hombres y caballos. La campaña libertadora de San Martín estaba asegurada.
Fueron muchos los triunfos e intervenciones de Arias durante la guerra por la independencia, mencionar cada uno de ellos haría más extenso este escrito. Su valor y patriotismo permanecieron incorruptibles. El historiador Emilio Bidondo describe el episodio donde Olañeta, en pleno combate, expresaba las más lisonjeras proposiciones para que el patriota se pasara de bando. La repuesta deArias fue pragmática: lo “despachó a tiros”. 
Quienes infundadamente lo acusan de “traidor”, se basan en el escrito del historiador Bernardo Frías –principal apologista güemesiano- este  refiere que hombres leales a Güemes interceptaron una correspondencia con “la firma de Arias” dirigida a Olañeta para entregar Salta al dominio del rey de España, acusación que el gaucho jujeño negó rotundamente. Pese a esto, fue desterrado a tierras tucumanas en donde Bernabé Aráoz lo designó jefe del ejército. El destino los hizo encontrarse nuevamente en la guerra civil: Arias el frente de las tropas tucumanas y Güemes, de las salteñas; el triunfo del primero obligó a retirase al segundo a sus tierras para controlar la revolución que estallaba en clara oposición a la guerra contra una provincia hermana, además de los empréstitos forzosos a los que eran sometidos los habitantes de la gobernación. Lcausal de la desavenencia entre Güemes y el líder jujeño debe encontrarse y ser interpretada en el contexto de la lucha de Jujuy por alcanzar su autonomía política respecto de Salta
Su figura es reconocida y valorada por los jujeños, quienes asumen el compromiso de salvaguardar el legado histórico de aquel caudillo silenciado en la historia Argentina. Afortunadamente, se ha constituido en la provincia de Jujuy el Instituto de Estudios Históricos “Gral. Manuel Eduardo Arias” presidido por el Dr. Isidoro Arzud Cruz, que lleva adelante la ardua tarea de difundir la vida de este héroe jujeño, silenciado en la historia a pesar de haber sido un baluarte de nuestra independencia.
Referencias bibliográficas:
-BIDONDO, Emilio: “La guerra de la independencia en la frontera norte” Tomo I.
-CARRILLO, Joaquín: “Jujuy, Apuntes de su historia civil”.
-FRÍAS; Bernardo: “Historia de Güemes” Tomo IV.
-INFANTE, Félix: “Manuel Eduardo Arias, su vida y su drama”.

sábado, 13 de junio de 2020

MANUEL BELGRANO, PROMOTOR DE LA ACTIVIDAD ASEGURADORA, POR Gustavo Javier Valdes



Por Gustavo Javier Valdes


(Belgrano, promotor de la actividad económica en todos sus aspectos, fue también un adelantado en materia de actividad aseguradora como nos recuerda en esta nota Gustavo Javier Valdes)


Los belgranianos debemos proponer que el Día del Seguro en nuestro país sea el 15 de junio, debido a que en esa fecha del año 1796 el Lic. Manuel Belgrano, en su carácter de Secretario Perpetuo del Real Consulado de Buenos Aires, leyó la memoria titulada “Medios generales de fomentarla agricultura, animar la industria y proteger el comercio en un país agricultor”, y no el 21 de octubre, como se considera actualmente, en base a una disposición del Primer Triunvirato, cuyo secretario fue Bernardino Rivadavia, claramente posterior a esta primera iniciativa belgraniana.-

Resulta indudable la acción pionera y clarividente de don Manuel Belgrano en el ámbito asegurador. Es del caso entonces señalar que la propuesta de Rivadavia del 21 de octubre de 1811 sòlo tuvo el mèrito de retomar la decisión -a quince años vista- del primigenio proyecto belgraniano, porque los tiempos políticos no ofrecieron marco adecuado para hacer viable la iniciativa. Téngase en cuenta que Rivadavia era simplemente uno de los secretarios del Triunvirato que integraban Chiclana, Sarratea y Paso. Y que, aún hoy, los historiadores no se ponen de acuerdo en si la iniciativa para la creación de una compañía de seguros, correspondió a Rivadavia , al cuerpo colegiado o a Juan José Paso, gran conocedor de los temas económicos.-

