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miércoles, 15 de noviembre de 2023
MASSA O MILEI: SI ESTAS INDECISO FRENTE AL BALOTAJE, por Javier Garin
domingo, 3 de septiembre de 2023
EL DON DE MI MADRE, por Javier Garin (fragmento de la novela "La enseñanza del jardinero")
El
don de mi madre
“…he dicho, por ti y por mí,
que la muerte no existe,
que el mundo no es un caos,
que es forma,
unidad,
plan, Vida Eterna, ¡Alegría!”
Walt Whitman
Mamá fue la última de la familia en
tener el don. Lo heredó de mi abuelo Camilo, y éste de mi bisabuela Pilar.
El don no se manifestaba de igual manera en cada uno de ellos.
Mi bisabuela conectaba fácilmente con los muertos. A veces sus
trances eran tan intensos que los cuadros se caían de las paredes y la mesa
redonda donde practicaba sus sesiones se volcaba y salía rodando de la habitación.
Mi abuelo Camilo, el anarcosindicalista,
además de combatir a amos y patrones en este mundo, confraternizaba con los
oprimidos del otro mundo con ayuda de la Escuela Científica Basilio, hasta que
mi abuela Nani le prohibió el espiritismo al ver que se posesionaba y ponía los
ojos en blanco y garabateaba extraños y tenebrosos mensajes automáticos en una hoja.
Pero, sobre todo, tenía el indeseado don de la precognición: anticipaba muertes
y desgracias con exactitud pasmosa. Y hasta realizó, al menos una vez, un exorcismo
casero a una pobre mujer endemoniada, que llegó a recuperarse.
Mi madre, agnóstica, rechazaba los
encuentros con espíritus y no creía en demonios ni en la otra vida, al menos
hasta que tuvo su primera muerte. En sus últimos días, antes de su segunda
muerte, empezó a creer en la otra vida. Pero compartía con su padre la precognición
y la percepción extrasensorial. Al ingresar a un edificio podía percibir si
había ocurrido allí algún hecho luctuoso. Recién casada, mientras buscaba con
mi papá una casa para alquilar, supo que en cierto departamento que les ofrecieron
se había cometido un crimen, con sólo abrir la puerta. Los vecinos le
confirmaron que allí habían asesinado a unos ancianos. Son innumerables las ocasiones
en que percibió que alguien iba a morir en fecha próxima o estaba gravemente
enfermo. Y siempre acertaba. Podía saber si un ser querido se hallaba en
dificultades graves o en trance de muerte a miles de kilómetros de distancia.
Percibía tragedias en el mismo momento en que estaban ocurriendo. A veces tenía
sólo sensaciones o presentimientos, otras veces distinguía de manera más o menos
clara e inteligible una imagen que se le aparecía de repente ante los ojos. Por
lo general, tales percepciones iban acompañadas de una voz en el oído
izquierdo, que complementaba la información de manera autoritaria y precisa.
Por ejemplo, cuando cayó el avión de LAPA,
ella vio las luces de un avion inexistente en la ventana de la cocina, mientras la voz le decía: “se está chocando”. Se lo comunicó a mi padre Al rato apareció la noticia en el
televisor. Cuando fue el desastre de Cromagnon, ella despertó de un entresueño
envuelta en un resplandor rojizo que lo cubría todo, y la voz le susurró: “es
un incendio, gente muere”.
En otras ocasiones la voz le alertaba: “esta
persona está muy enferma, es la última vez que la verás.” Cuando a su hermano
Lolo le extrajeron in extremis un riñón a mil doscientos kilómetros de
distancia, ella oyó la voz que le susurraba: “Lolo está mal”, y decidió viajar
aunque nadie le había informado. Cada vez que cierto amigo de mi hermano venía
de visita, la invadía la tristeza y la voz le decía: “Morirá joven”; poco
después, el muchacho -se llamaba Manuel- murió en un accidente de moto. De visita en un campo de Las Flores,
tuvo una horrible impresión al ver al dueño del campo, un hombre ya mayor; y dijo a mi padre: “tiene un aura de tristeza, la
próxima vez que vengamos este hombre no estará”; a los meses, el pobre hombre se suicidó volándose
los sesos con una escopeta. Al besar a un sobrino pequeño, Joni, en una fiesta de
cumpleaños, la voz le dijo: “Está muy enfermo”: al tiempo, a Joni le descubrieron un tumor,
hasta entonces asintomático, y, pobrecito, falleció. Cuando murió otro
pariente cercano, lo supo porque un espejo voló de pared a pared en el dormitorio y se rompió en
mil pedazos. Supo la muerte de su propia madre mientras le acomodaba unas plantas
en una maceta redonda que, de repente, asumió ante sus ojos la forma de un ataúd,
mientras la voz le decía: “Mami va a morir”. Supo que mi hermano Riki, el navegante,
estaba en riesgo de naufragar en medio de una tempestad en el Mar del Norte porque se
despertó en la noche vomitando y la voz le dijo: “son las olas”. Podría seguir
enumerando sus premoniciones durante decenas de páginas.
No se trata de simples casualidades o relatos
ex post facto que se acomodan a los hechos. A mí me refirió varias de estas
percepciones en el mismo momento en que las tuvo, luego confirmadas por los noticieros
o por un ominoso llamado telefónico.
¿Por qué sus hijos, nietos o sobrinos no
tenemos el don? ¿Por qué no lo heredé de mi madre, como heredé el daltonismo? Esta
anomalía visual, dicen, la transmite la madre a un hijo varón, sin padecerla
ella. Debido al daltonismo que me legó, veo el mundo de manera diferente
a los demás. Mi madre, mi abuelo y mi bisabuela percibían también un mundo
diferente, un mundo donde, en vez de colores alterados, había presencias y
sucesos misteriosos, inadvertidos para las otras personas.
Mi abuelo no cuestionaba el don, aunque muchas
veces lo lamentaba, pues le revelaba desgracias que hubiese preferido no conocer.
Mi madre, sobre todo en sus últimos años, se planteaba interrogantes:
-¿Pero entonces el destino ya está escrito?
Si yo puedo ver cosas que aún no sucedieron, ¿eso significa que no hay libre
albedrío, que el futuro es inmodificable?
Tal vez yo podría haber heredado
una parte del don de no haberlo sofocado dentro mío a causa del racionalismo y el
cientificismo que cultivé a partir de la pubertad, edad en que ciertos sucesos me
hicieron perder la fe y volverme ateo y materialista recalcitrante. Empecé a ridiculizar
estas vivencias, así como me burlaba con soberbia adolescente del catolicismo
de mi viejo, a quien atormentaba echando mano a cuanto argumento anticlerical
había extraído de los libros. Mi madre no creía en la religión y despreciaba a
los curas, pero defendía sus vivencias psíquicas firmemente. Muchas veces intenté
refutarla atribuyendo todo a su imaginación. A pesar de que luego comprobaba
que sus anticipaciones se habían cumplido, procuraba a toda costa darles una
explicación racional o reducirlas a meras coincidencias.
Recuerdo
cuando, tras festejar una reunión con sus amigas en el patio, me comentó al día
siguiente, muy preocupada:
-A Trini le va a pasar algo.
-Uh, otra vez. Dejate de joder. ¿Por qué
decís eso?
-Porque anoche no pude verle la cara en
toda la cena. Cada vez que la miraba la veía tapada por una nube negra.
-Ella es morocha y no habría buena luz
donde estaba sentada.
Mi madre insistió en hacer la prueba. Se
sentó donde la noche anterior y yo en el lugar de Trini, con la misma iluminación.
Me dijo que no me daba ninguna sombra sobre la cara. Y agregó:
-Trini se va a morir. Esa nube negra
significa muerte.
Días más tarde le descubrieron a la pobre Trini un
avanzado tumor cerebral, y poco después moría internada. Sin embargo, yo insistí
en que era todo el fruto de la causalidad.
A esta presuntuosidad obcecada nos ha
reducido el pensamiento cientificista. Como el jerarca eclesiástico que rehusó
mirar por el telescopio de Galileo las montañas de la luna, porque la Biblia negaba
que fuera un cuerpo semejante a la Tierra, así también nosotros, los racionalistas
modernos, nos empeñamos en no querer ver nada que ponga en tela de juicio la lógica
cientificista y la estricta razón cartesiana o no exhiba una cadena de
causalidad material rigurosa e irrefutable. Aquello que no pueda reducirse a átomos
y componentes tangibles pensamos que no existe. Somos incapaces de ver el mundo
que veían nuestros antepasados, poblado de espíritus y presencias numinosas.
Nos burlamos de la mera posibilidad de su existencia, lo tildamos de superstición
y nos refugiamos en las nuevas religiones que entronizan como divinidades al Estado,
el Mercado, la Tecnología, el Dinero, el Líder, el Partido, las Corporaciones,
y todas esas idolatrías dominadoras que nos parecen más “racionales” que los
ídolos primitivos, aunque son igual de absurdas y muchísimo más peligrosas. Nos
reímos de las antiguas cosmogonías, pensamos que el Génesis es una fábula y no
nos percatamos de que la nueva cosmogonía presuntamente racional del Big Bang no
es otra cosa que una versión moderna del “fiat lux” expurgada de la intervención
divina. “Aquello era un mito, esto es ciencia y se basa en pruebas”, decimos, y
parecemos no advertir el absurdo e insuficiencia de afirmar que el universo se
originó por sí mismo a partir de un punto matemático y comenzó a expandirse engendrando
de la nada espacio y tiempo y masas de gas y de polvo que, condensadas, pasaron
a formar estrellas y planetas y galaxias, sin que se nos pueda explicar cómo ni
por qué ni qué había antes del impenetrable horizonte de sucesos, cuando no
existía ni siquiera el tiempo. Lo aceptamos y lo creemos como un dogma porque lo
afirman los modernos sacerdotes astrofísicos, del mismo modo que los antiguos
aceptaban el mito del Génesis por la autoridad de los escribas que pasaron en
limpio el Pentateuco. Los teóricos más atrevidos osan afirmar que antes de este
universo que se expande hubo otro que se expandió y se contrajo, y antes otro,
y, sin darse cuenta, no repiten ya el Génesis sino los mitos hindúes de una
cadena infinita de ciclos. Nos escandalizamos de la superstición religiosa sin advertir
que murieron más personas a causa de las armas y campos de concentración científicamente
desarrollados que por todas las guerras de religión. En la apoteosis de la
Razón Instrumental, llamamos progreso -Adorno dixit- a reemplazar el tosco arco
y flecha por la científica bomba H.
