por Javier Garin
1) EL MÉTODO CIENTÍFICO NO ADMITE EL ARGUMENTO DE
AUTORIDAD O DE CONSENSO SINO LA LIBRE DISCUSIÓN.
El libre pensador no está atado a dogmas,
partidos ni filosofías elaboradas por otros. La esencia del libre pensar es
pensar por uno mismo con sentido crítico y sin autocensurarse cuando las
conclusiones perjudican a una corriente, partido o facción. El libre pensador
sólo debe respetar las pruebas y las reglas del razonamiento crítico. Puede
estar equivocado, pero lo está por sí mismo y no por lo que le impone la
autoridad política o académica. Por eso resulta incómodo para todo el mundo y a
la vez útil.
Desde esa perspectiva de libre pensamiento y no dogmatismo, continuaremos analizando
los mitos académicos de orientación anti jesuana ("mitos seculares de
rebajamiento"), que no se basan en la ciencia ni en la reflexión
crítica sino en el prejuicio político-ideológico de quienes los sustentan, en
el marco de la apologética anti cristiana de raíz burguesa que se expandió por
Occidente a partir de la Ilustración, según explicamos en el primer artículo.
Como hemos de abordar hipótesis
sostenidas por reconocidos académicos de vasta trayectoria, comencemos por
aclarar que el renombre de un autor no garantiza la verdad de sus afirmaciones,
y que se debe aplicar a ellos el mismo sentido crítico que ellos dicen emplear
al analizar las fuentes.
Aclaremos,
asimismo, que la verdad científica no se alcanza por consenso. Antes de Newton había un consenso extendido
en la veracidad de las afirmaciones dogmáticas de Aristóteles; antes de
Einstein, el consenso científico universal era el modelo newtoniano del
universo; antes de la física cuántica, se admitía sin asomo de dudas que regía
el principio de causalidad y el determinismo, y Einstein afirmaba que “Dios no
juega a los dados” para rechazar el papel del principio de incertidumbre a
nivel del microcosmos sub atómico. El consenso no significa nada más que la
aceptación de ciertas ideas entre los especialistas. En materia de “Jesús
histórico”, la falta de cientificidad es tal que, en vez de reconocer que se no
se sabe mucho sobre Jesús, algunos especialistas adoptan la liviana postura de
hablar de “el consenso de los investigadores”. Pues bien: no puede haber metodología más anticientífica
que el “consenso”. Es como regresar a la postura defendida por infinitos
concilios eclesiásticos que resolvían cuestiones complejas de historia y
teología mediante lo que ellos denominaban “Consensus Patrum”, es decir, el
consenso de los Padres de la Iglesia.
Hasta en esto la apologética anti cristiana imita a la apologética
cristiana: ¡le copiaron la idea de “consenso”!
Si
faltara algo para convencer a los curiosos de que, en materia de Jesús histórico, hay mucho de
ideología política y poco de ciencia, bastaría mencionar esta absurda idea de
“consenso académico” copiada del “Consensus Patrum” eclesiástico.
Cuando en los debates de especialistas se
quiere transformar a Jesús en un nacionalista violento y xenófobo, haciendo
caso omiso de las decenas de versículos universalistas en que repudia la
violencia y ordena amar a los enemigos; o cuando se pretende que estaba en
contra del pago de tributos pese a su afirmación diáfana que ordena dar al
César lo que es del César; o cuando se sostiene que pretendía expulsar a los romanos
con auxilio de las huestes celestiales, como si fuera un delirante salido de un
manicomio; o cuando se asevera que quería ser rey contra la propia afirmación
evangélica de que su reino no era de este mundo, se invocan como fundamento
irrebatible los libros y conferencias de ciertos autores de prestigio o de
moda.
Pero los argumentos de autoridad se
acabaron cuando Galileo dejó caer dos objetos de distinto peso desde la torre
de Pisa y comprobó que Aristóteles estaba equivocado al sostener que la
velocidad dependía del peso. Si hasta Aristóteles pudo ser refutado, ¿por qué
debemos aceptar cualquier afirmación que sostengan Piñero, Ehrman, Reza Aslan o algún otro,
por prestigiosos o de moda que sean?
