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sábado, 29 de agosto de 2020

Ben Molar, el enorme gestor cultural porteño, por Catalina Pantuso

Ben Molar amigos








Por Catalina Pantuso




“El tango es un regalo que Argentina le hizo a hombres y mujeres de muchas partes del mundo, que inmediatamente se adaptaron y amaron esta tierra”.

 

Cuando nadie hablaba de “gestión cultural”, Ben Molar se adelantó a su tiempo y marcó el ritmo de toda una época. Fue un letrista y adaptador de temas extranjeros al castellano que se desempeñó como un destacado productor musical, promotor artístico y productor discográfico, en especial entre los años 1950 y 1970. Su talento y perseverancia no sólo buscaron nuevos rumbos con su obra “14 para el tango” sino que también lograron que el 11 de diciembre fuera declarado “Día Nacional del Tango.”

 “Poroto” el pibe del arrabal 

El 3 de octubre de 1915 nacía Moisés Smolarchik Brenner, popularmente conocido como Ben Molar. Toda su vida transcurrió en la Ciudad de Buenos Aires; desde una humilde vivienda del barrio de San Telmo —en la calle México 2041— que le dio la bienvenida a este mundo, hasta la casa de su hermana Raquel—en la Av. Santa Fe al 1700— que lo vio partir, a los 99 años, un 25 de abril de 2015.

Sus padres fueron inmigrantes polacos. Don León, un calificado pintor de brocha gorda, llegó a la Argentina en 1905 y Doña Fanny, un ama de casa que hacía flores de papel, lo siguió dos años más tarde. El matrimonio tuvo tres hijos: Rafael, Moisés y Raquel.

La familia Smolarchik Brenner compartía sus días junto a los vendedores ambulantes de cualquier origen; verduleros napolitanos; lavanderas, costureras y empleadas domésticas “gallegas”; albañiles calabreses; el director de banda alemán o el violinista ruso, entre tantos otros. Recordando aquellos tiempos Molar afirmó que: “Allí los tanos ponían un trípode y vendían 5 de pizza y 5 de fainá. Y muy cerca algún turquito, su baclavá; algún gallego, sus lupines; y nosotros, las semillitas de girasol. (…) Mis padres comprendieron que había que adaptarse al suelo de este querido y gran país, donde nunca encontramos nada que nos fuera en contra, sino vivencias cariñosas y afectuosas.”

En esta Babel porteña de lenguas y sueños, fue algún italiano que le puso el apodo a Moisés: “Me llamaron “Poroto” porque los vecinos italianos me decían ‘Fasulo’”(deformación dialectal de “fagiolo”). “Poroto” supo ganarse la vida desde chico, primero vendiendo las flores que hacía su madre y después, a los once años, trabajando en la fábrica de muñecas ubicada en la calle Acevedo, entre Vera y Velazco, pintando los labios y los ojos de las caritas. Sin embargo nunca tuvo quejas ni reproches. Todo lo contrario, supo aprovechar cada adversidad y aprender de ellas.

A principios de siglo, la familia vivía en Villa Crespo, allí donde se daban cita la música y las letras del 2×4. En varios reportajes Moisés recordaba: “Nosotros al tango le decíamos tánguele, porque nació en las mismas calles donde había inmigración judía.” A su madre, doña Fanny, le gustaban Bing Crosby y Frank Sinatra pero también amaba el tango y se los enseñó a sus hijos. En medio de su trabajo y sus tareas domésticas, la señora corría los muebles de la pieza para bailarlos mientras Raquelita los cantaba y Rafa dirigía un conjunto de actores aficionados que se llamaba “Proscenio”

La creatividad de “Poroto” se concretó escribiendo letras para las canciones de la murga “Los Presidiarios” de Villa Crespo, en la que todos los chicos vestían el típico traje a rayas. Pero él era diferente, se disfrazaba de “ladrón de guante blanco” porque su mamá le había confeccionado un traje con retazos de arpillera y raso negro.

El joven Moisés fue un verdadero buscavidas, para entrar gratis al cine repartía sus programas y, durante siete años, trabajó en una fábrica de marcos en el barrio de Palermo. Como todos los jóvenes, fue enrolado para hacer el servicio militar en el Regimiento de Patricios y compartió su instrucción con otros argentinos nativos y muchos hijos de inmigrantes. Dado que cada uno tenía sus propias costumbres, Moisés pensó que era necesario hacer una canción que los representara a todos. “Entonces les hice la letra a dos canciones que eran famosas mundialmente: “Noche de paz” de Franz Gruber y “Repican las campanas” de James Pierpont. En ese momento no tenían letra en castellano. Yo las escribí en un papel y las repartía en las iglesias, la de Canning entre Rivera y Lerma, la de Malabia entre Gurruchaga y Padilla”. Esas dos versiones se siguen cantando en la actualidad y son famosas en todo el mundo de habla hispana

Vivir por la cultura desde la empresa musical

Su vocación como letrista le hizo comprender que la mayoría de las canciones melódicas llegaban desde México o de Centroamérica, entonces inventó un personaje que vivía en Francia y le mandaba letras para que fueran musicalizadas y grabadas por artistas locales. “No creí que a ellos les interesase cantar boleros escritos por un argentino, así que decidí firmarlas como ‘el hijo de la muela’, es decir Ben Molar.” Con este seudónimo escribió temas que interpretaron dos de los más grandes cantantes mexicanos: Juan Arvizu, hizo “Sin importancia” y Pedro Vargas “Final” y “Volvamos a Querernos”. Durante tres años guardó el secreto hasta que un amigo, el cantante español Gregorio Barrios, lo descubrió. Ya asumida públicamente su autoría escribió algunas canciones para comedias musicales, entre ellas “Paren el mundo… quiero bajar”, “Mame”, “Dos Virginias para un Pablo” y “Te casarás Gaspar”.

Inquieto, conocedor de la calle y sus oficios supo ser un mediador entre la creación, la participación y el consumo cultural. Se convirtió en un empresario con dedicación, oficio e intuición; comprendió que la industria del disco debe apelar a la creación constante de nuevos ritmos para atraer especialmente a los adolescentes. “Un rasgo que me enseñaron mi papá y mi mamá, era que tenía que pisar en la tierra, nunca decir que estoy medio metro más arriba. Y yo logré demostrarles eso a los que estaban a mi lado, que también tenían que pisar en la tierra, con toda humildad.”

Tuvo sus oficinas en el corazón de la ciudad —en Corrientes y Montevideo— y en ella guardaba sus “tesoros”: revistas, fotos, afiches y partituras de los grandes maestros del tango; un busto de Jorge Luis Borges y un retrato de Ernesto Sábato. Siempre cortés y elegante, solía usar las guayabas —camisa paraguaya bordada, de “aó poí”— que le regalaban sus amigos paraguayos y vistosas corbatas gardelianas.

Ben Molar supo dar vida a verdaderos ídolos populares, muchos de los que nacieron en las décadas del ‘50 y ‘60. Introdujo a Guillermo Brizuela Méndez; inventó a las Trillizas de Oro; trajo a Paul Anka, Neil Sedaka y Maurice Chevalier. Como editor musical descubrió y promocionó a artistas populares como Mercedes Sosa, Violeta Rivas y Litto Nebbia. Fue uno de los creadores de la “Nueva Ola” —una forma, directa y simple, de sentir al música popular—que, según su opinión, empezó a gestarse en 1952 con Elder Baber, continuó con “Los 5 Latinos” en 1957 y logró el cimbronazo en 1959 con Baby Bell y Billy Cafaro; los primeros temas grabados por Palito Ortega y Sandro fueron suyos.

En su sello musical, FERMATA, se grabaron temas de todos los géneros de la música popular. Vale la pena recordar su cercanía con la cultura guaraní, gracias a la profunda amistad con el prolífico artista paraguayo Demetrio Ortiz —músico, compositor, dramaturgo y coreógrafo de danzas tradicionales— con quien compuso dos temas: “Tus lágrimas” y “Recuerdos del Paraguay.”

Por el tango y para el tango

Ya había alcanzado el éxito comercial cuando, en el año 1966, el tango sufría una de sus más graves crisis de difusión. Las grandes compañías discográficas pagaban para que las radios pasaran exclusivamente música extranjera; resultaba mucho más económico ya que no debían pagar ni matrices ni derechos de autor. A tal punto que RCA de Argentina había destruido las matrices de grabaciones de tango y folklore de varias décadas.

Los tangos se estaban olvidando pero los recuerdos infantiles de “Poroto” volvían con toda su fuerza; se decidió y emprendió la tarea titánica homenajearlo y rescatarlo del abandono. Ya había adquirido una visión panorámica del sector cultural, conocía las implicancias sociales y políticas del mundo tanguero y sobre todo tenía una clara visión del mercado. Se comprometió, como sólo él sabía hacerlo, en 

el proyecto “14 con el tango”, un emprendimiento de gran valor artístico que tuvo una inmensa difusión internacional. En el LP con los todos temas se incluyeron los diferentes estilos tangueros: el tango canción, el tango milonga, el tango salón, el tango de vanguardia y el tango lunfardo.