Pasaron años hasta que leí en Freud los tres
ensayos en los que relataba, con suma cautela, experiencias recogidas en la
labor clínica sobre eventos de apariencia sobrenatural, presagios, telepatía,
premoniciones. Más tarde encontré en Jung un acercamiento mucho menos prejuicioso
a estos fenómenos, entre otras razones porque él mismo y una de sus hijas
tenían las mismas facultades que mi madre o mi abuelo. Investigando sobre el Apocalipsis
y su interpretación a través de la historia, comprobé que las visiones
atribuidas a San Juan en Patmos, a Daniel en Babilonia, a José en Egipto, no
eran muy diferentes -aunque sí de escala mayor- a las que percibía mi madre.
Los repetidos presagios de muerte de Julio César, los que vio en un espejo y refirió
Lincoln sobre su propio asesinato, y los incontables de otros personajes históricos
registrados por los cronistas son del mismo tenor. Leí los experimentos con los sueños anticipatorios del ingeniero J.W Dunne, y las obras sobre la rpecognicion de J. B. Prietsley, que describían los mismos fenómenos. Abordando las indagaciones de
Jung y Pauli acerca de la sincronicidad, y sobre todo la hipótesis del inconsciente
colectivo, de una psiquis de la especie no limitada por barreras temporales, creí
hallar una respuesta al interrogante de mi madre. No era que el destino estuviese
prefijado ni el futuro escrito; era que ciertas personas, en determinadas
condiciones, y por obra de facultades especialmente agudas, podían penetrar
hacia el interior de esa psiquis colectiva atemporal, donde se asienta la memoria
profunda de la humanidad, en que conviven el futuro y el pasado, y extraer de
ese reservorio los ecos de sucesos conmocionantes o significativos que para el
individuo aún no ocurrieron, pero que ya viven en la mente de la especie. Muchas
veces hablamos de esto con mi madre sin ponernos de acuerdo.
Aunque dije que no he heredado el don,
al menos algo del don puedo reconocer en mí, porque muy excepcionalmente soy capaz
de percibir la presencia de los muertos. Esto lo supe una vez en el Sur,
regresando de la pingüinera de Punta Tombo, cuando el auto se me quedó sin agua
y tuve que invadir un predio al costado de la ruta, rodeado de álamos, buscando
un tanque australiano donde cargar unas botellas. En esos momentos algo se manifestó
en la atmósfera; el estremecimiento de las hojas de los álamos adquirió una
vibración particular, y me inundó una congoja sofocante, una opresión y una
tristeza infinitas. Supe, sin que nadie me lo explicara, y sin haberlo
experimentado antes, que había un muerto allí, un muerto rodeado de sufrimiento.
Al cruzar la barrera de los álamos apareció ante mí, tal como había presentido,
una tumba solitaria y suntuosa, de mármol; pertenecía a una mujer fallecida
antes de que yo naciera; más tarde averigüé que se había suicidado y por esa
razón no estaba en el cementerio.
Mi abuelo, para quien todo esto era una
experiencia normal, me describió la visita de los muertos de un modo muy claro
y reconocible, me dijo que él los notaba mediante una opresión particular en el
pecho o en la boca del estómago; si eran presencias dolorosas, podía experimentar
angustia, como aquella vez en el Sur; a veces sólo percibía un olor. El olor era
muy particular, sulfuroso y focalizado. Mi abuelo decía que los antiguos
confundían el olor de azufre con una presencia demoníaca, pero en realidad se
trata de espíritus de difuntos, a los que no hay que temer. Poco tiempo después
de su muerte, yo sentí ese olor de manera muy precisa en el patio, junto a la
entrada de mi casa; llamé a mi primera esposa y le pregunté si ella también lo
sentía. Me lo confirmó. Era tan focalizado que bastaba moverse unos centímetros
para no sentirlo; aunque soplara una brisa, no cambiaba de lugar. El olor
permaneció allí unas cuantas horas, hasta que me atreví a decir: “Ya sé que sos
vos, Camilo, y viniste a despedirte. Gracias, abuelo, andá tranquilo”. En ese
instante el olor se disipó. Cuando murió mi padre, años después, sucedió lo
mismo en un pasillo interior, y el olor no se retiró hasta que me avine a
hablar con el espíritu de mi padre y despedirlo.
Por eso no me extrañó en modo alguno
que, pocos días antes de la muerte de mi madre, hubiera pasos en el jardín sin presencia
visible. Mi madre estaba entonces muy postrada en la casa del fondo; la
artrosis no le permitía caminar; le habían colocado un marcapasos; no podía
levantarse ni ir al baño y había que higienizarla; más de una vez la oí llamar
a su madre fallecida, sin que advirtiera que yo estaba escuchando, y decirle:
-Vení, mami, llevame. No quiero seguir
viviendo así, esto no va más.
Fue una de esas noches que, al regresar a mi
casa de adelante, mi pareja y yo oímos perfectamente los pasos en el jardín,
haciendo crujir los guijarros en la oscuridad. Se oyó tan nítido el sonido que encendí
las luces y salí al patio, imaginando un intruso o un ladrón, y por supuesto no
había nadie: supe que había sido el espíritu de mi abuela convocado por mi madre.
El domingo antes de su muerte
definitiva, mi madre murió por primera vez mientras la limpiaba. Al moverla -torpemente,
por mi falta de entrenamiento-, no advertí que se había desvanecido, y cuando intenté
reanimarla no respondió: estaba muerta. Su corazón se había detenido. Comencé a
hacerle resucitación sin obtener respuesta durante muchos, muchos, eternos
minutos, hasta que al fin volvió a respirar y recobró la conciencia. Me dijo:
-Ay, qué lástima que desperté. Estaba
muy bien, no tenía miedo ni dolor, era feliz. Vino a recibirme mi mami y me dijo:
“Volvé, nena, volvé, todavía no es el tiempo, falta poco”. Y regresé, pero no
quería. La muerte no es sufrimiento, es felicidad.
El
miércoles siguiente volvió a desmayarse en un momento en que la señora que la
asistía no se encontraba presente, y cuando lo advertimos no pude reanimarla
por más que lo intenté, bombeando su pecho sin detenerme durante media hora, hasta
que llegó la ambulancia con sus artefactos de resucitación. Todo fue inútil.
Desde entonces, cada vez que yo entraba
en la casa del fondo percibía con claridad movimientos y presencias, crujidos
de madera, cambios de atmósfera; más de una vez pregunté en voz alta: “¿Sos
vos, vieja?” Dicen los entendidos que los espíritus de los muertos encuentran
vías favorables para comunicarse a través de los pájaros o de otros animales: mi
madre tenía la costumbre de conversar diariamente con el gallo del vecino que da
a los fondos; y ahora, al preguntar si era ella quien se hacía notar, el gallo
me respondía con un canto sonoro y firme, que mi imaginación presumía asertivo.
Otro día entré en la casa del fondo, y al abrir la puerta se coló delante de mí
una torcacita y fue directo a posarse sobre el sillón de mi madre, sin el mínimo
temor. Le dije que ya no hacía falta que viniera a visitarme, que ya sabía que
estaba bien; la torcacita voló por donde había entrado, y nunca más vi o sentí la
presencia de mi madre.
Pasaron como ocho meses hasta que hoy, finalmente,
decidí retirar todas las cosas de mamá de la casa del fondo, incluyendo las
innumerables fotos familiares que había colgado por todas partes, como en un
panteón familiar. Todos esos cuadritos los reuní en la habitación del primer
piso, una suerte de altillo que alguna vez fue dormitorio y refugio infantil de
mi hija Victoria, y los colgué con ganchitos de las paredes.
Al hacerlo, me di cuenta de que mi madre
se había erigido en una suerte de custodio de la memoria familiar. Todo está
allí: mis abuelos, mis tíos, mis padres, sus amigos, mis hermanos y yo y por
supuesto los nietitos, decenas y decenas de fotos de los nietos en todas sus
edades, desde la cuna hasta la universidad. Hay fotos del sobrino nieto fallecido
a los diez años, hace más de dos décadas, y de Adrian, el amigo de mi hermano
Cristian, asesinado por desconocidos para robarle una moto en la puerta de la
casa. Está el día en que Alan intentó caminar y se cayó y el día en que se
recibió con toga. Hay fotos de Victoria bebé en una hamaca paraguaya y de Victoria
dando una conferencia en La Habana o estudiando en Paris. Está Lourdes con babero
y de adolescente. Está mi hermano Riki con su perro Titán en Santa Teresita y
mi hermano Cristian con la perra Lizzie en el patio. Fotos de viajes, fotos de
casamientos y de despedidas. Mi mamá con tres años vestida de ángel y con
cabellos ensortijados rubios. Mi papá posando como actor de cine de los
cincuenta o vestido de mecánico en el taller. Muertos que murieron hace muchas
décadas están aquí viviendo, recordados. Están las fotos que mi madre veía
todos los días, y a veces las acariciaba y besaba, como la foto de Nani, su
mamá, abrazada a mi tío Lolo, la cual pidió besar antes de morir, diciendo:
“Mamita, ya voy con vos, espérame”.