En las Actas del Real Consulado de Buenos Aires (1796) y en la Memoria titulada: Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio de un país agricultor, leída por el licenciado D. Manuel Belgrano, abogado de los Reales Consejos y Secretario por S.M. del Real Consulado de esta Capital, en la sesión que celebró la Junta de Gobierno a 15 de junio de 1796. ,  Belgrano formula todo un vasto plan de gobierno (…) y después de sostener la necesidad de dignificar los métodos comerciales, elevando el concepto y la misión de quienes lo ejercen, formula como conclusiones la necesidad de que se establezca una Compañía de Seguros Marítimos y Terrestres. Una Compañía de Seguros, que es el complemento indispensable para el comercio razonablemente organizado. Y así lo confirma Belgrano, cuando explica: ‘Otro de los medios de proteger el comercio es establecer una compañía de seguros, tanto para el comercio marítimo como para el terrestre; sus utilidades son bien conocidas, tanto a los aseguradores como a los asegurados, y deberán empeñarse en semejante compañía al principio, todos aquellos hombres pudientes de esta Capital y demás ciudades del Virreynato, a fin de que desde sus principios tuviese grandes fondos, dispensándole este Cuerpo (el Consulado) toda protección posible’ ”

En el contexto planteado, no resulta un dato menor resaltar que, a partir de esa iniciativa de Belgrano, de inmediato Julián del Molino Torres  logró aunar la voluntad y el capital de “vecinos destacados”, a punto tal que pocos meses después (el 7 de noviembre de 1796) quedó constituida la Compañía de Seguros Marítimos La Confianza, primera aseguradora de capitales netamente criollos, habida cuenta que hasta allí, en estas tierras sólo operaba -desde 1784- una agencia de “La Real Compañía de Seguros Terrestres y Marítimos de Madrid”.-

En estos tiempos que se ha vuelto a discutir la intervención estatal en materia agraria con miras al bien común, es oportuno destacar que Belgrano, en la aludida Memoria del 15 de junio de 1796, indica: “Si a estos medios se agrega el establecimiento de un fondo con destino a socorrer al labrador en el tiempo de las siembras y de la recolección, ¿quién podrá negar que es uno de los principales fomentos que se pueden proporcionar a la agricultura y podrá alguno dudar de las ventajas que resultarían de él, sin más que el labrador beneficiado devuelva en grano al corriente de la plaza la cantidad que se le franquee…?”

Ademàs, en el Plan de Operaciones del “Programa de Acción de la Junta Provisional Gubernativa” (punto VI,13) redactado  por Mariano Moreno el 30 de agosto de 1810, pero a instancias de Belgrano, se propicia “el establecimiento de la casa de seguros nacionales, que debe crearse para las negociaciones a países extranjeros, del que podrán resultar grandes ingresos a los fondos públicos”.


No caben dudas que Don Manuel Belgrano es el verdadero precursor del desarrollo del seguro en nuestro país.

jueves, 4 de junio de 2020

Contexto internacional de la acción de Manuel Belgrano, 1800- 1820, por Alberto Lettieri


Contexto 1800-1820

Por Alberto Lettieri
N

Entre 1800 y 1820 el contexto político internacional dio un giro decisivo. En los inicios del período, la expansión napoleónica estaba en pleno auge, provocando profundos cambios en el contexto europeo. Varias monarquías y principados cambiaron de manos, en beneficio de parientes o de actores que contaban con el favor de Napoleón. Europa se asemejaba a una coctelera, con Estados que sufrían redefiniciones territoriales, cambios en sus autoridades o, directamente, eran borrados del mapa.