En “14 con el tango” reunió a los más importantes hombres de la literatura argentina para que escribieran las letras, entre los que se contaban: Jorge Luis Borges, Baldomero Fernández Moreno, Leopoldo Marechal, Manuel Mujica Láinez, Ernesto Sabato y César Tiempo. Estuvieron presentes los compositores más destacados del dos por cuatro como Juan D’Arienzo, Julio De Caro, Mariano Mores, Ástor Piazzolla, Héctor Stamponi y Aníbal Troilo. Importantes maestros de las artes plásticas se prestaron a ilustrarlo: Carlos Torrallardona, Raquel Forner, Raúl Soldi, Carlos Alonso, Julio Martínez Howard y Luis Seoane, entre otros. Una vez presentado en Argentina, este ambicioso proyecto comenzó una gira internacional. Ben Molar recordaba: “Y esa fue una muestra mundial, porque por todos lados se exhibieron esas 14 pinturas con el disco de fondo sonando sin parar. El primer lugar fuera del país en el que produje la muestra fue en un teatro de Tel Aviv, ya que yo quería que Israel fuese el padrino de esa muestra. Luego pasó por Grecia, España, Italia y un montón de países más, y en todos los lugares donde iba y les decía que era de Argentina, me decían ¡Tango!”.

El tango iba recuperando su espacio pero aún faltaba mucho. Molar había comprobado que la música porteña era un árbol de raíces profundas que volvía a florecer en todo el mundo. Recordó que una noche de 1965, cuando iba camino de la casa de Julio De Caro para festejar su cumpleaños, había tenido la idea que el 11 de diciembre —fecha de nacimiento de De Caro y de Carlos Gardel— se celebrara el Día del Tango.

Por su experiencia en la gestión conocía muy bien los escollos que presentaba la política y, para poder sortearlos, buscó apoyos institucionales. Su iniciativa logró el aval de muchas entidades representativas: la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic), la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores), la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Casa del Teatro, el Sindicato Argentino de Músicos (Sadem), la Unión Argentina de Artistas de Variedades (Uadav ), la Academia Porteña del Lunfardo, Radio Rivadavia, la Fundación Banco Mercantil, La Gardeliana, la Asociación Argentina de Actores y la Asociación Amigos de la Calle Corrientes. A pesar de todos los esfuerzos la propuesta dormía archivada en la Secretaria de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Eran tiempos difíciles para nuestra música ciudadana y, a pesar de todos los apoyos, Ben Molar tuvo que esperar doce años para lograr que se aprobara celebración mediante el Decreto Municipal N.º 5830 del 29 de noviembre de 1977, y el 19 de diciembre de ese año se convirtió en el “Día Nacional del Tango”, por Decreto Nacional n.º 3781.

Los esfuerzos de Molar por mantener viva nuestra música rioplatense lograron el éxito que él había imaginado durante tantos años y, finalmente, se vieron coronados por el reconocimiento internacional cuando la UNESCO inscribió al Tango en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad(2009; 4.COM)

 Figura arquetípica del mestizaje cultural 

Moisés Smolarchik Brenner tuvo tres grandes amores e su vida: su esposa, la actriz Pola Newman, y sus dos hijos Daniel y Rubén. Disfrutaba de la música, la poesía y las artes plásticas. No cantaba ni bailaba el tango; nunca tuvo ningún cargo público ni solicitó favores políticos. Con la tenacidad de los inmigrantes, la sensibilidad del artista y la visión del empresario, se adelantó a su tiempo y lo transitó con pasión porque estaba seguro de que el tango era “una de las banderas argentinas más importantes en el mundo”.

 “Poroto”, el “Rusito de Villa Crespo”, se convirtió en una de las figuras centrales de la cultura ciudadana y uno de los más importantes difusores del tango. Ésto no pasó desapercibido para el escritor Leopoldo Marechal que le dio un espacio protagónico en su Novela “Megafón o la Guerra”: el demonio Ben (Molar) junto a su amigo el demonio Nelson (Julio Jorge)

Ben Molar, un porteño de nacimiento y de corazón, supo cultivar la amistad y formar equipos de trabajo; tuvo objetivos ambiciosos y metas claras que le posibilitaron concretar emprendimientos muy exitosos. Fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y fue homenajeado con una placa de la calle Corrientes.

En su larga trayectoria supo armonizar perfectamente sus raíces judías con sus amores argentinos: “El haber ido al idische shule de Murillo me dejó muchas huellas, porque era para mí muy valioso estar en un lugar que era parte de nuestro país pero muy diferente… y siempre festejé el Peisaj y otras festividades, eso estaba candente y fue permanente en mi vida, para mantener ese fuego interior”. Formó parte de la Comisión Directiva de las Escuelas Tecnológicas ORT; de la Comisión Directiva del Instituto Cultural Argentino-Israelita y miembro fundador de la Casa Argentina en Tierra Santa. Merecen destacarse algunas de sus múltiples distinciones: miembro de la Academia Nacional del Tango; de la Academia Porteña del Lunfardo; de la Asociación Amigos de la Calle Corrientes; Presidente Honorario de la Asociación Gardeliana Argentina y de la Biblioteca Juan Bautista Alberdi.

Por su experiencia vital, por su inquietud y su inteligencia, Ben Molar supo amar y difundir el incomparable estilo mestizo del ritmo rioplatense: “El tango es un regalo que Argentina le hizo a hombres y mujeres de muchas partes del mundo, que inmediatamente se adaptaron y amaron esta tierra. La prueba es que en las filas de su música y de sus letras hay un montón de hijos de inmigrantes, que nos regalaron su presencia, cultura y amor a las cosas de cada momento que tiene el tango. (…) Veníamos de puntos muy distantes, y encontrábamos sólo abrazos de los argentinos por medio del tango, pero también se dejaban atrás muchas cosas…”.


martes, 25 de agosto de 2020

¿UN HERMANO DE JESÚS FUE EL PRIMER JEFE DE LA IGLESIA? Por Javier Garin

 


Por Javier Garin


           El proceso de divinización de Jesús comenzó inmediatamente después de su muerte en la cruz, tras un breve período de perplejidad y desconcierto entre sus seguidores, que esperaban verlo triunfar de sus enemigos como el Mesías anunciado. 

    Pronto, sin embargo, el duelo y la decepción fueron reemplazados por la creencia de que Jesús había resucitado, y con ello se sentaron las bases del desarrollo del cristianismo, primero como secta judía disidente y luego como nueva religión emancipada de su matriz israelita. 

       En pocas décadas, el Jesús de carne y hueso fue sustituido por la construcción teológica e intelectual del Cristo. 

             Jesús, en tanto hombre, podía tener padres biológicos y hermanos, pero en tanto Cristo debía ser hijo de una virgen, pues Isaías había dicho: "Por eso el Señor mismo os dará un signo: mirad, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, y lo pondrá por nombre Emanuel. (Isaías 7:14).

            Sin embargo, los primeros Evangelios, al ser escritos al poco tiempo de la muerte de Jesús, conservan admirablemente muchos rasgos de su humanidad, anteriores a su elevación teológica. 

             La naturalidad y sencillez con que los tres evangelios sinópticos abordan la vida de Jesús constituye una prueba de su autenticidad como documentos históricos, pues, aún cuando sus textos sufrieron muchas interpolaciones y cambios a manos de los sucesivos copistas, han resguardado informaciones vitales que no siempre se ajustan a los dogmas elaborados con posterioridad por los teólogos y autoridades eclesiásticas. 

             Incluso el tardío Evangelio de Juan, que ofrece una elaborada teología ausente en sus antecedentes, sigue conservando, por la transmisión directa del anciano Juan, preciosas aportaciones de la vida de Jesús. 

           Tengamos presente que es criterio comunmente aceptado que los Evangelios se inspiran a su vez en fuentes anteriores perdidas, por lo que su testimonio parte del conocimiento directo de Jesús, más allá de las adiciones incorporadas con fines proselitistas, para convencer a los judíos de que realmente había sido el Mesías.

            La divinización progresiva de Jesús llevó, entre otros efectos secundarios, a invisibilizar su familia de sangre en aras de la consagración del segundo dogma mariano, el de la virginidad perpetua de María, el cual, según Meier, "no llegó a ser doctrina común hasta la segunda mitad del siglo IV" (Meier, John P. (1997). Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. Tomo I: Las raíces del problema y de la persona. Pamplona: Verbo Divino, (6.ª edición) p. 333)

             Sin embargo a los primeros escritores cristianos la posible existencia de hermanos de Jesús no pareció afectarles, y en el siglo II el apologista cristiano Tertuliano polemiza con Marción en defensa de la naturaleza humana de Jesús utilizando, precisamente, como argumento el que tuviera hermanos. (ver Tertuliano, Adversus Marcionem).