Hace poco releí el cuento de Bradbury
sobre la abuela robot, la abuela eléctrica, que decía a sus nietos humanos: “Yo
tengo la memoria de toda la familia. Cuando ustedes hayan olvidado quiénes son
y de dónde vienen, allí estaré yo para recordárselo.” Ese era también el cometido
de mi madre y sus fotos. Ahora están aquí, en la antigua habitación de Viki, y
yo no sé si seré un buen custodio, o un guardián olvidadizo, pero al menos
puedo contemplarlas hoy, en este lento atardecer otoñal, y recordar quién soy y
de dónde vengo, cuando ya casi lo había olvidado.
Y de pronto pienso que debería yo también
hacer algo parecido a estas fotos: retener, antes de que se disuelvan en el
olvido, los recuerdos de mi familia, recuerdos que no son muy diferentes a los
de tantas y tantas familias y que posiblemente no tengan importancia sino para aquellos
a quienes nos conciernen directamente, pero que, quizás por esa misma razón,
por representar a tanta y tanta gente que tuvo vivencias semejantes, no son indignos
de ser preservados.
Mi abuelo Camilo, el anarquista, solía
decir que los historiadores se ocupan de los poderosos, que en realidad son los
verdugos de la humanidad, y desdeñan a los hombres y mujeres del pueblo, que
son sus víctimas. Sospecho que seguía en esto las enseñanzas de Kropotkin, quien,
en su hermosa Historia de la Revolución Francesa, no menciona casi a ningun
dirigente, sólo habla de las masas y las clases sociales en pugna. Mi abuelo también
decía que los poderosos diseñan la geopolítica y la gente anónima la padece. Y
creo que tenía razón, porque, como contaré más adelante, eso precisamente sucedió
a mis ancestros. Piter, el irlandés, huyó de la matanza de irlandeses hecha por
los ingleses y de la guerra de los esclavistas en América del Norte. Garin, el altosaboyano,
huyó de los acuerdos de reparto de territorios hechos por Napoleón III y de la
represión desatada por Thiers. Mis antepasados italianos huyeron de la guerra
con Austria. Mis antepasados españoles huyeron de las consecuencias de la
guerra hispanoamericana. Los líderes hacen las guerras, la gente anónima las
sufre, pero la historia sólo se ocupa de los primeros: esos políticos,
banqueros y estadistas a quienes Alberdi no vacilaba en señalar como los
mayores criminales, ya que matan, saquean esclavizan y violan a miles o a
millones. Cuando veo en las calles a los vendedores senegaleses expulsados de
su tierra por la sequía y el cambio climático que generan las grandes
potencias, pienso que así les sucedió también a mis ancestros: ellos huían de
las calamidades provocadas por otros, sin más aspiración que poder vivir en paz.
Hace poco sufrí un robo callejero y fui herido seriamente, y el muchacho que me
salvó al llevarme al hospital sangrando en su auto era un ucraniano, un joven escapado
de los conflictos que precedieron a la invasión rusa de Ucrania. ¡Siempre los líderes
destruyendo y pisoteando a la pobre gente en nombre de la Patria, la
Revolución, la Soberanía, la Libertad y todo ese palabrerío en que se oculta la
ambición, la codicia y el desprecio por los semejantes!...
De manera que en las próximas páginas hablaré de esta gente anónima que formó y forma mi familia. Tal vez sus historias parezcan insignificantes, y sin embargo cada una de ellas es una epopeya en su diminuta escala. Recuerdo haber leído con emoción este mismo concepto en Balzac, en su bella novela “Grandeza y decadencia de César Birotteau”. Allí se preguntaba quién sería el poeta capaz de cantar la odisea de un simple comerciante en perfumes que va a la quiebra; pues, por pequeña que sea la historia, hay también en ella una muestra conmovedora del espíritu humano, de sus sueños y sus derrotas, su valor y su heroísmo.
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jueves, 4 de agosto de 2022
PREGUNTAS SOBRE JESUS. REFLEXIONES SOBRE EL JESUS HISTÓRICO. Por Javier Garin
Me escribe el señor Carlos Fernández pidiéndome precisiones sobre mis posturas en torno al Jesús histórico que procuraré responder metódicamente, agradeciendo su interés y la oportunidad de explicarme. Veamos:
1)“Saludos, usted no me conoce, pero yo llegué a leer varios artículos suyos que compartió en un grupo dedicado al estudio del Jesús histórico. No sé si le molestaría que le hiciera unas preguntas relacionadas a Jesús de Nazareth como personaje histórico y sobre la visión que usted tiene sobre él. Una cuestión que me llama la atención es que en los artículos que dedicó al Jesús histórico usted remarca que hay una “rebajación sistemática” o un tipo de “apologética anticristiana” contra Jesús como maestro judío, para ello presenta un análisis que busca contrariar todas las conclusiones a las que ha llegado la academia. Debo decir de antemano que considero al retrato de Jesús como profeta apocalíptico uno de los que resultan más fiables para tratar de acercarse al personaje histórico, aun así, no me cierro a la posibilidad que señale la plausibilidad de un retrato de Jesús que sea distintivo del que se tiene en el estudio académico actual.”
RESPUESTA: Yo no procuro contrariar todas las conclusiones a que ha llegado la academia. De hecho, muchas las suscribo ampliamente. Resultan muy pertinentes y útiles los estudios hechos sobre los textos que permiten comprender el desarrollo cronológico y la superposición de material en ese tejido de escritos y creencias que se llamó cristianismo primitivo y separar lo mítico de lo histórico. Pienso que buena parte de ese trabajo ya se agotó, mientras no aparezcan materiales documentales o evidencias empíricas nuevas.
Sinceramente, no creo que haya una opinión uniforme de la academia. Hay, en todo caso, académicos que opinan de distintas maneras sobre distintos temas con más o menos fundamentos.
Y aunque todos pensaran igual, tampoco considero lícito, como expliqué en una nota (ver artículo "REFUTANDO OTROS MITOS DEL JESÚS HISTÓRICO" PARTE 2 ), apelar al “consenso académico” para determinar si un hecho ocurrió y cómo. Los hechos históricos no se establecen por consenso sino por pruebas. Todos los académicos pueden pensar igual y sin embargo estar equivocados, como lo estaban los que creían que dos objetos de distinto peso caen a velocidades distintas porque lo dijo Aristóteles, presunta verdad milenaria que se reveló falsa cuando Galileo hizo la prueba en la Torre de Pisa.
Lo que sostengo es que hay un sector de académicos que tienen una posición parcial y una visión negativa de la figura de Jesús, a la que pretenden rebajar por distintos medios, que he mencionado en mis notas (ver REFUTACION DE LOS MITOS DENIGRATORIOS DEL JESUS HISTÓRICO" PARTE 1). Básicamente, estos académicos con los que no concuerdo sostienen, entre otras afirmaciones que no demuestran (y que no son más que conjeturas, a veces en contra de la principal evidencia de que disponemos, que son los propios evangelios):
1) Que Jesús no fue un guía espiritual sino un rebelde nacionalista fracasado;
2) Que las doctrinas de Jesús carecen de relevancia para el mundo de hoy ya que su objetivo era político, terrenal y dictado por las circunstancias del momento, y pertenecía a la problemática de hace dos mil años;
3) Que Jesús no inventó nada y se limitó a hacer un refrito de doctrinas judías preexistentes;
4) Que Jesús era un nacionalista xenófobo odiador que despreciaba y discriminaba a todos los no judíos;
5) Que Jesús quería ejercer la violencia, era violento y sus seguidores eran violentos;
6) Que Jesús era un zelote;
7) Que Jesús hacía un llamamiento a no pagar impuestos y hacer la guerra antirromana;
8) Que Jesús esperaba coronarse rey de los judíos en Jerusalén y le salió mal;
9) Que Jesús dirigía un escuadrón armado;
10 Que lo que le faltaba de armas y de ejércitos esperaba suplirlo por los ángeles;
1 Que pretendía derrocar al Sanedrín, a Poncio Pilato, al gobernador romano en Siria y restablecer el trono de Salomón como descendiente del rey David,
1 Que sus objetivos eran temporales;
1 Que esperaba que el Fin del Mundo viniera ya mismo y por tanto su ética era una ética de los últimos días, es decir, un conjunto de reglas, no para regir a la humanidad sino sólo para que los elegidos que esperaban el inminente fin de los tiempos se arreglaran en el entretanto;
1 Que el verdadero creador del cristianismo fue Pablo, quien utilizó la figura de Jesús como un fetiche hueco, como un cazabobos para atraer adeptos, adaptándola a su hábil y astuta teología, como una brillante operación de marketing;
Etcétera.
He explicado también por qué ocurre esto. El anticristianismo es un fenómeno burgués que nace con la Ilustración para minar el poder de la Iglesia y sentar las bases del moderno capitalismo. Para ello se propuso, no sólo cuestionar las prácticas de la Iglesia sino también mellar la figura misma de Cristo, primero negando su existencia histórica y después intentando rebajar su significado y su aporte. Esta corriente continúa en el presente con mucha fuerza en los ámbitos intelectuales, aunando a la derecha burguesa y la izquierda socialista en un mismo objetivo de descristianización (ver REFUTACION DE LOS MITOS DENIGRATORIOS DEL JESUS HISTÓRICO PARTE 1).
