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lunes, 22 de junio de 2020

EL ABC SEGUNDA PARTE: La Triangularidad Argentina/Gran Bretaña/Estados Unidos. POR MARILINA JUAREZ




POR MARILINA JUAREZ


Capítulo II

La Triangularidad Argentina/Gran Bretaña/Estados Unidos.



La Guerra Fría y la Tercera Posición.

   La llamada Guerra Fría comenzó con el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando emergieron dos superpotencias: los Estados Unidos y la Unión Soviética, cada una de ellas expresando sistemas económicos y políticos distintos, conformando así dos bloques antagónicos. Esta denominación se debe a que no implicó otro conflicto bélico a escala mundial, sino que se basó más bien en enfrentamientos regionales y en foros internacionales. La temprana Guerra Fría fue sobre todo de carácter ideológico, dando lugar a la bipolaridad mundial.

  Este proceso estuvo ligado a la desintegración de los imperios coloniales existentes, especialmente el británico y el surgimiento de nuevas naciones y movimientos nacionalistas, reafirmando intereses propios que chocaron con los poderes hegemónicos, y constituyeron un bloque de países a los que se denominó el Tercer Mundo, tanto en Asia y África, como en América Latina. En cuanto al plano económico, Washington había impulsado la expansión del comercio internacional sin restricciones, para poner fin a las barreras nacionales y al bilateralismo tan característico de la etapa de preguerra.

   En este nuevo escenario mundial Perón planteó una doctrina: la Tercera Posición. Este concepto no se basaba en un simple distanciamiento respecto de los dos grandes bloques en que se dividió el mundo durante la posguerra, sino que nació de las propios dogmas peronistas, que especificaba que el justicialismo era una nueva filosofía de vida. El General Perón, planteaba en diversas oportunidades que la Tercera Posición era uno de los pilares de su pensamiento y su práctica política. En el año 1956 decía desde Panamá :



   “ Pensamos que tanto el capitalismo como el comunismo son sistemas ya superados por el tiempo. Consideremos al capitalismo como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la explotación del individuo por el Estado. Ambos “insectifican” a la persona mediante sistemas distintos. (...) La ideología justicialista implícita en las tres banderas (justicia social, independencia económica, y soberanía política) se proyecta en el orden internacional a través de una política autónoma”.



  Esta postura tercerista, no impidió que se mantuvieran relaciones diplomáticas con Estados Unidos y con la Unión Soviética, ni tampoco que en determinados momentos, dichas relaciones se hagan más intensas y se plasmen en provechosos acuerdos comerciales. La Tercera Posición se caracterizaba justamente por la independencia de criterio en cuanto a la política externa argentina.

   En cuanto a las relaciones económicas internacionales y a través de acuerdos bilaterales contrapuestos al multilateralismo impulsado por los Estados Unidos, la política exterior peronista tuvo tres rasgos fundamentales. Primero fortaleció las relaciones con América Latina, tomando distancia del “panamericanismo” estrictamente subordinado al país del Norte. Segundo, potenciaba las relaciones comerciales con Europa Occidental y especialmente con Inglaterra, con el objetivo de capitalizar el importante papel de la Argentina como proveedora de alimentos. Mediante esta política, el gobierno peronista procuraba “equilibrar” el peso de Washington en lo económico y diplomático, intentando lograr a partir de esto, su tercer objetivo: la recomposición, en mejores condiciones, de sus relaciones con los Estados Unidos.

   En la coyuntura internacional de los comienzos de la posguerra, la política externa argentina mantuvo el viejo esquema triangular con la intención de favorecer el proceso de industrialización: esto implicó exportar hacia Gran Bretaña y Europa para obtener las divisas necesarias para la compra de bienes de capital y materias primas esenciales, que en las condiciones mundiales, solo podían ser provistas por los Estados Unidos.

  Perón mantuvo también las relaciones diplomáticas con la URSS y el estrechamiento de vínculos económicos con España y otros países europeos, a fin de impulsar su Tercera Posición y combatir el aislamiento internacional y constante hostigamiento promovido por ciertos sectores del gobierno y la opinión pública estadounidenses, así como la no participación argentina en el Plan Marshall.



   En cuanto a la política interna durante el primer gobierno peronista, es importante destacar el rol decisivo del Estado como regulador de la economía. El proceso de industrialización durante el peronismo tuvo grandes diferencias del imperante hasta principios de los años cuarenta. Durante el régimen oligárquico, el proceso industrializador era excluyente respecto de las capas sociales más bajas, mientras que para el peronismo el desarrollo de la industria nacional, ampliando el mercado interno mediante una fuerte redistribución del ingreso en favor de los asalariados resultaba esencial.

El análisis de Mario Rapoport y Claudio Spiguel sostiene esta idea de redistribución del ingreso en favor del mercado interno como factor determinante del desarrollo económico:



  “El modelo económico peronista se sustentaba en cuatro pilares que rompían con las  concepciones tradicionales del pasado, aunque no se contraponen a las nuevas ideas económicas que comenzaban a imponerse en otras partes del mundo: la importancia del mercado interno, del nacionalismo económico, del estatismo y del papel central de la industrialización.”



   La orientación principal de la política exterior durante el primer peronismo, se dirigió a tratar de recrear, en lo económico, la triangularidad Argentina-Estados Unidos- Gran Bretaña y Europa, gestionando entre otras cosas que Norteamérica pusiera fin a su política de intimidación hacia la Argentina  y pudiera proveer con sus productos, los bienes de capital necesarios para el proceso de industrialización. A sí mismo, se intentaba diversificar las relaciones económicas y políticas internacionales,  afirmando la posición en América Latina.  Se buscaba afianzar los lazos con los países vecinos, en busca de favorecer la complementariedad económica entre los Estados del cono sur, para contrarrestar la injerencia del país del Norte en la economía de la región.