Contra la creencia de que Jesús fue hijo único de María, existen numerosos testimonios evangélicos y extra evangélicos que hablan de cuatro hermanos y al menos dos hermanas.

Uno de ellos, Santiago el Justo, ejerció una autoridad eclesiástica superior, equiparable  a un primitivo Papa. Así surge de múltiples relatos de los primeros siglos, que contradicen asimismo la tesis del papado fundacional de Pedro.

             Santiago el Justo es mencionado por Pablo de Tarso en la epístola a los Gálatas: “Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor” Gálatas 1:18-19.

Todo indica que este Santiago, o Jacobo (“Sancti Iacob”), no debe ser confundido con los apóstoles Santiago el Mayor y el Menor, a quienes Mateo llama “hijo de Zebedeo” e "hijo de Alfeo” (Mateo 10, 2-3). Es claro que Pablo no lo consideraba un apóstol, pues dice que sólo vio a Pedro y a ningún otro de los apóstoles.

Que podría haber sido realmente el hermano de Jesús, o al menos medio hermano,  y no un “hermano espiritual” lo indica el historiador judío Flavio Josefo. Éste, no siendo cristiano, no tenía motivos para llamar "hermano de Jesús" a alguien que no lo fuera de sangre. En su relato, nos dice que el sumo sacerdote saduceo Ananías “llamó a juicio al hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, cuyo nombre era Santiago, y con él hizo comparecer a varios otros”, para condenarlos a muerte (“Antigüedades judías”)

La actuación de Santiago el Justo fue decisiva en el Primer Concilio de la Iglesia, celebrado en Jerusalén en el año 50 de nuestra era. En esos tiempos, el cristianismo ni siquiera había empezado a diferenciarse del judaísmo y era más bien una secta conformada por los judíos que creían que Jesús era el Mesías. Aún no había iglesias sino sinagogas; el día de reposo era el Sabbat y no el domingo -que fue inventado posteriormente por los cristianos romanos-; y el mayor número de fieles de Jesús eran judíos de Judea o judíos helenizados de las ciudades del mar Egeo, Siria y el Asia Menor, quienes observaban la ley mosaica, se abstenían de las comidas impuras y sometían a sus hijos varones a la circuncisión.

Justamente el problema de la circuncisión, cirugía ritual harto peligrosa para los adultos a causa de las infecciones y por demás dolorosa, fue el motivo central de ese Concilio, donde se discutió la actividad apostólica de Pablo y de Bernabé, quienes promovían la aceptación de pleno derecho en la fe de los acólitos incircuncisos. Fue el primer acto político de la iglesia cristiana primitiva destinado a favorecer la introducción de creyentes no judíos en la incipiente grey.

Cuenta Lucas en los Hechos de los Apóstoles que Santiago resolvió el Concilio después de oír a todos (incluido a Pedro), diciendo: “Yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo (Sabbat).”

La expresión que Lucas atribuye a Santiago, llamado el hermano de Jesús : “yo juzgo”,  indica que  tenía autoridad para juzgar. El texto en griego antiguo lo expresa de una manera todavía más rotunda como “yo resuelvo” o “yo sentencio”. Es necesario comprender que no se trató de una decisión acordada entre todos los cristianos, sino de la resolución de un diferendo entre quienes sostenían, como Pablo y Bernabé, que no se debía obligar a los gentiles a circuncidarse, y quienes afirmaban que era preciso exigir a todos la circuncisión. Al tener la última palabra  sobre el diferendo, Santiago actuaba como la máxima autoridad.

La atribución de primera autoridad eclesiástica a Pedro, “el primer Papa”, es una construcción política posterior, destinada a afianzar la primacía del obispo de Roma como cabeza de la Iglesia, por institución directa de Cristo. Efectivamente, si fuera cierto que el primer jefe de la iglesia era Pedro y no Santiago el Justo, llamado el hermano de Jesús, ¿por qué razón fue Santiago quien dictó sentencia  en el concilio de Jerusalén? ¿Por qué no fue Pedro? Podemos suponer que sus cualidades personales -hombre de gran piedad- y su condición de hermano de Jesús lo convertían en un personaje no controvertido.

Si bien puede admitirse que Pedro era la figura de mayor peso e influencia entre los apóstoles, ninguno de estos asumió la jefatura de la Iglesia de Jerusalén, sino que escogieron a Santiago el Justo para tal ministerio. Así lo expresa Clemente de Alejandría en el sexto libro de su Hypotyposes, donde se lee que Santiago el Justo fue elegido como obispo de Jerusalén por Pedro, Santiago el Mayor y Juan, Es posible que prefirieran designarlo en razón de su presunto parentesco para dedicarse ellos plenamente al apostolado. En idéntico sentido se expresan Hegesipo, en el quinto libro de sus Comentarios (“Después de los apóstoles, Santiago el hermano del Señor, de sobrenombre el Justo, fue nombrado jefe de la Iglesia en Jerusalén”);  Eusebio de Cesarea, primer historiador de la Iglesia.  ("Santiago, hermano del Señor, a quien los apóstoles habían confiado el asiento episcopal en Jerusalén");San Jerónimo, aunque sin indicar parentesco: ("ordenado por los apóstoles obispo de Jerusalén (...) gobernó la iglesia de Jerusalén treinta años".

Cirilo de Jerusalén, en el siglo V, todavía sostiene que “Jesús se apareció a Santiago, su propio hermano y el primer obispo de esta parroquia”.

Textos apócrifos antiguos, como los dos Apocalipsis de Santiago encontrados en Nag Hammadi, el Evangelio de Tomás y el Evangelio de los hebreos aseguran que Santiago fue el sucesor designado, ya no por los apóstoles, sino directamente por Jesús.

El obispo Clemente de Roma escribe en una carta del siglo I que Santiago es llamado “obispo de obispos, que gobierna Jerusalén, la Santa Asamblea de los Hebreos, y todas las asambleas en todas partes”. Obispo de obispos significa Papa.

Es decir que podemos en cierta forma considerarlo el verdadero primer jefe de la iglesia, ya que el centro del cristianismo no estaba aún en Roma sino en Jerusalén, y por eso el obispo de Jerusalén gobernaba “todas las asambleas en todas partes”.

En el año 70 de nuestra era, el general Tito arrasa a sangre y fuego Jerusalén para reprimir el alzamiento de los judíos y destruye el Templo. Es a partir de entonces que el peso principal de la naciente iglesia se desplaza fuera de la ciudad santa.

¿Cómo murió? Lo mataron los saduceos. Según Flavio Josefo, este asesinato político-religioso fue planeado por el saduceo Ananías, sumo sacerdote, quien convocó al Sanedrín en momentos en que estaba vacante el cargo del procurador de Judea y acusó a “Santiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, y a algunos otros” de haber “transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.” (Antigüedades judías, 20.9.1)

Otros, como Clemente de Alejandría, afirman que lo tiraron del pináculo del Templo de Jerusalén y luego lo remataron a mazazos.  

Hegesipo relata que los escribas y fariseos colocaron a Santiago en el pináculo del templo, para que convenza a la multitud de que Jesús no era el Cristo, y como Santiago, en vez de negarlo, lo afirmó, lo arrojaron desde lo alto, y comenzaron a apedrearlo, porque no fue muerto por la caída, y uno de ellos, que era batanero, le dio el golpe de gracia con un mazo en la cabeza.

“Vinieron, pues, en grupo a Santiago, y le dijeron: «Nosotros te rogamos que frenes al pueblo, porque se han extraviado en sus opiniones acerca de Jesús, como si él fuera el Cristo. Te rogamos persuadas a todos los que han venido aquí para el día de la Pascua, en relación con Jesús. Porque todos escuchamos tu palabra; ya que nosotros y todo el pueblo damos testimonio de que tú eres justo y no haces acepción de personas. Así pues, persuade a la multitud para que no yerre acerca de Cristo. Pues todo el pueblo y nosotros te obedecemos. Mantente en pie sobre el pináculo del templo, para que desde esa altura todo el pueblo te vea y oiga tus palabras. Ya que por la Pascua se unen todas la tribus, incluyendo a los gentiles."

Santiago el Justo declaró lo contrario de lo que le pedían los fariseos, sellando así su suerte.