Además, en algunos casos, ciertos académicos puntuales tienen motivos personales para sostener posturas antijesuanas. Piñero, por ejemplo, profesa un anticlericalismo bastante notorio y da charlas para la masonería. En España, la Iglesia está fuertemente comprometida en el apoyo a la dictadura de Franco y es explicable que los sectores progresistas la odien y la combatan. Eso influye en las posiciones anticristianas de ciertos sectores españoles, para los que escribe Piñero. Lo mismo sucede con algunos académicos o escritores de best sellers norteamericanos, que se pusieron de moda sosteniendo el nacionalismo judío de Jesús en concomitancia con el ascenso del Tea Party y de Donald Trump, con su revival del nacionalismo xenófobo, tratando de presentar a Jesús como uno de los suyos, un nacionalista odiador. También hay posturas individuales motivadas por cuestiones que escapan al análisis ideológico, como el caso de Ehrman, un señor que en su juventud fue un fanático de ultraderecha fundamentalista evangélica y ahora, arrepentido, es un cruzado del ateísmo recalcitrante. O como el musulmán Reza Aslan, que intenta extender a Jesús las posiciones belicistas de Mahoma. ( ver artículo "REFUTANDO OTROS MITOS DEL JESUS HISTÓRICO" PARTE 2)
Con esto quiero significar que no hablamos de académicos neutros sino de personas fuertemente imbuidas por posiciones personales, políticas y filosóficas actuales. Sus creencias, prejuicios y valores influyen directamente en la presentación que hacen de Jesús, que es altamente parcial e intencionada.
No estamos hablando de astrofísica o de química, sino de la figura más relevante de la historia occidental, y el juicio que se hace sobre ella es inevitablemente tendencioso.
Por tanto, yo no creo que la postura de ciertos académicos sea fiable. Creo que profundamente tendenciosa y antijesuana y propugna mitos seculares de rebajamiento, porque en el fondo no les gusta Jesús, querrían desacreditarlo y convertirlo, como dice Baudelaire, en “un pobre feto de flacura irrisoria”, o como dice Piñero, en un “profeta fracasado sin valor para el presente”.
El concepto de “fiable” es, pues, altamente subjetivo.
Sin embargo, yo no estoy en contra de la caracterización de Jesús como un “profeta apocalíptico”. Creo que lo fue. En eso tienen razón los académicos que lo afirman. La visión apocalíptica era un rasgo común y muy difundido tanto en el judaísmo del Segundo Templo como en el cristianismo primitivo. En Mateo encontramos el sermón escatológico de Jesús y no hay nada que nos lleve a pensar que efectivamente él no creyera en el Fin de los Tiempos y lo predicara. El Apocalipsis atribuido a Juan, así como los diversos apocalipsis que por entonces pululaban corroboran que era una visión muy extendida.
Lo que sí postulo como factible es que ciertas afirmaciones inminentistas de Jesús en materia escatológica pudieron ser, no creencias reales, sino recursos de predicación. Está demostrado a lo largo de la historia que los predicadores utilizaron constantemente y con invariable éxito la predicación del fin del mundo inminente para lograr el arrepentimiento y la conversión de infieles. El caso español de San Vicente Ferrer es bastante notorio. Cada vez que lanzaba sus anticipos apocalípticos lograba conversiones por decenas y aún por centenares en un solo día, como expongo en mi libro “Anticristo”. En definitiva, ni yo ni nadie puede aseverar lo que verdaderamente pensaba Jesús, si creía en un fin del mundo inminente o sólo apelaba a ello para lograr conversos, como hicieron todos los predicadores posteriores. Pero no puede descartarse. Alguno dirá que ello implica pensar que Jesús mentía a sabiendas, y yo creo que en realidad significaba que alguien convencido de lo que predicaba exageraba el dramatismo mediante la inminencia para lograr más efecto. Es perfectamente posible.
2) Usted en uno de sus blogs afirma que Jesús de Nazareth no fue un sedicioso, en el sentido que no era un revolucionario armado y que no era un antirromano en un sentido estricto, sino que estaba a favor de la renovación espiritual de Israel y que ese era su único interés, incluyendo a los gentiles (fundando una escuela judía universalista). ¿Cree poder explicar más a profundidad ese punto? ¿Cree que Jesús haya visto de buena manera a los gentiles? De ser así ¿Cómo explica pasajes como Mateo 10: 5 (donde Jesús prohíbe a sus discípulos de predicarle a los gentiles y de entrar a ciudades samaritanas) y Mateo 15: 21-28 (donde él declara que “fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel”)?
RESPUESTA: En efecto, pienso que Jesús fue uno de los grandes maestros espirituales de la Humanidad y que su misión era espiritual y no temporal. En todo caso, los cambios sociales o políticos que se derivasen de su predicación eran consecuencia de la conversión y mejoramiento interior de los creyentes.
La postura de Jesús en este punto no es diferente a la de muchos profetas ni a la que surge de distintos pasajes del Antiguo Testamento: los males que sufre Israel no son culpa de la maldad de sus enemigos sino de su inconstancia e incumplimiento de sus deberes para con Dios. El pueblo es derrotado, castigado, hecho prisionero, llevado al exilio, despojado de su reino y de sus bienes por un único motivo: su desobediencia e infidelidad religiosa. Nabuconodosor es presentado en la Biblia como una herramienta de Dios para castigar a los judíos. En el libro de Daniel, por ejemplo, el papel de Nabuconodosor como ejecutor del plan de Dios respecto del pueblo elegido es señalado en reiteradas oportunidades (Dan 2:37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Dan 2:38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo). En Esdras se presenta a Ciro el Grande como llevando a cabo un propósito divino (1 En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo:...). La cuestión no era derrotar militarmente a los babilonios o a los persas sino volver a Dios y recuperar el camino espiritual, la fe en Dios. Los enemigos de Israel prosperan en castigo a su idolatría, a su corrupción.
Por tanto, no tiene nada de raro que Jesús no se dedicara a atacar a los romanos. En todo el Nuevo Testamento no hay un solo versículo, ni en los Evangelios ni en Hechos ni en las Epístolas, en que se ataque a los romanos. Es un tema ausente.
Resultaría sumamente llamativo que Jesús fuera un líder antiimperialista que no arremetió jamás en su predicación contra sus enemigos romanos, como tampoco lo hicieron sus discípulos (ver JESUS NUNCA FUE UN NACIONALISTA VIOLENTO".
Esto es porque en la lógica tradicional judía el problema no eran los romanos sino la falta de fe, la idolatría y los pecados del pueblo judío.
En el sentido profético tradicional, lo que había que hacer era reformar al pueblo para que cumpliera la ley de Dios y abandonara la idolatría o las ideas erróneas. Logrando esto, los enemigos externos perderían su poder, porque Dios volvería a proteger a su pueblo.
Esta visión, que apunta al perfeccionamiento espiritual del pueblo y de sus clases gobernantes, más que a la lucha contra los enemigos externos, es la visión profética tradicional. Y también es la postura de Juan el Bautista, que se dedica a llamar al arrepentimiento de los pecados y a increpar a los fariseos, los herodianos, Herodes y su corte, y no habla jamás en contra de Roma, ya que no le interesa. (VER JUAN EL BAUTISTA, EL MAESTRO DE JESUS" ). Si se derrotan los pecados del pueblos y triunfa la conversión, Roma dejará automáticamente de ser un problema.
Jesús era discípulo de Juan el Bautista y pensaba igual, continuó su predicación, aunque por otros medios. (ver "JESUS PREDICADOR DE LA QUINTA SECTA JUDÍA") (ver tambien "JUAN EL BAUTISTA, EL MAESTRO DE JESUS")
Aunque inicialmente la preocupación y la prédica de Jesús se dirigía a los judíos, pronto se observó que no excluía a otros grupos, o al menos eso es lo que señalan los evangelios, en los que aparecen sermones y milagros en favor de samaritanos, siriofenicios y hasta centuriones romanos.
En el pasaje de Mateo que usted menciona, Jesús envía a sus discípulos a predicar con plena autoridad y en forma organizada, disponiendo que se concentren en la Casa de Israel, y que no se dediquen a samaritanos ni a gentiles. El motivo es la estrategia de propagación. Quien sabe de política y de milicias sabe que primero hay que consolidar el territorio. Ante recursos de predicación limitados, el mandato es: ganen adeptos entre los judíos. Esta es la primera etapa de la predicación. Por eso dice:
“Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”
El texto se entiende claramente, y no significa, como algunos académicos pretenden, excluir a samaritanos y gentiles, sino priorizar las “ovejas perdidas de la casa de Israel”, ya que hay que afianzar la base territorial y nacional. Es una prioridad en los esfuerzos y no una exclusión. Así aparece reflejado también en Pablo, el apóstol de los gentiles, en Romanos, 1:16: “Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
Lo mismo se desprende de la anécdota de la curación de la hija de la mujer cananea, episodio que he explicado en otro de mis artículos. Allí se ve claramente que si bien Jesús consideraba que su misión era dirigirse al pueblo de Israel, mediante la fe demostrada por la mujer cananea acepta realizar un milagro a favor de una infiel, rompiendo las barreras del nacionalismo judío. Es un claro acto de ruptura de fronteras y de apertura hacia el mundo.
Jesus, siguiendo los lineamientos de Juan el Bautista (Ver "JUAN EL BAUTISTA, EL MAESTRO DE JESUS", acogía a los publicanos y a los soldados que estaban al servicio del poder imperial romano. Si hubiera sido un nacionalista fanático, los habría perseguido y atacado por traidores.
Sabemos que la rebelión de Judas el Galileo ocurrió cuando Jesús era un púber, y que los líderes de la revuelta antirromana fueron crucificados a apenas cinco kilómetros de la carpintería de José. La predicación que emprende Jesús posteriormente se divorcia por completo de la de Judas el galileo. No sólo aconseja pagar los tributos a Roma (a diferencia de Judas) sino que se concentra en criticar y atacar a las clases altas judías sin ocuparse de los romanos.
En varios de mis artículos toqué este punto y demostré citando los Evangelios y especialmente a Flavio Josefo, que Jesús no era un zelote nacionalista sino que su política era todo lo contrario. Supongamos que los Evangelios hubieran sido adulterados: el testimonio de Flavio Josefo es muy claro y diferencia con total nitidez a Jesús (ese hombre sabio y justo según el historiador judío) de los zelotes, la cuarta escuela fundada por Judas el Galileo y Saduco, a quienes trata de ambiciosos, fanáticos, irresponsables que con su ambición y su odio causaron la ruina del país. (ver artículo "JESUS NUNCA FUE UN NACIONALISTA JUDÍO VIOLENTO")
Esto nos lleva al convencimiento de que la prédica de Jesús era por completo diferente a la de los zelotes, que no hacía hincapié en la situación política sino en la espiritual, que buscaba la liberación del pueblo a través de la purificación espiritual y el arrepentimiento de los pecados, y que era esencialmente pacífica.