Las consecuencias de este arrebatador proceso excedieron largamente al continente europeo, ya que varias de sus naciones eran importantes imperios coloniales que extendían sus dominios a lo largo del planeta. La centralidad de la guerra europea obligó a la mayoría a descuidar esos dominios, permitiendo así dar rienda suelta a los sentimientos independentistas que afloraban en la mayoría de ellos. Cuando la deposición de los reyes y príncipes propiciada por el Imperio Napoleónico se concretaba, a menudo se ponían en cuestión los Pactos Coloniales respectivos, que asociaban la fidelidad de los pueblos a una dinastía determinada. “¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América? -se preguntaba Monteagudo en 1808-. Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas.”
Pese a su supremacía en la confrontación terrestre, el mundo ultramarino le quedó definitivamente negado a Napoleón en 1805, cuando el Almirante Nelson hizo añicos a la flota franco-española. Como represalia, impuso un bloqueo económico al comercio inglés en el continente europeo, que tuvo un efecto inverso al buscado, ya que liberó los mares para los británicos y propició el contrabando. En los dos años subsiguientes, los ingleses intentaron sin éxito apoderarse del Río de la Plata. Los criollos tomaron conciencia allí de que los sentimientos independentistas no eran una utopía.
En 1807 Napoleón tomó Lisboa y la monarquía portuguesa huyó al Brasil. En 1808 depuso al Rey Alfonso XII de España, para reemplazarlo por su hermano Luis Bonaparte. España era uno de los grandes centros de contrabando británico, que contrloaba el Puerto de Cádiz y el paso estratégico de Gibraltar. La rebelión anti-francesa estallò inmediatamente, organizara por Juntas de Gobierno que, además, mantuvieron los lazos políticos con el mundo colonial.
Los británicos, encantados con las políticas de Napoleón, explotaban el comercio internacional sin competencia y aceleraban su revolución industrial. Si bien lideraban la lucha contra Napoleón, les resultaba conveniente que Europa no pudiera resolver su propio laberinto. Por esto enviaban armas, dinero y tropas a los españoles, y hasta obtuvieron algunas victorias militares importantes en 1808 que obligaron intervenir personalmente a Napoleón.  
Mientras tanto, el frente oriental europeo le estallaba. Austríacos y rusos obligaron a que Napoleón abandonara España en 1809. Finalmente, tomó la decisión de invadir Rusia en 1812. Fue su peor decisión estratégica. Si bien conquistó Moscú, sólo se encontró con una ciudad abandonada, sin alimentos para abastecer a sus tropas, agobiadas por el frío y los ataques relámpago de guerrillas.
En el Río de la Plata, la deposición de los Borbones españoles había favorecido el incremento  del contrabando entre porteños, portugueses e ingleses, ante la vista gorda que hacían los Virreyes designados por las Juntas Españolas. Pero la caída de la última Junta que subsistía en España planteó un problema de legitimidad del lazo colonial. El Cabildo  Abierto del 25 de mayo de 1810 dispuso la creación de un gobierno propio, aunque se evitó sancionar la independencia. Todo el mundo colonial español estalló por entonces, aunque con suerte diversa, ya que privilegios de las clases propietarias estaban asociados a la continuidad del vínculo colonial.  
Los criollos americanos jugaban el juego de la independencia con un ojo puesto en Europa. La continuidad de la gesta napoleónica favorecía las emancipaciones americanas, pero las señales eran muy preocupantes. En Buenos Aires, la Asamblea del Año XIII, terminó naufragando luego de un inicio auspicioso. Tras la derrota de Napoleón en Leipzig en 1813 las tropas francesas evacuaron España. El 11 de abril de 1814 Napoleón abdicó, amenazado por todos los flancos.
Sus vencedores se reunieron en el Congreso de Viena para recomponer las fronteras europeas, reponer a las monarquías desplazadas y resolver controversias sobre sus dominios. La ofensiva de potencias europeas para recuperar sus dominios era inminente. Algunos proponían convertir al Río de la Plata en Protectorado Británico, aunque se optó por enviar a Europa a Sarratea, Belgrano y Rivadavia, con instrucciones de garantizar la “independencia política de este Continente, o a lo menos la libertad civil de estas Provincias”, negociando una monarquía constitucional con Fernando VII o con otro príncipe o princesa europeo o norteamericano, sin descartarse la opción republicana.
El 20 de marzo de 1815 Napoleón recuperó el control de Francia. Fue una ilusión de 100 días que terminó en Waterloo. Los tiempos apremiaban. El 29 de junio de 1815, las provincias del Litoral proclamaron la Independencia en el Congreso de los Pueblos Libres. Un año después el Congreso de Tucumán, que incluyó al resto de las provincias del Río de la Plata, sancionar la Independencia de España y de toda dominación extranjera, tras escuchar atentamente el informe de la situación que aportó un Belgrano que retornó de Europa sobre la fecha de inicio.
Si bien las pretensiones españolas continuaron, las acciones lideradas por José de San Martín y por Simón Bolívar cerrarían el ciclo de las independencias unos años más tarde. Pero la América emancipada continuaría atravesada por las guerras civiles durante muchísimo tiempo. En el plano internacional, Inglaterra se llevó la parte del león de la derrota de Napoleón, con manos libres para profundizar su revolución industrial y explotar la supremacía que ejercía en el comercio internacional. Y así, mientras Europa continuaba con sus disputas tradicionales y su reordenamiento político, los Estados Unidos comenzaban a aparecer en el horizonte como el gigante en formación dispuesto a extender sus dominios sobre el resto del continente y más allá de sus mares. En 1823 la Doctrina Monroe –“América para los Americanos”-, dejó en claro estas pretensiones.