Esto ocurrió en el año 62 después de Cristo, es decir, más de una década después del Concilio de Jerusalén y pocos años antes de la destrucción del Templo. Josefo informa que la despiadada ejecución fue tomada como un asesinato judicial y provocó el enojo de muchos judíos de “los que eran considerados los más ecuánimes en la Ciudad, y estrictos en la observancia de la Ley”, quienes se dirigieron al nuevo procurador romano Albino en protesta, obligando al rey Agripa a reemplazar a Ananías al frente del sumo sacerdocio.

Todos los testimonios son contestes en reconocer el enorme respeto y prestigio de que gozaba Santiago el Justo entre los judíos, fuesen o no seguidores de Jesús, porque era un estricto observante de la ley y un hombre de bien, dedicado por completo a la piedad y a su función eclesiástica.

 La idea de que Pedro –y no Santiago el Justo- es el heredero designado de Jesús para dirigir la Iglesia universal constituye una construcción política destinada a justificar la primacía del obispo de Roma sobre los otros obispos del mundo. Forma parte de la ideología de poder de la Iglesia. Del mismo modo, durante la Edad Media la Iglesia invocaba un legado imperial a favor del Papa  -la “donación de Constantino”-, basado en documentos falsificados por un monje del siglo VIII, con la finalidad de disputarle el poder al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Jamás Constantino hizo donación alguna de poder temporal al Papa, ni hay evidencia histórica de que diese un status especial al obispo de Roma por ser el “heredero de Pedro”.

Así como resultaría difícil hoy lograr que se aceptase como primer jefe de la Iglesia a Santiago el Justo y no a Pedro, tampoco se admite entre muchos creyentes el vínculo  biológico de aquel con Jesús.

             Si bien el dogma de la virginidad perpetua de María fue consagrado oficialmente en el Segundo Concilio de Constantinopla, en el año 553, ya era una tradición muy vieja, sostenida por diversas comunidades cristianas primitivas y por propagandistas como Orígenes o San Justino Mártir. Santo Tomás de Aquino, en la Edad Media, tejió complicadas elucubraciones para aseverar que María conservó la virginidad aún después del parto. Este dogma está seriamente contradicho por el  Evangelio de Mateo, cuando refiere (1:23 ) “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,Y llamará su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. 24Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito y le puso por nombre Jesús.” Ello indica que José y María llevaron vida marital normal después del nacimiento milagroso de Cristo, y así lo creen diversas iglesias partidarias de la interpretacion literal de ciertos pasajes evangélicos.

            En el esfuerzo de los evangelistas por convencer a los judíos de que Jesús era el Mesías anunciado en las profecías, resultaba necesario sostener que había nacido de una virgen, pero la virginidad perpetua no era un imperativo. Esta idea se adoptó tiempo después, cuando la Iglesia quiso enfatizar la pureza de María e instituyó el dogma de su ascensión a los cielos, como parte de su política de realzar la figura de la Mater Dei y su importancia simbólica.

            De allí que se negara la existencia de hermanos de Jesús y se sostuviera que el término “hermano” con que se designaba a Santiago el Justo y a otros personajes del Nuevo Testamento fue utilizado como sinónimo de pariente o primo, opinión sostenida tardíamente, en el siglo IV, por San Jerónimo, y que pasó a ser la tesis comúnmente aceptada. (San Jerónimo,  Adversus Helvidium).  En algunos casos, se interpretó el término "hermano", no como nexo biológico sino como metáfora de afinidad espiritual.

              No obstante, hay también tradiciones antiguas, rechazadas por la Iglesia, de que Jesús tuvo efectivamente hermanos, y el abandono paulatino de esta creencia resulta ilustrativo de la política de fijación y uniformización de dogmas que llevó a cabo la Iglesia.

              El Evangelio de Marcos nos cuenta que la gente que conocía a Jesús desde niño no creía que fuera el Mesías, y murmuraban: “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.” (Marcos 6:3)  Por su parte leemos en Mateo 13:55 “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?” En estos versículos Santiago el Justo aparecería mencionado como Jacobo.

            Mateos, Marcos y Lucas refieren con palabras parecidas la siguiente escena:

               Entre tanto, llegaron sus hermanos y su madre y, quedándose afuera, enviaron a llamarlo. Entonces la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan». Él les respondió diciendo: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: «Aquí están mi madre y mis hermanos, porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Juan cuenta  que Jesús fue de Caná a Cafarnaúm “con su madre, sus hermanos y sus discípulos”, y agrega que en la fiesta de los tabernáculos sus hermanos lo cuestionaron diciéndole: “Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo”.  Observa mordazmente:  “Ni aun sus hermanos creían en él.” En otro pasaje evangélico se afirma que su madre y hermanos llegaron a pensar que Jesús se había vuelto loco. 

Estas afirmaciones son de difícil interpretación, ya que llevan a pensar en un intento del evangelista de restar peso a la familia de Jesús en su prédica y valorizar a los discípulos; pero también pueden indicar una incredulidad inicial de los familiares, luego superada, ya que tanto María como varios de los hermanos pasaron a integrar el movimiento activamente. 

Lucas refiere en “Hechos” que los apóstoles “perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”.

       Entre los cristianos primitivos parece haber existido la creencia de que  los hermanos de Jesús eran hijos de José y María, por lo que la opinión de Tertuliano en el siglo II no era una rareza.

             De manera que son numerosos los textos del Nuevo Testamento que cuentan que Jesús tuvo muchos hermanos, que fue primo (y tal vez discípulo) de Juan el Bautista, que su hermano o primo Simeon también fue santo y que otros sobrinos y sobrinos nietos fueron mártires. Se sostiene asimismo que también tuvo dos hermanas, pero como eran mujeres nadie creyó necesario dejar registrados sus nombres.

              El apócrifo Evangelio del seudo-Mateo, tardío, del siglo VII, recoge la versión de que los hermanos de Jesús fueron medio hermanos, hijos de un matrimonio anterior de José, que Santiago era el primogénito, que además de éste, José, Judas, y Simeón, también hubo dos medio hermanas mujeres.

            Los expertos en filología neotestamentaria​ admiten que es poco probable que los llamados hermanos de Jesús fueran sus primos, aceptan que podrían ser simplemente medio hermanos, pero consideran mucho más probable que fueran hermanos de padre y madre.

                        Una tradición menos firme sostiene  que Jesús no sólo tuvo hermanos sino un mellizo, el apóstol Judas, llamado Tomás o Dídimo (apodos ambos que significan “mellizo”).

                De este personaje habla en repetidas ocasiones el Evangelio de Juan, y es quien protagoniza el famoso episodio de la incredulidad ante la resurrección. 

            Este Santo Tomás, “el mellizo”, recibió como misión la evangelización del Oriente y se le atribuye haber llevado el Evangelio a la India y haber fundado la Iglesia en ese país, iglesia que perdura hasta el presente. En el texto apócrifo “Hechos de Tomás” se da a entender que era hermano mellizo de Jesús, tradición extraña y poco clara, de la que no se habla en ningún otro lugar.

            

domingo, 16 de agosto de 2020

CURIOSIDADES DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO - LA EXISTENCIA DE JESUS - por Javier Garin



Por Javier Garin


Ningún historiador serio discute la existencia histórica de Jesús. Afirma burlonamente el investigador español Antonio Piñeiro que el 99,9 por ciento de los historiadores actuales aceptan que Jesús existió y acuerdan en una gran parte de su biografía, con diferencias de detalles.De hecho, en las últimas décadas la llamada "búsqueda del Jesús histórico" se ha convertido en una verdadera especialidad de la ciencia histórica con numerosos y eruditos cultores en todo el mundo.

No podía ser de otra manera, ya que es una de las personalidades históricas de las que más se ha escrito a través de los siglos, y los primeros pasos de las comunidades cristianas están bastante bien establecidos a partir de testimonios históricos y arqueológicos indubitables de múltiples procedencias.

¿Por qué, entonces, se ha puesto en duda con tanta frecuencia, en los últimos trescientos años, la existencia de Jesús?

El primer motivo es de orden ideológico-político.

En el siglo XVIII se produce el gran momento de ascenso de la burguesía en Europa, que alcanzará su punto culminante en la Revolución Francesa. Su expresión intelectual es la Ilustración. Este vasto movimiento, que encuentra en el Antiguo Régimen los obstáculos políticos y económicos a remover para el pleno desarrollo del nuevo orden burgués, identifica a la Iglesia como uno de sus principales enemigos. Por tanto, se pone como objetivo combatir directa e indirectamente al cristianismo y frontalmente a la Iglesia y su influencia y poder. Paul Hazard lo ha llamado “le proces du christianisme”, programa político que comprende la crítica integral de la tradición religiosa, filosófica e institucional del Catolicismo, la negación de la religión revelada y la promoción de la incredulidad en las clases gobernantes.(1) Voltaire identifica a la Iglesia con claridad como el gran enemigo a derrotar, y acostumbra a concluir sus miles de cartas, dirigidas a todos los conspicuos y poderosos personajes de su época, con el lema "¡Aplastad a la Infame!". Afirma asimismo, que ningun hombre sensato puede sentir frente al cristianismo otra cosa que horror. En mi libro “ANTICRISTO, HISTORIA DE UNA PROFECÍA JESUÍTICA SUDAMERICANA”, relato cómo varios de los monarcas europeos del “despotismo ilustrado”, inicialmente aliados a la burguesía, se coaligan contra la Compañía de Jesús, denunciada como brazo ejecutor del poder papal.(2) Dentro de esta embestida, se convierte en arma habitual la devaluación de la figura de Jesús, y se llega a rechazar su misma existencia.