Usemos el sentido crítico, que para
eso la naturaleza nos dotó de un cerebro.
Según dijimos, lo que se sabe en concreto
sobre el Jesús histórico es muy poco. Por tanto, en ausencia de nuevos
descubrimientos arqueológicos o documentales que signifiquen un giro
copernicano en los materiales disponibles, algunos consideran lícito apelar a
la invención y la imaginación para ofrecer alguna "novedad". Los
académicos deben justificar los sueldos que cobran en las instituciones
educativas, y los escritores de libros sobre Jesús deben venderlos: por tanto,
es natural que estén presionados para presentar hipótesis sensacionalistas,
aunque débiles de asidero.
Los estudios histórico-críticos suelen
estar dotados de rigor y seriedad; pero a la hora de elaborar hipótesis
algunos se dejan llevar por la fantasía: sin llegar a los atrevimientos de Dan
Brown, se adentran en el resbaladizo terreno de la ficción novelesca...
2) LOS ACADÉMICOS NO VIVEN EN TORRES DE MARFIL Y ESTÁN
INFLUIDOS POR LOS PREJUICIOS E INTERESES DE SU AMBIENTE.
Citamos al notable historiador
Edward Carr en el artículo anterior para señalar lo obvio: que la ciencia
histórica no es como la astrofísica. Las ciencias humanísticas tienen
la dificultad de verse fuertemente impregnadas de ideología. Por tanto, no
podemos dejar de contextualizar al autor y su ideología, para apreciar desde
dónde escribe y para quién.
Criticando a un ilustre historiador israelí cuyas posturas no compartía, el catedrático español Antonio Piñero escribió en su blog que aquél debe ser leído sin olvidar que fue un militante del movimiento sionista, imbuido, por tanto, por una visión reivindicativa judía en torno al papel del Estado de Israel. No me parece una observación objetable; sólo que lo mismo aplica al propio Piñero, cuya visión lleva la impronta de su agnosticismo y fuerte hostilidad hacia el cristianismo tradicional.
Este autor, cuya vasta erudición es muy respetable, se mueve en el ámbito del anticlericalismo español, da conferencias para la masonería, y su sapiencia no es inmune al justo resentimiento que en España existe contra la Iglesia, cómplice de la dictadura de Franco y aplaudidora de la masacre de republicanos. Si yo fuera español, también odiaría a la Iglesia; de hecho, los argentinos hemos sufrido nuestra propia Iglesia que apoyó a todas las dictaduras y proveía de sacerdotes para confesar a los asesinos del Estado y en algunos casos participar en las sesiones de tortura de los presos políticos luego asesinados, amén de los infaltables curas pedófilos, que violan monaguillos y pervierten niños confiados al cuidado de los internados católicos. Pero ciertamente ello no debería influir en los juicios que se emiten sobre el Jes´su histórico, que vivió hace dos milenios y que se enfrentó a los corrompidos sacerdotes de su tiempo.
Sea por lo que fuere, el propio Piñero no oculta un matiz apologético
anti jesuano en sus elucubraciones, en las que presenta a Jesús como un
"profeta fracasado", un líder nacionalista judío fallido. La
hipótesis valorativa central de Piñero, que influye sobre todas sus
indagaciones e hipótesis, según lo ha confesado él mismo en algunas de sus
conferencias, es que la doctrina jesuana no tiene nada que aportar al mundo del
siglo 21, que es por completo caduca y obsoleta. Tal opinión puede ser válida y debe ser respetada, pero no cuando para sostenerla se ve obligado a distorsionar las enseñanzas jesuanas
hasta tornarlas irreconocibles.