Jesús proponía la concordia y la resistencia pacífica y cuando habla de que no viene a traer la paz sino la espada se refiere metafóricamente a la disensión que va a provocar su doctrina entre los judíos, haciendo que padres e hijos se peleen, pues el camino que propone es una transformación radical del pueblo, no la guerra contra Roma.
Son innumerables los pasajes del Evangelio que apoyan esta postura pacífica de Jesús, de perdón hacia al ofensor, de amor no sólo hacia los amigos sino también hacia los enemigos, de no resistencia al mal, de dar también la capa al que robó la bolsa, etcétera.
La posición que Jesús tiene respectos de los no judíos es subrayada reiteradamente en los Evangelios a través de anécdotas concebidas especialmente para demostrar el cambio de significado respecto del judaísmo preexistente. Jesús favorece a los no judíos en reiteradas oportunidades, aunque ello era considerado ofensivo por los judíos. Tal como expone Pablo: Jesus vino para salvar primeramente a los judíos y luego a los gentiles. Vale decir, para usar términos más modernos: el movimiento creado por Juan el Bautista y Jesús era expansivo, tenía un programa de expansión bien organizado, apuntaba en primer lugar a afianzarse entre los judíos para consolidar su base de operaciones, pero ambicionaba extenderse a su debido tiempo fuera de Israel. Esto tampoco era nuevo: de hecho, en las sinagogas de todo el Mediterráneo oriental había prosélitos gentiles que asistían en calidad de hombres justos amantes de Dios sin ser judíos. Pablo no hubiera podido llevar el cristianismo a los gentiles si las semillas de esa posición o su mera posibilidad no hubiese estado ya contenida en la predicación original de Jesús.
En uno de mis artículos he señalado que dentro del judaísmo existían desde antiguo dos corrientes: una nacionalista y exclusivista racial y una universalista (Ver "JESUS PREDICADOR DE LA QUINTA SECTA JUDÍA"). Esto tampoco era nuevo. Jesús no hacía más que adscribir a una corriente de pensamiento de sólida tradición universalista en el mundo judío, tan importante por lo menos como la corriente nacionalista estrecha. Esto aparece reflejado en múltiples pasajes del Antiguo Testamento.
3) Descarta como histórico el relato mencionado en Mateo 15:21-28 y Marcos 7: 24-30, en el que Jesús le dice perro a la mujer gentil y se niega a sanar a su hija hasta que ella se postra ante él, por el hecho que se menciona un milagro, pero si no estoy equivocado la academia admite este pasaje porque corresponde con el perfil de un judío de la época y porque el milagro no parece ser de tipo sobrenatural. ¿Qué opina al respecto? ¿Considera que se trata de una alegoría este relato?
RESPUESTA: Tal como expliqué en otro artículo (ver "REFUTANDO OTROS MITOS DEL JESUS HISTÓRICO"), Jesús no llama perro a una mujer ni a una niña enferma. Los académicos antijesuanos que dicen eso deben ser muy malintencionados para suponer que Jesus era un hombre tan repugnante y despreciable que iba a insultar a una criatura enferma o a una madre desesperada. A eso es lo que me refiero cuando hablo de tergiversación y mala fe antijesuana.
Lo que hace Jesús es realizar un símil. La comida destinada a los hijos no debe darse a los cachorros. No llama perra a la mujer ni a su hija. Dice que su don está destinado a Israel (que son en la creencia judía tradicional el pùeblo elegido) antes que a los gentiles, que tiene una prioridad. No hay insulto alguno, y la mujer no se siente insultada en ningún momento. Luego, como ya expliqué, dice que por la gran fe de la mujer le es concedido lo que pide; la conclusión de la historia es: no sólo se salva el hombre por la sangre, por ser judío y pertenecer a la casa de Israel, sino también por la fe. Típica teología paulina. Ahora bien: tal como también expliqué en otro artículo, ese episodio no es histórico. La mayoría de las anécdotas que se relatan en los evangelios no deben tomarse como episodios históricos sino como parábolas o misrah cuya finalidad es transmitir una enseñanza. La enseñanza en este caso es esa: la fe salva a quienes no son judíos por la sangre.
Cuando digo que el episodio no es real es porque, como historiadores, debemos descartar todos aquellos milagros sobrenaturales. Realmente es imposible que alguien pueda curar una enfermedad mental con sólo pronunciar unas palabras a la distancia. La experiencia ha demostrado que se puede curar mediante sugestión muchas enfermedades mentales, pero de ninguna manera se puede sugestionar a un paciente al que no se tiene presente ni en contacto (la niña no estaba presente, sino en su casa. Este último detalle no aparece en Mateo pero sí en el primer evangelio, el de Marcos, donde dice: "Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama."). Por tanto es claro que se trata de un milagro increíble e inaceptable como hecho real. Es un invento de los evangelistas con la finalidad de demostrar lo contrario de lo que quieren entender los académicos antijesuanos: que Jesús admitía salvar a los gentiles que tuvieran fe. Pero desde ya que todo el episodio es una pura invención evangélica y no un hecho histórico.
5) ¿Usted considera que Jesús estaba de acuerdo con el pago de impuestos a Roma? Dado que ha habido distintos estudios que afirman que en los evangelios se encuentra un “discurso oculto”, que contienen distintos relatos que son antirromanos, como por ejemplo el episodio donde Jesús exorciza a “legión” del endemoniado de Gerasa. Trayendo a colación el tema de un Jesús sedicioso, usted había indicado que en el Testimonio Flaviano, Antigüedades Judías (XVIII 2,2 -.63-64), no se enlista a Jesús junto a otros personajes que eran revolucionarios. Y que, en realidad ni Juan el Bautista, ni Jesús eran revolucionarios (armados y apocalípticos). ¿Cree que podría explicar ese punto?
RESPUESTA: Tanto los Evangelios como Flavio Josefo muestran claramente que Jesús no era sedicioso violento. No estaba en contra del pago de los tributos ni a favor de la sedición. Así surge de aquella famosa anécdota del “Dad al César lo que es del César”, en la que claramente Jesús responde con habilidad a una pregunta envenenada con la que pretendían hacerle pisar el palito y que quedara en infracción sediciosa con las autoridades romanas que exigían el pago de los tributos o se indispusiera con el pueblo que odiaba pagar tributos. Su respuesta indica: “no es importante la cuestión de los tributos, si la moneda es del Cesar, dénsela al César”. Su prioridad era otra: cuidar lo que pertenecía a Dios. Por eso su política fuertemente agresiva contra los responsables del Templo. También su amistad con los publicanos es una muestra de que no le importa que recauden impuestos para el César. ( VER "JESUS NUNCA FUE UN NACIONALISTA VIOLENTO" )
El discurso oculto antirromano está tan oculto que no se lo ve por ninguna parte. No hay un sólo pasaje de los Evangelios donde se hable contra Roma, ni en forma abierta ni en forma oculta. Lo del discurso oculto es una mentira más de quienes, a falta de pruebas, tienen que inventar e improvisar.
Jesus no tiene discurso antirromano ni antiimperialista., lo que es al menos raro en un líder guerrillero nacionalista como lo quieren presentar.
Tanto Jesus como Juan el Bautista (ver "JUAN EL BAUTISTA MAESTRO DE JESUS") acogen y bautizan y tratan con soldados y publicanos, Jesus cura al sirviente del Centurión y hay otros episodios ya comentados donde sana a gentiles. Son tan claros los Evangelios en esto que hay que acudir a invenciones o interpretaciones rebuscadas para decir lo contrario.
Veamos el episodio, también milagrero y no histórico, del endemoniado de Gerasa, según Lucas: “Por fin llegaron a la tierra de Gerasa, que está al otro lado del lago, frente a Galilea. 27 Al bajar Jesús a tierra, salió del pueblo un hombre que estaba endemoniado, y se le acercó. Hacía mucho tiempo que no se ponía ropa ni vivía en una casa, sino entre las tumbas. 28 Cuando vio a Jesús, cayó de rodillas delante de él, gritando:
—¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te ruego que no me atormentes!
29 Dijo esto porque Jesús había ordenado al espíritu impuro que saliera de él. Muchas veces el demonio se había apoderado de él; y aunque la gente le sujetaba las manos y los pies con cadenas para tenerlo seguro, él las rompía y el demonio lo hacía huir a lugares desiertos. 30 Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Y él contestó:
—Me llamo Legión.
Dijo esto porque eran muchos los demonios que habían entrado en él, 31 los cuales pidieron a Jesús que no los mandara al abismo. 32 Como había muchos cerdos comiendo en el cerro, los espíritus le rogaron que los dejara entrar en ellos; y Jesús les dio permiso. 33 Los demonios salieron entonces del hombre y entraron en los cerdos, y éstos echaron a correr pendiente abajo hasta el lago, y allí se ahogaron.
En esta anécdota sobrenatural del fantasioso Lucas no se ve por ningún lado un discurso antirromano oculto, salvo que se considere como tal el nombre de los demonios: “legion”. ¿Sería antirromano porque compara a los demonios con una legión romana? No. El propio texto explica que se llama legión porque son muchos demonios y no uno solo. Por otra parte, el autor del Evangelio, Lucas, secretario de Pablo, es uno de los evangelistas más prorromanos y progentiles, defiende a capa y espada la política de incorporación de gentiles de Pablo y canta sus alabanzas en “Hechos”. ¿Cómo podría haber escrito un pasaje antirromano? De mas está decir que se trata de otro episodio ficcional y no histórico.