Vale decir que la negación de la historicidad de Jesús, convirtiéndolo en un mero invento literario, una mentira perversamente perpetuada para engañar a las masas, es una herramienta de la lucha anticlerical que promueven  los filósofos burgueses a partir del siglo dieciocho por MOTIVOS IDEOLÓGICOS Y ESTRATÉGICOS en su cruzada contra el Antiguo Régimen.

Adviértase que esta tentativa “ilustrada” de negación de Jesús va incluso más lejos que la posición tradicional judía. Los rabinos posteriores a Jesús se han limitado a negar que fuera el Mesías y han sostenido, por ejemplo, que se trataba de un mago entrenado en Egipto para seducir al pueblo judío con falsos milagros, pero jamás pretendieron que no había existido. Las posiciones de judaísmo post cristiano contra Jesús aparecen reflejadas en la primera polémica filosófica entre cristianos y paganos, la emprendida por el cristiano Orígenes contra el griego anticristiano Celso. Allí leemos que Celso atribuye a un supuesto judío la siguiente imputación, luego retomada en el Talmud babilónico: 

"(...) que se inventara el nacimiento de una virgen”.  (...) que “proviniera de una aldea judaica, y de una mujer lugareña y mísera que se ganaba la vida hilando” ; (...) que “ésta, convicta de adulterio, fue echada de casa por su marido, carpintero de oficio, anduvo ignominiosamente errante y, a sombra de tejado, dio a luz a Jesús”. (...) que,, “apremiado por la necesidad, se fue a trabajar de jornalero a Egipto, y allí se ejercitó en ciertas habilidades de que blasonan los egipcios “ ; vuelto a su patria, hizo alarde de esas mismas habilidades (magia), y por ellas se proclamó a sí mismo por Dios”. (ver nota 3)

Tales acusaciones que el anticristiano Celso atribuye a un fariseo son ciertamente difamatorias e hirientes, pero no se les ha cruzado, ni al fariseo supuesto autor de la especie ni a Celso, sostener que "Jesús no existió".

Los argumentos negadores  son pobres y malintencionados. Se cuestiona que Jesús no dejara nada escrito y de discute la autenticidad y valor documental de los Evangelios. Se sostiene que los historiadores y cronistas contemporáneos no mencionan a Cristo. Se rechaza el valor histórico de los testimonios provenientes del Cristianismo.

Argumentar la no existencia de Jesús a partir de la ausencia de escritos legados de su puño y letra es ciertamente ridículo, y llevaría a la negación de la existencia de todos los personajes históricos que no escribieron una sola línea. Llevaría a negar la existencia de Sócrates, porque no escribió, o de cualquier otra figura que no se ha dedicado a escribir o a dejar por escrito sus hechos y pensamientos.

Los Evangelios, tanto canónicos cuanto apócrifos, aunque no puedan ser adoptados literalmente, como si se tratara de testimonios biográficos, sino como expresiones del intenso proselitismo cristiano de los primeros siglos, son documentos contundentes en pro de la existencia real de Jesús. Sus contradicciones no disminuyen su valor, y ofrecen un colorido panorama, no sólo de la personalidad de Jesús, sino también del pensamiento –y de las diferencias de concepción- de las comunidades que los produjeron y utilizaron. ¿O hemos de suponer que esas comunidades tampoco existieron y que todo fue una superchería posterior ideada por los papas y los jesuitas?

La exigencia de fuentes externas al cristianismo tampoco parece razonable, ya que los primeros años de este movimiento transcurrieron en las periferias del Imperio Romano y su visibilidad era escasa para los cronistas contemporáneos.

 Sin embargo Jesús aparece al menos dos veces mencionado en las Antigüedades Judías del historiador judío Flavio Josefo, en forma directa, y una en forma indirecta cuando trata de su primo Juan el Bautista: el llamado "testimonio flaviano".

El texto disponible tradicionalmente de Flavio Josefo ha sido impugnado de haber sufrido interpolaciones cristianas posteriores, ya que afirma que Jesús era el Mesías, lo cual resulta impropio de un judío, pero en 1971 se descubrió una versión árabe cuyo texto, levemente distinto al conocido en Occidente, expresa:

“En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas.” (4)

Al relatar la muerte de Santiago el Justo, hermano de Jesús y jefe de la Iglesia en esos momentos, cuenta:

“Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, el hermano de Jesús, llamado Cristo, y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.” (5)

Sobre Juan el bautista es más extenso:

"Pero algunos judíos creían que el ejército de Herodes fue destruido por Dios: realmente, en justo castigo de Dios para vengar lo que él había hecho a Juan, llamado el Bautista. Porque Herodes lo mató, aunque era un hombre bueno e invitaba a los judíos a participar del bautismo, con tal de que estuviesen cultivando la virtud y practicando la justicia entre ellos y la piedad con respecto a Dios. Pues así, en opinión de Juan, el bautismo sería realmente aceptable, es decir, si lo empleaban para obtener, no perdón por algunos pecados, sino más bien la purificación de sus cuerpos, dado que sus almas ya habían sido purificadas por la justicia.Y cuando los otros  se reunieron, como su excitación llegaba al punto de la fiebre al escuchar [sus] palabras, Herodes empezó a temer que la gran capacidad de Juan para persuadir a la gente podría conducir a algún tipo de revuelta, ya que ellos parecían susceptibles de hacer cualquier cosa que él aconsejase. Por eso decidió eliminar a Juan adelantándose a atacar antes de que él encendiese una rebelión. Herodes consideró esto mejor que esperar a que la situación cambiara y luego lamentarse cuando estuviera sumido en una crisis. Y así, a causa del recelo de Herodes, Juan fue llevado en cadenas a Maqueronte, la fortaleza de montaña antes mencionada; allí se le dio muerte. Pero los judíos opinaban que el ejército fue destruido para vengar a Juan, en el deseo de Dios de castigar a Herodes." (6)

Este texto demuestra asimismo la simpatía de los judíos hacia Juan el Bautista, simpatía que acompañará a Jesús hasta que la clase alta sacerdotal judía (no el pueblo judío en su conjunto) y el Imperio Romano decidieron también asesinarlo.

Plinio el Joven, entre los años 100 y 112, escribió  al emperador Trajano pidiendo instrucciones sobre el proceder contra los cristianos e informando las medidas que tomó, imponiéndoles que maldijeran a Cristo y adoraran la esfigie del emperador, relatando que los cristianos acostrumbraban “reunirse al amanecer y cantan un himno a Cristo, casi como a un dios”. (7)

Tácito, en sus Anales, en el año 116, refiere sobre Nerón: “Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato; reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli. “ (8)

Suetonio, en el año 120, escribe sobre Claudio: “A los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus continuas revueltas.” (9)  Y en Vidas de los Doce Césares refiere que Nerón “infligió suplicios a los cristianos, un género de hombres de una superstición nueva y maligna.” (10)

Pero bastarían las fuentes cristianas para dejar establecida con bastante claridad la existencia de Jesús y del primitivo cristianismo, ejerciendo el discernimiento crítico para desmalezar los testimonios de las invenciones proselitistas. Y entre las fuentes cristianas aparece con singular fuerza e importancia la tradición oral de las comunidades primitivas, que es recogida por escritores cristianos inmediatamente posteriores, tradición que se conserva de boca en boca desde los apóstoles que conocieron personalmente a Jesús y sus seguidores en las zonas donde desarrollaron su predicación.

Descartar los testimonios de prosélitos y adherentes constituye una exigencia ajena a la disciplina histórica. La mayoría de los testimonios que se conservan de cualquier personaje poderoso de la Antigüedad, tales como monedas, inscripciones o monumentos, han sido brindados para exaltar y propagandizar sus figuras. ¿Por qué los testimonios sobre un rey o general victorioso, que buscan su exaltación, deberían dejarse de lado por el solo hecho de que los legaron sus seguidores y lugartenientes? Es ridículo.

La segunda fuente de incredulidad respecto de la existencia histórica de Jesús proviene de la pesada herencia mitológica y teológica que rodea su figura. Los dogmas eclesiásticos que se empezaron a construir pocos años después de su muerte (y que ya vemos en desarrollo en el Evangelio de Juan) suelen confundirse con el problema de su historicidad. Cuestiones tales como la virginidad perpetua de María, las curaciones milagrosas y resurrecciones, la Santísima Trinidad o la naturaleza humano-divina de Cristo que nutre los debates cristológicos, cuya fe se exige como dogma al creyente, constituyen, fuera del ámbito de las diferentes iglesias, verdaderos escollos para la aceptación del Jesús histórico, y llevan al no creyente a la falsa conclusión de que se trata de unas pura fábula de principio a fin.

Pero en realidad, la carga mitológica sobre un personaje no dice nada sobre su existencia histórica real, sino que revela desarrollos y adiciones ulteriores que, en el caso de la historia del Cristianismo, pueden ser situados con bastante precisión en determinados momentos y contextos y hacen explicable la imposición de ciertos dogmas como parte de la estrategia política y de las luchas entre sectas y congregaciones del cristianismo primitivo. Pero esto último merece un análisis aparte.


 1)Paul Hazard, La Pensée européenne au XVIIIe siècle, de Montesquieu à Lessing (1946, edición Paris, Librairie Arthème Fayard, 1979), pp. 7-81 [versión electrónica del 2005 de la Bibliothèque Paul-Émile Boulet de l'Université du Québec]. Para la edición española: Hazard, Paul, El pensamiento europeo en el siglo XVIII (traducción castellana de Julián Marías, Madrid, Alianza, 1985), pp. 15-91.

2)Javier Garin, obra citada, paginas 75 a 96, "La conspiración antijesuítica mundial".

3) Orígenes, "Contra Celso", Libro 1, parágrafo28, pagina 64, La Editorial Católica S.A., Madrid, 1917.

4)Schlomo Pines, An Arabic Version of the Testimonium Flavianum and its Implications. 1971. El manuscrito perteneciò al historiador Agapio, del silgoX. 

5) Flavio Josefo, Antigûedades Judìas, 20, 9:1.

6) Flavio Josefo, Antigûedades Judìas, 18, 5:2.

7) Plinio el Joven,  Epist. X, XCVI, C. Plinius Traiano Imperatori

8) Tácito, Anales, 15:44:2-3

9) Suetonio, De Vita Caesarum. Claudio, 25.

10) Suetonio, De Vita Caesarum. Nero, XVI.2.


sábado, 18 de julio de 2020

NUEVOS DATOS SOBRE EL NACIMIENTO DE JUANA AZURDUY, Por Manuel Omar Armas.


por Manuel Omar Armas


Comparto con el blog de Luces y Sombras de Nuestra Historia un dato que me envió el Director del Archivo Historico de Tarija, el historiador Elias Vacaflor Dorakis.

 "El 12 de julio se recordó el natalicio de Juana Azurduy; pero por un error de un historiador de Bolivia se consignó la fecha de nacimiento de una homónima Juana Azurduy Bermudez cuando en realidad es Juana Azurdui Llanos .
 Existe un confusión sobre la verdadera fecha de nacimiento de la Heroina Juana Azurduy, hecho que originó que el Estado argentino haya promulgado la ley Nº 26.277 que  conmemora el día del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla.
Con el propósito de rectificar dicha fecha gracias al aporte del historiador  SUCRENSE Lic. Norberto Torres, que obtuvo la Partida Original de tan importante e histórico documento del Archivo Arquidiocesano de Sucre (Bolivia), bajo la dirección de la Señora Avelina Estrada , se transcribe el texto, que sin duda será útil para que las autoridades argentinas procedan a la rectificación pertinente.

JUANA ASURDUI

En esta Santa Iglesia de San Pedro de Tarabuco, en veintiséis de marzo de mil setecientos ochenta años. Yo, Pedro Dávalos, Teniente de Cura constándome estar bautizada, puse óleo y crisma a Juana  de dos meses, mestiza, hija legítima de Isidro Asurdui y de Juliana Llanos. Fue su Madrina Rosa Zarate a quien le advertí su obligación y parentesco espiritual, para que conste, lo firmé.
Pedro Dávalos

Transcripción de copia del original proporcionado por el Lic. Máximo Pacheco, Director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (Sucre, Bolivia).

Por lo tanto, convendría hacer las siguientes consideraciones:

1. Se mantuvo la grafía original
2. El año 1780 fue bisiesto
3. Juana Azurduy Llanos nació en Tarabuco (Chuquisaca), el día miércoles 26 de enero de 1780 y; bautizada, en la Iglesia del mismo pueblo, el domingo 26 de marzo del mismo año.

Tarija, 28 de julio de 2018
Elias Vacaflor Dorakis

Agregamos que algunos historiadores y páginas de internet dan como lugar de fallecimiento de Juana Azurdui, Jujuy lo cual también es erróneo. Si bien Juana estuvo en el actual territorio argentino sus actividades en el mismo fueron las siguientes:
 En 1817 baja hacia Salta. En 1819  fue a Buenos Aires a tramitar los sueldos de su fallecido esposo acompañada por su hermano. Luego en 1820 estaba en Tucumán (el gobernador Bernabé Araoz  asi lo acredita). En 1825 el gobierno de Salta le brinda ayuda para trasladarse a Chuquisaca .
Muere en Qoripata (Sucre) 25-5-1862 . Siendo sepultada en el cementerio general ese mismo día según el libro de entierros

viernes, 17 de julio de 2020

PERÓN Y EL AUTOMOVILISMO, EL BOXEO Y EL FUTBOL., por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista de Javier Garin






Por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista de Javier Garin

Perón y el automovilismo

                        -Nos contaste todo ese fenomenal desarrollo del atletismo y los deportes olímpicos y de alta competición gracias a las políticas deportivas de Perón.  ¿También hubo en aquellos años un gran auge del automovilismo?
Galamarini con Fangio y Duhalde
            -En ese entonces, 1948/1949, yo me acuerdo, muy de pibito, de haber ido con mi viejo a ver carreras automovilísticas en Palermo. Mi viejo era un gran aficionado al deporte, lo cual me unió mucho a él, porque íbamos juntos a todos lados a presenciar competencias.   En el ’48 fue la última vez que se disputó, en los lagos de Palermo la competencia predecesora a la Fórmula 1. Y, cuando se decide hacer la Fórmula 1, se quiso evitar hacerla en las calles. Entonces, en el ’49, fueron Fangio, y Froilán González, y Francisco Borgoneau (a quien conocí ya muy mayor, del ACA, y fundador del Club Hindú de Rugby),  a plantearle a Perón que nos quedábamos afuera de la disputa internacional porque no teníamos autódromo. Y Perón ¿qué hizo? Levantó el teléfono y les dijo; “Mañana los espera el Intendente de Capital Federal, póngase a hacer el autódromo municipal”. El que todavía tenemos, hoy muy deteriorado. Así fue que en el año ’51 se corrió la primera carrera de Fórmula 1 en Argentina. Fangio ya era Fangio; Froilán ya era Froilán; pero no teníamos autódromo, y se hizo en ese momento porque Perón decidió que había que hacerlo.

            -Esto lo recordaba Bernie Eccleston, el capo de la fórmula 1, ¿no es cierto?
             -Claro –asiente el Pato-. Veintiun años después, en 1992, como Secretario de Deporte, fuimos a gestionar el regreso de la Fórmula 1 a nuestro país, después de 18 años que no se corría acá. Era el gobierno de Menem, también fanático del automovilismo. Nos entrevistamos con Bernie Eccleston, y nos dijo: “Ni se les ocurra pensar otra vez en un circuito callejero. Ahí tienen ustedes uno de los grandes autódromos del mundo. Uno de los más veloces y seguros. El que hizo Perón”. Lo habrá leído la noche anterior, qué se yo…  Pero sabía de qué hablaba el hombre.
             “En 1948, se corrió la carrera más larga de la historia del automovilismo mundial hasta ese momento. Fue una creación conjunta entre automovilistas argentinos y Perón. Fue la mítica “Buenos Aires-Caracas”.