Sobre el Testimonio Flaviano y la diferenciación que hace de Jesús respecto de los zelotes, presentando a aquel como un hombre sabio y justo y a estos como unos revoltosos insensatos y violentos, ya escribí varias veces (VER JESUS NUNCA FUE UN NACIONALISTA VIOLENTO"). Es claro que Flavio Josefo alabó a Jesús precisamente porque no es como los zelotes, a quienes odia y atribuye la responsabilidad en la destrucción de Jerusalén y del judaísmo a manos de los romanos con sus locas sublevaciones.
6) Hablando sobre el apocalipticismo en la predica de Jesús, usted indica que él no era un predicador apocalíptico y que en realidad su escatología se asemejaba a la presente en el milenarismo, y que el utilizaba la apocalíptica como discurso de proselitismo, de ser ese el caso. ¿Cómo interpreta (desde un punto de vista histórico) los dichos donde Jesús anuncia la inminente llegada del Reino de Dios? ¿Considera que los pasajes de Mateo 16: 27-28, 23:36 y 24:34, Lucas 9:27 y 21:32, y Marcos 9:1 (donde Jesús dice que el Reino de Dios llegará lo más pronto posible y que no “pasará de esa generación) como históricos o que estos tienen otro sentido interpretativo dentro de la investigación histórica?
RESPUESTA: Usted me ha interpretado mal, o no me supe explicar correctamente. Yo considero que Jesús era un predicador escatológico y que compartía las creencias apocalípticas, muy en boga en su tiempo. Creo que no podemos saber qué pensaba en cuanto a cuándo ocurriría el fin del mundo, ya que sus palabras son contradictorias: por un lado afirma que éste es inminente y por otro dice que sólo Dios sabe los tiempos, evitando pronunciarse con claridad. Mi opinión es, tal como expliqué anteriormente, que probablemente el inminentismo apocalíptico era un recurso de predicación para acelerar las conversiones, tal como ocurrió repetidamente a lo largo de la historia del cristianismo.
Lo que sí rechazo con energía es la ridícula teoría de que Jesús pensaba que en la Pascua en que fue crucificado se iba a producir el Fin del Mundo y que los ángeles del cielo iban a bajar a auxiliarlo a destronar a las autoridades. Esta fantasía novelesca de cierto escritor norteamericano es tan absurda y ridícula que no hay manera de comprender cómo un investigador puede sostener tal cosa sin tener la menor prueba y encima presentarse como un estudioso serio. No hay una sola evidencia ni indicio que Jesús pensara semejante disparate.
7)¿Para usted cual era la relación del Jesús histórico con la ley judía? ¿Cree que Jesús innovó ciertas cosas de la ley judía? ¿De ser así cuales serían esas innovaciones? ¿Cómo interpreta el pasaje de Marcos 7: 9-13 y Mateo 15: 1-9? (donde Jesús habla de la ley judía y el castigo a los hijos que deshonren a sus padres)
RESPUESTA: Jesús dijo claramente que no venía a abrogar la ley sino a cumplirla. Su relación con la ley judía era de acatamiento y reinterpretación. Era normal en el judaísmo que hubiera distintas esceulas y distintas visiones sobre cómo interpretar la ley. Las escuelas divergentes de Shamai y Hilel así lo demuestran. No se consideraba que tener interpretaciones distintas fuese herético. Usted recuerde que en distintos pasajes de los Evangelios los enemigos de Jesús intentan tenderle trampas para poder acusarlo de blasfemar. Sólo lo consiguen en la escena del Sanedrín, cuando Jesús responde “Tú los has dicho” y el sumo sacerdote se rasga las vestiduras porque considera que ha blasfemado. De manera que la predicación de Jesús no apareció como violatoria de la ley judía, aun que sí era incómoda para las autoridades, ya que cuestionaba duramente a saduceos y fariseos, pero sobre todo atacaba la corrupción del templo, que era el negocio de los saduceos, vale decir, la clase alta judía, que fueron quienes finalmente lo hicieron crucificar bajo las falsas acusaciones de blasfemia y sedición. Tuvieron que inventar que quería proclamarse rey para así tener eco ante las autoridades romanas, pues también queda claro en los evangelios que Poncio Pilatos no lo consideraba culpable, entre otras razones porque el único delito que les interesaba a los romanos era el de sedición. Por razones políticas Pilato cedió a la presión de las autoridades judías, que eran las verdaderas afectadas por la predicación de Jesús y sus ataques a las políticas seguidas en el Templo y a los mercaderes (parientes y protegidos de los saduceos).
En resumen: Jesús se erige ante las autoridades como un cuestionador de la corrupción imperante. Lo que ataca es que las autoridades no cumplen con la ley, la deforman y la utilizan en su propio provecho.
Jesus reclama un regreso a una religiosidad más pura, espiritual e interior. Uno de los puntos principales de su predicación es el ataquer a la hipocresía, al fingimiento de la religiosidad a través de la práctica de rituales exteriores, que habían venido a reemplazar la espiritualidad profunda.
De la misma manera, Jesús predica un retorno a la ley y los profetas, y rechaza las elaboraciones de los fariseos, los 613 mandamientos que reglan la conducta hasta en el mínimo detalle. Sostiene que esos no son mandamientos de Dios sino de los hombres.
Su relación con el Sabat es característica. Jesús entiende que el Sabat está hecho para el hombre y no el hombre para el Sabat, lo que significa que cuestiona la rigidez exterior en la observancia del Sabat y no se preocupa por las infracciones menores. Busca que el Sabat sea un día de contemplación espiritual y no de rituales vacíos.
Los mismo sucede con otros famosos episodios evangélicos en que Jesús rompe con mandamientos tales como el de lavarse las manos antes de comer. Los rompe porque no los considera emanados de Dios sino de los fariseos.
Pero la mayor ruptura con la interpretación judía ortodoxa de entonces se da en el trato con los “indeseados”, en el que tanto Jesús como sus discípulos empiezan a transgredir prohibiciones tradicionales, haciendo milagros para gentiles, quebrantando las disposiciones acerca de la pureza e impureza de los alimentos (ver artículo REFUTANDO OTROS MITOS DEL JESUS HISTÓRICO), reuniéndose con publicanos y prostitutas, etcétera.
En consecuencia, podemos decir que la relación de Jesús con la ley judía es de búsqueda de una mayor espiritualidad, sencillez y naturalidad, dando importancia a una ética fundada en el amor antes que en el cumplimiento externo de rituales y normas introducidas por los fariseos.
Al mismo tiempo, es un llamado a arrepentirse de los pecados y a combatir la corrupción imperante en las prácticas religiosas de su tiempo, lo que lo lleva inevitablemente a confrontar con las autoridades, a las que señala como principales responsables de ese estado de pecado en el pueblo.
Se trata, por tanto, de un reformador religioso. No tiene en sus planes fundar una nueva religión. De hecho, el judeocristianismo no aparece como una nueva religión sino como un desprendimiento o secta disidente. Por eso yo sostengo, apelando a la clasificación elaborada por Flavio Josefo, que en su época había cinco sectas o escuelas: 1) la de los saduceos; 2)la de los esenios; 3) la de los fariseos; 4) la de los zelotes o nacionalistas fanáticos, desprendimiento de la anterior; y 5) la nueva secta creada por Juan el Bautista y continuada y ampliada por Jesús. (ver "JESUS PREDICADOR DE LA QUINTA SECTA JUDÍA"; ver también JUAN EL BAUTISTA, EL MAESTRO DE JESUS")
Esta quinta secta comparte algunos elementos y creencias de las otras, pero los reelabora a su manera.
Uno de los principales defectos de la literatura especializada actual sobre el Jesús histórico es su desprecio por las elaboraciones doctrinarias, teológicas y filosóficas de los autores clásicos que abordaron las doctrinas jesuanas. Creen que no tienen nada para decir, que no son científicos sino literatos o apologetas. Y esta subestimación es muy grave ya que impide a los actuales cultores del Jesús histórico intentar comprender cómo ha sido interpretado Jesús a través del tiempo.
Yo utilizo dos ejemplos sobre los aportes de los pensadores por fuera de la academia, y ambos son rusos.
Dostoieski realiza la mejor interpretación de la parábola (la llamo parábola porque no es un hecho histórico sino algo que se cuenta sobre Jesús con la finalidad de adoctrinar, y muy probablemente se trata de una historia inventada por el propio Jesús para enseñar a sus discípulos) de las Tres Tentaciones. Nada de lo que se haya escrito al respecto es superior a la tesis que despliega Dostoieski en el cuento del Gran Inquisidor, en “Los Hermanos Karamazov”.
El otro ejemplo es Tolstoi, que hizo una reflexión profunda, sincera y no dogmática sobre las doctrinas jesuanas, reflexión que sirvió de inspiración a Ghandi y a Martin Luther King acerca de la doctrina de no resistencia al mal. Cuando Tolstoi lee pasajes del Evangelio a un rabino, este le contesta: “eso está en el Talmud, aquí o allá”. Todo menos la no resistencia al mal. Pero el rabino le responde con justa incredulidad: “¿Acaso los cristianos practican esos preceptos? ¿Acaso renuncian a la venganza y ofrecen la otra mejilla?”.