              - Ultra-famosa esa carrera.
              -Sí, ultra-famosa. Diez mil kilómetros. Y Perón, no sólo habló de la importancia de esa carrera como acontecimiento deportivo, sino también de la unión de los pueblos latinoamericanos que esa justa deportiva iba a favorecer. En ella se mata el acompañante de Fangio, Urruti. Y la gana Oscar Gálvez, pero en una decisión que nunca quedó demasiado clara, se la dieron por perdida en Caracas. Y Oscar Gálvez le manda un telegrama a Perón, diciendo “Me cagaron. Haga algo usted”; como si pudiera solucionarlo todo; y Perón le responde “¿Qué quiere que haga?” (Risas)
Fangio y Galmarini
            -¿Perón tuvo relación con esta proyección del automovilismo argentino?
             -Sí, el apoyo de Perón a Fangio, este siempre lo reconoció diciendo: “Mi primer campeonato internacional ganado, fue por el apoyo del peronismo”. Y el peronismo en ese momento le pasaba recursos, no al bolsillo de Fangio, sino al Automóvil Club Argentino, para financiar su carrera internacional, que lo llevó a obtener con los años tantos títulos mundiales de F 1. Creo que la primera marca con la que corrió Fangio fue Masseratti, ganando su primer título mundial en 1951; después cambió a otras escuderías. En el ’54 obtuvo su segundo campeonato mundial, escoltado por otro argentino, Froilán Gonzalez, y después obtiene tres más. Tras el golpe de 1955 el ACA se volvió muy antiperonista, pero hay un recuerdo ahí adentro, entre los viejos, de que Perón facilitaba recursos para Fangio, para Froilán González…

Fangio y Reutemann con Garlmarini y Mera Figueroa.
            -¿Por qué se volvió antiperonista el ACA?
            -En el ’55 muchos integrantes del deporte argentino estuvieron presentes en las intervenciones de las federaciones del deporte. Fue muy común… Como en el movimiento obrero… Y muchos se adaptaron.

                                              Perón y el boxeo

Galmarini con varias glorias del mundo del boxeo: el empresario Tito Lectoure, Nicolino Locche, Horacio Accavalo y Miguel Angel Castellini
                 “Hay gestos, que en el balero tenemos todos, de Perón dándole mucha máquina al deporte con su presencia –prosigue el Pato-. Él estaba permanentemente con el deporte. Todos hablan de que, por ejemplo, Perón concurría al Luna Park, en primera fila, siendo Presidente. Y Perón iba desde antes porque le gustaba. Todos sabemos que allí la conoció a Evita, en 1944, antes de ser Presidente, aunque no en un acontecimiento deportivo, sino en una actividad de recaudación de fondos para los damnificados por el terremoto de San Juan. Perón amaba el Luna Park y también el boxeo, y a ese deporte le dio asimismo mucha máquina. Siendo Presidente, trajo a Argentina campeones de enorme envergadura, como Sandy Sanddler y Archie Moore, dos yanquis impresionantes, y Kid Gavilán, un cubano que fue un verdadero fenómeno pugilístico. Y después vino a desarrollar su carrera en Argentina, porque el boxeo tenía mucho predicamento, Luis Federico Thompson, que fue un negro excepcional.  Un boxeador bárbaro.
            “En el ’54, Perón estuvo presente cuando Pascual Pérez empata en el Luna Park con el japonés Yoshiro Shirai. Después Pascual consigue arrebatarle el título en la pelea siguiente en Japón.

              “Perón hablaba mucho de los boxeadores y era conocedor.   Lause, Medentino, todos lo comentaban, y terminaron siendo el apoyo de Perón, en la política deportiva.
          -¿El boxeo tenía arraigo popular?
           -Sí. Enorme. Estaba la gran rivalidad Prada–Gatica. Boxearon seis veces. Empataron tres a tres, pero fue un duelo impresionante. Gatica, gran peronista, gozaba del apoyo de la popular. Y a Prada, que también era peronista, lo apoyaba la platea  cajetilla. Prada siempre se me quejaba de esto: “yo era tan peronista como él, pero no sé por qué el Mono me rompía el culo con los grones”, decía en broma. (Risas)
              “A Prada lo conocimos porque laburaba en el Senado de la Nación. Y supo tener un boliche, de morfi, ahí por el centro, donde le dio laburo a Gatica cuando entró en decadencia. Gatica murió a los 37 años, en la cancha de Independiente, donde, ya retirado del boxeo, vendía muñequitos; y salió un día bebido, con un muñequito en la mano, y se lo llevó puesto un colectivo. La película de Leonardo Favio muestra claramente quién era, lo que significó Gatica en ese momento para los más humildes, para el pobrerío. Y los que hablaban siempre de Gatica, no como un enorme boxeador, pero sí como un tipo con una enorme pasión por el boxeo, y por cagarse a trompadas -porque antes de triunfar como boxeador se cagaba a trompadas por quince pesos, en la calle- eran sus colegas, grandes boxeadores que yo conocí y traté muchos años después: Menentino, Lause, todos los tipos de la época. Hablaban mucho de Gatica, con gran admiración por su coraje.
             “Pero no te creas que todo era un lecho de rosas entre Gatica y Perón. Ojo. Perón era muy estricto, sobre todo cuando estaba en juego el honor nacional. Se comenta que Perón estuvo un tiempo enojado con Gatica, a raíz del mal papel que este hizo en Estados Unidos, en la pelea preparatoria por el título mundial con Ike Williams, que era el campeón del mundo en el ’51. La preparación fue bajo las órdenes, también, de Perón, que le decía a su entrenador: “téngalo cortito”. Fue el Mono a Estados Unidos con gran barullo y en el primer round le ganaron por knock out. Porque, frente a un campeón del mundo como Williams, que no perdonaba, quiso cancherear y le puso la cara sobrándolo, y el campeón lo sentó de una piña. Cuando volvió derrotado, muchos recuerdan que Perón, a pesar de su cariño personal, lo mantuvo a distancia un tiempo porque había ido en representación del país.

       "La amistad de Perón y Evita con Gatica era grande. Un ejemplo. Eva Gatica, la hija del Mono, nació en 1949, la noche que su padre le ganó a Valeriano Meza en el Luna Park. Bajó del ring, se bañó, se empilchó, le dijo al Gral Perón, espectador privilegiado de muchos combates de Gatica, “ya estoy General,vamos”. Tenían que ir al Hospital Duran donde Ema, la mujer del Mono, acababa de dar a luz. El hospital era un revuelo, cuentan las crónicas de ese tiempo. Estaban frente a la flamante madre rodeada de enfermeras de la Fundación, Evita esperando a su marido con el padre Hernan Benitez, su confesor y años más tarde sacerdote del tercer mundo. El mono con su boxeo desparramaba arte,carisma y virtudes que lo adornaron como un gran peronista.         
              “En la campaña electoral por la reelección de Perón, el deporte se desparramó por el país haciendo campaña a su favor.   Y en el ’54, cuentan que fue imponente una marcha que hizo el deporte, en agradecimiento a Perón, en la 9 de Julio.


Otros logros

           -¿Qué otros logros recordás de esa época?
           - Hay un acontecimiento  muy conocido, que fue el triunfo de Argentina sobre Inglaterra, 3 a 1, en el fútbol… Donde se obtuvo esa famosa foto de Perón gritando el gol de Grillo. Perón tambien iba a presenciar otros deportes, el rugby, pese a algunos quilombos que había tenido con clubes como el CUBA, o el tenis con Morea en la Copa Davis. Apoyó fuertemente la natación e hizo construir piletas de competencia y de recreación.  Piletas enormes. Una estaba en aeroparque. Te hacían, todos los días, la revisación médica, y te pasabas el día. Yo me iba con los vagos con los que jugaba al fútbol. Después había otra, que también conocimos, en Ezeiza, de cara a donde estaba AFA. Asimismo apoyó el ciclismo. No solo hizo el velódromo, sino que, observando las competiciones europeas, insistió en la necesidad de hacer una Vuelta Ciclista a la República Argentina. “Si Francia hace el Tour e Italia hace el Giro, ¿por qué nosotros no vamos a poder?”, decía. Años después, nos tocó desde la Secretaría de Deportes volver a organizar esa gran competencia durante dos años seguidos.
                “Quiero destacar que Perón tuvo una presencia personal, en el deporte, muy importante. Esa presencia influyó en la expansión y la consideración del deporte. No sólo era que le gustaba. Eran gestos políticos que él hacía para fortalecer la inclinación del pueblo por el deporte, para darle mayor trascendencia y respaldo simbólico, además del apoyo económico.
               “Lo que yo creo es que la historia del peronismo, esto no lo ha tomado o no lo ha valorado suficientemente. No sé por qué. Porque todos estos acontecimientos, que estuve contando, fueron tan importantes como cuando Perón hizo, por ejemplo, el Festival de Cine en Mar del Plata, hecho cultural, trayendo a Gina Lollobrigida, la gran estrella del momento, y era como una manera de marcar un camino, de que el pueblo se fuera elevando, tanto en el deporte como en el mundo de la cultura.

El fútbol
dos glorias del futbol argentino de fdistintas épocas: Omar Enrique Sívori y Hugo Gatti en un amistosocon el Pato

            -¿Por qué motivo no tuvo una presencia el fútbol argentino a nivel de los campeonatos mundiales?
              -Hay versiones, no hay seguridades. El campeonato mundial de fútbol se reanuda, después de la segunda guerra mundial, en 1950, en Brasil. Unos dicen que Perón habrá preguntado “¿Cómo estamos?”, y le habrán dicho “Más o menos”, entonces dijo :“No vayamos”. Otros, con mayor sensatez, dicen que había despelote entre la AFA de entonces y la Confederación Brasileña de Fútbol. Esto ya venía de antes. No habíamos ido al Mundial del ’38 por los conflictos entre la AFA y la FIFA. O sea, que no es una cosa que la podamos centrar en Perón. Pero en la época de Perón también intervino el conflicto gremial. El gremio de futbolistas se crea en los años cuarenta, época en que florecen los nuevos sindicatos, al amparo de Perón y la Secretaría de Trabajo y Previsión. La época dorada del futbol fue en los años cuarenta y terminó con una importante huelga de jugadores, lo cual le hizo perder competitividad a la Selección argentina en esos momentos, debido al éxodo de futbolistas a Colombia u otros países. El mundial del 50, en Brasil,nos agarró con una sangría importante de jugadores que se habían ido al exterior.  Y la aparición del gremio de Futbolistas Agremiados llegado con tantos otros sindicatos recientes, aún no tenía el ejercicio suficiente para contrarrestar a una directiva de clubes que no entendían que la Argentina toda venia cambiando. Y donde el trabajador, también el deportista y sobre todo el futbolista, no solo necesitaba más dinero de lo que le daban por entonces sino también la dignidad que estaban logrando los integrantes del conjunto del movimiento obrero. Además, el impulso del peronismo para hacerse eje de todo lo q fuera emprendimientos deportivos de magnitud había traído encontronazos con Brasil. Algunos dicen que Perón, frente a esa situación, habría preferido que Argentina no participara antes que hacer un mal papel, pero no se sabe muy bien. Porque Antonio Cafiero, con quien hablé de esto, contaba una cosa; Miguel Unamuno contaba otra cosa; algún futbolero, te contaba otra distinta. El otro día hablaba de esto con el Hueso Glaría, gran amigo mío, que fue mundialista y parte del gremio de futbolistas.  En el mundial de 1954, en Suiza, en cambio, sí parece que fue el propio Peron quien no quiso tener ningún revés externo del tipo que fuera. Argentina recién volvió participar de un mundial en 1958, ya con Perón fuera del gobierno. Pero ya el deporte era un mamarracho todo, incluido el fútbol.  En 1958 nos fue como el culo, en el mundial de Alemania; en 1962, en Chile, como el culo; 1966, en Inglaterra, con Rattin, que la putearon a la Reina, pero como el culo; en 1970 nos eliminaron antes de entrar al mundial; en 1974 nos mató Holanda… El futbol argentino era de los mejores, pero a nivel internacional no tuvo el desempeño que hubiera correspondido. El desorden era muy perjudicial.
        “Ahora, lo que sí me acuerdo es de ir a ver a Boca del ’54 con mi viejo y mis amigos de fútbol. Nos tomábamos un trole hasta la cancha de Boca. Los equipos, en ese entonces, rara vez cambiaban los integrantes. Hoy, cada seis meses cambian. Me acuerdo de ese equipo como si fuera el de ayer, pero no me acuerdo el Boca de hace dos años. Después, en 1956, fui a ver debutar en Boca a tres tipos: Rattin, J.J. Rodríguez, y Senes. A Rattin yo ahora lo conozco, hemos charlado mucho, y fue una de las grandes glorias de Boca, ídolo de mi infancia.

La "desperonizacion" en el deporte.

                -¿Cómo definirías el ataque a las políticas deportivas de Perón después de su derrocamiento?
               -Quien fue Subsecretario de Deportes cuando yo fui Secretario, Víctor Luppo, suele decir que se trató de un “verdadero genocidio deportivo”. No se trata de banalizar el genocidio que ocurrió en la última dictadura sino de ejemplificar la gravedad de lo que ocurrió en este ámbito. Pero la persecución se trasladó no sólo a los deportistas considerados “peronistas”. También a los clubes. He recorrido mucho la Provincia de Buenos Aires como funcionario. Clubes, que se llamaban, por ejemplo, 17 de Octubre, después del ’55, se tenían que poner Martín Rodríguez, Juan Lavalle… ¡Qué sé yo! Cuando fui ministro de gobierno de Duhalde, en muchos pueblos de la Provincia de Buenos Aires desenterraban los nombres de las calles, monumentos, bustos de Perón y Evita, y los volvían a poner en los lugares de los que, hacía años, los habían sacado. Increíble, pero yo he estado en muchos de esos momentos. Muchísimos. Era muy emotivo. En la quinta de San Vicente, hay dos efigies impresionantes. Una de Perón y otra de Evita, pero enormes. Y estuvieron años, y años, pero las habían sacado de no me acuerdo dónde, si de Lomas de Zamora, y tirado al Riachuelo; y las recuperó Duhalde, y les habían cortado la cabeza.  
                  "Así como después del golpe del 55 destruyeron a nivel popular los torneos Evita, al peronismo deportivo lo hicieron también de goma. Fue durísimo, intervinieron la Confederación Argentina de Deportes y el Comité Olímpico Argentino. Intervinieron varias federaciones. A los campeones del mundo del básquet del 50, los declararon profesionales y se perdieron de jugar en las Olimpíadas y nos quedamos sin representación competitiva durante muchos años. Perón había sido generoso en financiar a los deportistas con subvenciones, viáticos, premios, y esto les jugó en contra al caer Perón, porque los acusaron de ser profesionales, cuando el deporte era amateur, y no se los dejó competir ni salir del país. Así perjudicaron enormemente el básquet, porque los campeones mundiales de 1950,  ¡fueron inhabilitados de por vida!  Al maratonista Osvaldo Suárez, otro peronista bárbaro, un enorme atleta, a quien ya le habían otorgado la plaza para ir a Melbourne en el 56 y tenía grandes oportunidades de conseguir una medalla, no lo dejaron ir. A Eduardo Guerrero, remero campeón olímpico, tampoco… ¡Inhabilitado! En los Juegos Olímpicos de 1956, la delegación argentina fue de solo 37 deportistas, y fue la primera vez, desde Perón, que la Argentina no ganó una sola medalla de oro… ¡Todo un síntoma del retroceso del país!
              -O sea, llegaba la venganza hasta ese punto.
             - Principalmente, me parece, porque era un lugar muy importante el del deporte, y porque si triunfaba toda esa gente, de alguna manera era reconocer que algo bueno había hecho Perón. Por eso, así como hubo intervenciones al PJ, a los sindicatos, hubo comisiones verificadoras para ver quien había hecho guita en el deporte con el peronismo. Hubo una Comision Investigadora. Yo me acuerdo, de haber conocido, en el Mundial ’92 de Básquet,  a varios que habían participado del campeonato mundial del ’50, y ellos te contaban la forma en que habían sido perseguidos. Es más, les advertían “tenés que ir a declarar”, y los apretaban, entre otros Jorge Canavesi, que fue el DT del equipo, y que trabajó con nosotros en la Secretaría. Él me contaba lo duro que fue. Porque Perón, tal vez, les regalaba un auto, un justicialista, de esos que se hacían acá, como reconocimiento por algún logro deportivo. Y los cagaban, les sacaban todo. Fue una cosa dura, muy dura.
           “Esto que se dio en lo político, se dio en el deporte también. ¡La persecución a Gatica! Subía a pelear, con la bata que decía “Perón y Evita”, lo dejaban pelear un rato, y después venía la cana, cancelaba la pelea, y se lo llevaban.
              - ¿Quién te contó eso?
              - La hija. Me contaba: “Papá no entendía nada. Decía que él no hacía política, que él era peronista. Pero se lo llevaban igual”. Otra de las figuras perseguidas muy duramente fue la tenista Mary Terán de Weiss. Esta señora fue víctima de todo tipo de vejaciones después de la caída de Perón, por haber sido peronista. Fue una gran tenista que compitió en los Panamericanos y quiso que el tenis dejara de ser un deporte selecto y estuviera al alcance de todos. También fue directora de Deportes de la Municipalidad de Buenos Aires. Después del ’55 quedó marcada a fuego, le hicieron el vacío debido a su estrecha relación con Perón y a su pública profesión de fe peronista. Se tuvo que ir del país. Unos años después volvió, creyendo que se habían aquietado las aguas, pero no. Quiso volver a jugar al tenis para River. El club la aceptó, pero los equipos contrarios, cuando ella se presentaba, no jugaban, en repudio a que había sido peronista… Muchos años después, ella se termina suicidando.  Empezó a jugar al golf, y al tenis con amigos… Y en el ’84, se amasijó. Y no habrá sido solamente por esto, pero para ella debe haber sido durísimo. El Estadio de Tenis que está junto al autódromo se llama Mary Terán de Weiss como un homenaje demasiado tardío.