Encuentra allí, en ese punto que no aparece en el judaísmo, la mayor innovación de Jesús en su interpretación de la ley. En mi libro Anticristo me extiendo sobre este punto. Transcribiré unos párrafos:
En 1884 Tolstoi decide hacer públicas sus indagaciones en un libro titulado “En qué consiste mi fe”, el cual provoca un escándalo y es inmediatamente prohibido por la censura, aunque logra enorme difusión en el extranjero. Allí sostuvo de manera cristalina su convicción de que era una herejía anticristiana aquella religión oficial llamada cristianismo. “Esta difiere, en mi opinión, de aquella de Cristo en muchos puntos, entre los cuales constaté, ante todo, la supresión del mandamiento que nos prohíbe que nos opongamos al mal con la fuerza”. Buscó respues ta a sus dudas en el Sermón de la Montaña, la parte en apariencia más clara y cristalina de los Evangelios, “y siempre experimenté la misma cosa: por una parte, entusiasmo y enternecimiento al leer aquellos versículos que exhortan a presentar la mejilla, a abandonar los bienes, a estar en paz con todo el mundo, a amar a los enemigos; por otra parte, una especie de decepción. (…) Exhortaba a una renunciación demasiado absoluta de todas las cosas, lo cual aniquilaba la vida misma como yo la comprendía”. Las explicaciones teológicas contemporizadoras, según las cuales el Sermón de la Montana da indicaciones de la perfección a que debe aspirar el hombre, pero que el pecador no puede esperar alcanzar en plenitud, no lo satisfacían: “se me antojaba muy extraño que Jesucristo, conociendo previamente la imposibilidad del hombre de practicar su doctrina por sus propias fuerzas, dictase reglas tan admirables, tan precisas”. Pero sólo después de rechazar todas las interpretaciones “de la crítica sabia y las de la sabia Teología”, y de aplicar a sí mismo la ingenuidad y pureza recomendadas por Jesucristo: “Si no os volvéis como niños pequeños, no entraréis en el reino de los cielos…”, comprendió de repente lo que no había comprendido antes. “El pasaje que fue para mí la clave de todo es el versículo 39 del capítulo V de Mateo: “Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Yo, empero, os digo que no hagáis resistencia al agravio”. Mandamiento éste último que nunca había entendido, y ni siquiera solía recordar, cegado por los preconceptos sociales. Súbitamente, comprendió que no se trataba de una metáfora ni de una “aspiración inalcanzable”: que debía interpretarse literalmente, pues Jesucristo no dijo más que lo que dijo. “Comprendí que Jesucristo no exhorta a presentar la mejilla y a abandonar la túnica, para imponerse padecimientos; sino que exhorta a no resistir al mal, aunque la práctica de ese precepto pueda ir acompañada de dolores”. “En cuanto comprendí el sentido simple y exacto de esas palabras (…) tornóse claro lo que parecía contradictorio (…). Por todas partes repite Jesucristo muchas veces que el que no ha cogido su cruz, el que no ha renunciado a todo, – dicho de otra manera, el que no está dispuesto a soportar todas las consecuencias de la doctrina de la no resistencia al mal–, no puede ser su discípulo. A sus discípulos dijo Cristo: “Sed po bres, estad dispuestos a sufrir, sin resistir al mal, las persecuciones, los padecimientos y la muerte”. Y El mismo se dispone a sufrir y morir sin resistir al malo; amonesta a Pedro por manifestar tristeza, y al fin muere exhortando a no resistir al mal y a permanecer fieles a su doctrina. Todos sus primeros discípulos observan esa regla de la no resistencia; toda su vida son pobres, perseguidos, y nunca devuelven el mal por el mal. (…) No opongas resistencia al malo quiere decir: no opongas nunca resistencia al mal, esto es: no cometas jamás violencia; en otros términos: no cometas nunca ningún acto contrario al amor. Si te insultan, sufre el agravio y, a pesar de todo, no recurras nunca a la violencia”.11 Esta comprobación iba en contra de todo lo que había aprendido desde la más tierna infancia. “Me enseñaron que Jesucristo es Dios y que su doctrina es divina; pero, al mismo tiempo, enseñábanme el respeto de las instituciones que garantizan por la violencia mi seguridad contra los malos y me enseñaban también a considerar como sagradas dichas instituciones. Enseñábanme a oponer resistencia al malo, me inculcaban la idea de que es vergonzoso ceder al malo y muy loable resistirlo. Me enseñaban a juzgar y a castigar, enseñábanme también el oficio de las armas, es decir, a resistir al malo por el crimen; y al ejército de que yo formaba parte, le llamaban el ejército amado de Cristo (…). Además, desde mi niñez hasta la edad adulta, me enseñaron a venerar lo que está en palmaria contradicción con la ley de Jesucristo: castigar al agresor, vengarse por la violencia de las ofensas hechas a mi persona, a mi familia, a mi pueblo (…) Todo cuanto me rodeaba, mi seguridad y la de mi familia, mi hacienda, todo descansaba en una ley reprobada por Jesucristo, en la ley: “ojo por ojo, diente por diente”. (…) No veía yo que era imposible confesar al mismo tiempo a Cristo Dios, cuya doctrina tiene por base la no resistencia al malo, y al mismo tiempo trabajar consciente y tranquilamente en la organización de la propiedad, de los tribunales, del Estado, de los ejércitos, en una palabra, organizar una existencia contraria a la doctrina de Jesucristo (…) Comprendía yo que si adoptaba la ley de Jesucristo, me quedaría solo, tendría que padecer, sería perseguido y afligido, exactamente como lo decía Jesucristo. En cambio, si adopto la ley humana, todo el mundo me aprobará”. (…) Encuentra en Lucas, capítulo VI, versículos 37 a 49, palabras que a su juicio son un repudio de los tribunales y la justicia humana: “Sed, pues, misericordiosos como lo es vuestro Padre. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados”. “Jesucristo dijo: no opongáis resistencia al malo. El objeto de los tribunales es resistir al malo. Jesucristo prescribe que se devuelva el bien por el mal. Los tribunales devuelven el mal por el mal. Dice Jesucristo: no hagáis distinción entre los buenos y los malos. Y los tribunales no hacen otra cosa. Jesucristo dice: perdonad a todos. Perdonad no una vez o siete veces, sino perdonad incesantemente. Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian. Los tribunales no perdonan, castigan; no dan el bien por el mal a los que consideran enemigos de la sociedad. (…) Cuando se va a ejecutar la sentencia pronunciada contra la mujer adúltera, niega Jesucristo el tribunal y demuestra que el hombre no puede juzgar, ya que el mismo es culpable. Y ese pensamiento, lo expresa muchas veces diciendo que con ojos turbios no se puede distinguir un grano de arena en el ojo de otro y que un ciego no puede guiar a otro ciego. (…) Solo hay un medio de detener el mal, devolver bien por mal a cada uno, sin excepción de personas”
Adviértase que Tolstoi -cristiano sui generis- encuentra en la doctrina del perdón y la no resistencia al mal la quintaesencia del cristianismo original. Lo mismo señala alguien que proviene de la militnacia intelectual anticristiana: Nietszche, quien cree que esta doctrina es lo que caracteriza a Jesús, al cual califica de “idiota” (ver artículo "REFUTACION DE LOS MITOS DENIGRATORIOS DEL JESÚS HISTÓRICO" PARTE 1). (Ver tambien "EL MITO ELITISTA DEL HÉROE")
¿Por qué la actual “academia” no tiene en cuenta a estos grandes pensadores, que se cuentan entre los ma´s grandes producidos por la Humanidad? Habrá que preguntarles a los académicos. Ellos consideran anticinetífico a Tolstoi pero no encuentran anticientífico cree que Jesús quería destronar al Imperio romano con la espada oxidada de Pedro y con la ayuda de una legion de ángeles, como si fuera un loco salido del manicomio, y sostienen tales disparates sin la menor prueba científica, sólo porque a ellos se les ocurrió y les sirve para vender libros, fugaces best sellers que hoy se venden y mañana serán olvidados…
8)Como últimas preguntas: ¿Cuál es el retrato histórico que tiene de Jesús de Nazareth? ¿Cuál es la visión que usted (como autor) tiene de Jesús de Nazareth? Espero y no le moleste la cantidad de preguntas que le hice, que tenga buen día, gracias por su atención y tiempo.
RESPUESTA: Lejos de molestarme, me complace sobremanera su interés y sus preguntas muy útiles para poder exponer mi pensamiento.
Empecemos por lo exterior. No es posible brindar un retrato físico viable por varias razones. Los primeros cristianos omiten curiosamente en sus testimonios toda referencia al aspecto físico de Jesús. Los retratos más antiguos hallados en grafitis y catacumbas son de fecha muy posterior y no constituyen verdaderos retratos. Se trata de caricaturas anticristianas presentandolo con cabeza de burro, o de representaciones convencionales que buscan asimilarlo a Apolo o Dionisos, mostrándolo con rostro lampiño, juvenil y afeminado. La lucha contra la idolatría y la prohibición judía de representar a Dios tambien conspiraron contra la conservación de su imagen. A partir de Constantino, se multiplican las representaciones de Jesús, ahora inspiradas en el modelo de Zeus, con cabello largo y barba y aspecto de autoridad. En distintas culturas y latitudes las representaciones de Jesús fueron variables buscando acercarlo a los tipos humanos más frecuentes, y ancen así los cristos morenos ode ojos rasgados, y el cristo blanco y rubio que se convierte en emblema de la dominación colonial europea. hace unos años se viralizó por itnernet un supuesto "rostro verdadero de Jesús", morocho, tirando a robusto y con facciones toscas, que se dijo había sido construido "científicamente", y claro está que no es más que una superchería fruto de la imaginacion del artista, como los demás. En todos los casos, no son más que representaciones convencionales.
Eusebio de Cesárea, historiador de la iglesia primitiva, asegura que el rey Abgaro V de Edesa, contemporánea de Jesús, le envió a su archivero y pintor Ananías como mensajero, para pedirle que lo curase de una enfermedad y este le respondió que le sanaría más adelante por medio de un discípulo. Incluso llegó a conservarse un supuesta correspondencia entre Abgaro y Jesús, que la crítica moderna considera apócrifa. Luego de su muerte, el apóstol Tomás envía a Edesa a uno de los setenta discípulos de Jesús llamado Tadeo o Addai, quien cura al rey y lo convierte. Segun el texto conocido como la Doctrina de Addai (siglo V) Ananías encontró a Jesús en casa de Gamaliel y le hizo un retrato que luego entregó al rey y que se conoce como Mandylion. Otros sostienen que el Mandylion no fue hecho pòr mano humana, como la Varónica o el Santo Sudario. La historia es demasiado sospechosa para ser verdad, pero el Mandylion habría sido, según ella, el único retrato de Jesús, no muy diferente de las representaciones bizantinas.
En consecuencia, lo único que podemos decir sobre el aspecto físico de Jesús es que debió responder a las características fisónomicas de un judío de su tiempo, que debió ser moreno a causa de su constante exposición al sol, delgado por su magra dieta y fornido por su condición de trabajador y caminante. Tambien podemos deducir legítimamente que debió tener una presencia fuerte que contribuyese a su rápido liderazgo.
En cuanto a su personalidad, es evidente que fue un hombre muy carismático y con gran magnetismo personal y poder de persuasión, ya que su carrera no se basaba en el status familiar o institucional, el parentensco o el dinero, sino en su propia capacidad de líder. Los evangelios lo muestran como decidido y valiente, un hombre de gran carácter, que podía mostrarse compasivo y tambien iracundo.
Su significación histórica no puede exagerarse. Lo considero uno de los mayores maestros espirituales de la Humanidad, y sin duda el de mayor influencia en Occidente. El cristianismo produjo un cambio colosal en la historia occidental, superior a cualquier otro fenómeno histórico, cuya influencia perdura hasta hoy, más allá de las deformaciones a que fue sometido al institucionalizarse la religión cristiana.
No tenemos certeza sobre la mayor parte de los hechos que se atribuyen a Jesús, pero sí tenemos bastante certeza acerca de sus doctrinas. Me permito reproducir algo ya expuesto en un artículo anterior (ver "REFUTACION DE LOS MITOS DEL JESUS HISTÓRICO" PARTE 1).
“Podemos afirmar como histórico lo siguiente:
1) que Jesús existió y no es un invento (Ver "LA EXISTENCIA HISTÓRICA DE JESUS");
2)que era judío creyente, nacido de padres observantes;
3)que su padre era muy probablemente de ascendencia davídica (Joachin Jeremías analiza la plausibilidad de su supuesta genealogía, la cual no fue negada por los adversarios judíos de su tiempo) y su madre tenía vínculos con la clase sacerdotal y posiblemente era prima de la mujer de un sacerdote, lo cual daba a su familia cierto ascendiente y predicamento a pesar de ser modestos artesanos de un pueblo rural de Galilea;
4) que tuvo cuatro hermanos varones y dos mujeres (ver UN HERMANO DE JESUS FUE EL PRIMER JEFE DE LA IGLESIA");
5) que Jesús y sus hermanos varones recibieron una esmerada educación religiosa, pues todos ellos llegaron a ser jefes religiosos o gozaron de predicamento social, comenzando por Santiago el Justo que se convirtió en jefe de la Iglesia designado por los apóstoles y obispo de Jerusalén despues de la muerte de Jesús. ( Ver "UN HERMANO DE JESUS FUE EL PRIMER JEFE DE LA IGLESIA" . VER TAMBIEN LA LEY DE LA LIBERTAD) Los hijos de José y María tenían un conocimiento bastante profundo de las escrituras, y en el caso de Jesús era de tal naturaleza que le permitía discutir solventemente con fariseos, escribas y doctores de la ley profesionales.
6)que Jesús sabía leer y escribir y posiblemente hablaba tres lenguas con cierta fluidez: hebreo, arameo y griego koiné, en un país que era trilingüe.
7)que la ocupación de José y sus hijos era la carpintería, y que tenían un pasar modesto pero aceptable.
8)que en algún momento después de la muerte de su padre, Jesús decidió abandonar la empresa familiar y dedicarse a la religión, lo que debió ocasionarle algunos conflictos familiares.
9)que fue discípulo de su primo Juan el Bautista en el desierto, adquiriendo de su predicación nociones de tipo escatológico y carismático y la práctica del bautismo previo arrepentimiento para purificación de los pecados. ( Ver "JUAN EL BAUTISTA, MAESTRO DE JESUS")
10)que en algun momento, ya sea de mutuo acuerdo o por diferencias entre ellos, Jesús se separó de Juan el Bautista y se llevó a algunos de discípulos para formar una nueva ala del movimiento que pronto se autonomizó.
11)que a la muerte del Bautista a manos de Herodes Antipas, Jesús pasó a ser la figura religiosa más importante de Galilea y fue extendiendo gradualmente su influencia a Samaria y Judea, aunque cosechando fuertes resistencias y oposición de los sectores tradicionales.
12)que su ministerio se extendió entre un año (segun los evangelios sinópticos) y poco más de tres años (según el cuarto evangelio), siendo más probable esta última cronología porque de otra manera no se explica que hubiera llegado a consolidar su grupo en un tiempo tan corto.
13)que dio a su secta una organización rudimentaria a través de "apóstoles" y predicadores encargados de difundir su doctrina por toda Israel primero y entre los gentiles después.
14)que en una de sus visitas a Jerusalén con motivo de una festividad religiosa, probablemente la Pascua, fue encarcelado por obra de la clase alta judía, juzgado por el Sanedrin con cierta precipitación para evitar disturbios y entregado a poder imperial romano bajo doble acusación de blasfemia y de haberse querido erigir en rey de los judíos (sedición). Todo esto ocurrió bajo la prefectura de Poncio Pilato, quien lo hizo crucificar, en un período de tiempo que oscila entre el año 27 y el 36 de nuestra era. No pueden determinarse las circunstancias de su crucifixion, pues los relatos de los evangelios parecen reproducir el salmo 22, por lo que posiblemente sean un invento proselitista y no una descripción verídica (VER POR QUÉ CRISTO SE QUEJA EN LA CRUZ").
15) que a diferencia de otros líderes ejecutados en la época del Segundo Templo, como dice Flavio Josefo en el "testimonio flaviano", sus seguidores no lo abandonaron pese a la muerte ignominiosa y siguieron creyendo en él. Luego de un tiempo se autoconvencieron de que había resucitado y que era el Mesías anunciado en las profecías antiguas.
16) que no sin luchas internas y disensiones, la primitiva secta judía fundada por Jesús fue ganando adeptos y organizándose y luego se extendió a los paganos incircuncisos, postura defendida por Pablo y Bernabé, apoyada por Pedro y refrendada por Santiago el Justo en el Concilio de Jerusalén del año 50 (VER "UN HERMANO DE JESUS FUE EL PRIMER JEFE DE LA IGLESIA". ver tambien "LA LEY DE LA LIBERTAD, LA CARTA DEL HERMANO DE JESUS"). A pesar de que sufrió constante persecución por parte de las autoridades judías y en varios períodos fue criminalizada por ciertos emperadores romanos, la doctrina cristiana se expandió con rapidez por todo el imperio hasta convertirse en tiempo récord en la religión oficial del Estado."
También he dicho en ese mismo artículo que el motivo principal por el que no podamos dar fe histórica a muchas de las anécdotas que se relatan en los evangelios es que estos no eran propiamente biografías como hoy las conocemos, sino herramientas de evangelización, y por tanto contaban historias cuya finalidad era, más que transmitir un dato biográfico fidedigno, proporcionar una enseñanza. Deben interpretarse como se interpretan las parábolas.
Sobre su predicación o doctrina, reitero lo antes resumido; la misma comprendió:
"- Una reinterpretación integral de las obligaciones religiosas, dando más importancia a la espiritualidad y la conversión interior que al cumplimiento mecánico de ritos externos;
-un abandono de los criterios tradicionales de pureza e impureza a favor de la pureza interior y el arrepentimiento;
- la prédica de lo que se dio en llamar "la ley del amor", y que tiene como base el amor al prójimo, vale decir, la caridad, la solidaridad activa con los sufrientes y los desamparados (enfermos, presos, mujeres, viudas, niños, leprosos, etcétera).
-el abandono total de la Ley del Talión, del ojo por ojo, y su reemplazo por el perdón y la misericordia;
-la doctrina de que no basta con amar a los amigos sino que se debe amar a los enemigos, perdonar a los perseguidores y bendecir a los maldecidores: retribuir el mal con bien;
-la doctrina de la no resistencia al mal con violencia y el rechazo de la violencia como método (tengamos presente que tanto Tolstoi como Ghandi y Nietszche, arriba citado, consideraban que este era el aspecto central de la enseñanza jesuana);
-la reivindicación de la humildad y la pobreza y la condenación de la soberbia y la riqueza;
-la exigencia, para los seguidores activos, de un compromiso total con la causa;
-la inserción social activa frente al anacoretismo de Juan o de los esenios;
-el igualitarismo derivado de la paternidad comun de Dios y el consecuente rechazo de la discrminación;
-la naturalidad de la vida, prescindiendo de lujos y superfluidades;
-la confianza en Dios y el rechazo del temor por el futuro;
-el desprendimiento de los bienes materiales;
-el anuncio del Reino de los Cielos como utopía realizable mediante la transformación del corazón del hombre.
-el desprecio por el poder temporal y las peleas políticas de su tiempo;
-la reinvindicación de la dignidad esencial humana.
-la importancia de la fe sin desdeñar por ello los bienes de la vida.
-el desprecio de la regulación ritual de la conducta mediante los 613 mitzvah fariseos que Jesús consideraba "mandamientos de hombres y no de Dios" y que eran acatados mecánicamente en una suerte de "trastorno obsesivo compulsivo colectivo" por los fariseos.
-reinterpretación de lo que podía o no hacer en sabbat, en disidencia con la interpretación predominante;
-defensa de las mujeres frente a las normas morales patriarcales (rechazo del divorcio por motivos fútiles a voluntad el marido, negativa al apedreamiento de la adúltera, admisión de las mujeres con participación activa entre sus fieles, etcétera).
-defensa y exaltación de los niños:
-rechazo de la hipocresía social."
Esta enumeración es ejemplificativa y dista de agotar su análisis.
Espero haber satisfecho su interés.