Si Jesús fuese considerado un Maestro
espiritual que buscaba la transformación del corazón del hombre, tal como se lo
ha interpretado tradicionalmente, incluso por aquellos que no comparten la fe
cristiana, todavía su mensaje tendría vigencia. Pero si es un político
fallido, un falso Mesías israelí que murió en la cruz por no haber podido
reunir masa crítica ni auxilio celestial suficientes para coronarse rey de
Israel y expulsar a los romanos, tal como afirma Piñero, entonces su mensaje carece interés para el siglo
ventiuno: ha quedado perdido en otro tiempo histórico para nada comparable con el presente. SegúnPiñero, Jesús es -desde un punto de vista doctrinario- una pieza
de museo, no tiene vigencia alguna, no puede ser un referente para el mundo de
hoy. Aquí está la clave de cómo el agnosticismo apologético anti jesuano
puede influir conscientemente o no en la formulación de una teoría histórica
que en definitiva se encamina a negar la estatura de maestro espiritual de
Jesús.
Algo parecido puede sostenerse de otros visiones, como la que considera a Jesús un zelote al estilo de su vecino Judas el Galileo o del falso mesías Bar Kochba, ambos masacrados por los romanos, y cuyas sublevaciones representaron millones de muertos y la completa destrucción del reino de Judea, del Templo y de toda sombra de organización política judía. Esta tesis fue puesta de moda por un animador de televisión y autor de best sellers norteamericano de origen iraní y religión musulmana: Reza Aslan, quien ha vendido muchos libros presentando a Jesús, no como Jesús, sino como Mahoma. Según el autor musulmán, Jesús no era nada pacífico, sino que era un violento nacionalista odiador que quería pasar a degüello a medio mundo, como si se tratara de un militante del ISIS. Lo afilia a la secta ultra nacionalista de los zelotes, pese al evidnete anacronismo y los incontables elementos que demuestran que Jesús no compartía ninguna de las ideas que caracterizaron a los zelotes, y mucho menos su fervor por la violencia y el asesinato.
Es visible y notable para cualquiera que estas "modernas versiones de Jesús" están signadas por intereses ideológicos actuales y por la geopolítica del presente, no por la ciencia histórica. No comprender que hay una diferencia esencial entre el movimiento der eforma religiosa de Jesús y los líderes rebeldes nacionalistas es ser incapaz de advertir lo que saltó incluso a la vista de Flavio Josefo, según veremos.
Dentro de esta corriente de revisionismo antijesuano, se inscribe Bart Ehrman, un autor norteamericano proveniente de la ultraderecha evangélica fundamentalista, que, arrepentido de su fanatismo juvenil, se volcó al campo del ateísmo militante, (no hay peor astilla que la del mismo palo), y que ha publicado muchos best sellers de divulgación sobre el Jesús histórico, en los que insiste en presentar al nazareno como un nacionalista xenófobo convencido de la inminente llegada del Día del Juicio que acabaría con todos sus enemigos. Como las legiones angélicas no descendieron del cielo, el iracundo e intolerante galileo terminó crucificado.
No tenemos nada que objetar a la idea de Ehrman de un Jesús escatológico, sino que compartimos la visión del cristianismo como una secta apocalíptica que hacía especial énfasis en conceptos tales como el juicio universal y el milenarismo. De hecho, en nuestro libro "ANTICRISTO, HISTORIA DE UNA PROFECÍA JESUÍTICA SUDAMERICANA", hemos seguido los rastros de la idea escatólogica a través de los siglos. Pero cuando se pasa de la escatología como noción generla a la idea absurda de que Jesús murió en la Cruz porque esperaba para ese mismo momento la llegada de las huestes angélicas, entonces nos adentramos en el terreno de la fantasía desbocada y sn sustento científico.
No es de extrañar que la visión de un Jesús nacionalista y prepotente se haya puesto de moda en tiempos de ascenso del Tea Party y de la influencia cultural creciente de la ultraderecha norteamericana, que coronó rey por cuatro años al nuevo David del soberanismo xenófobo, Donald Trump... A la derecha norteamericana le viene muy bien decir: “Jesús también era nacionalista y exclusivista y odiaba a los extranjeros como nosotros”.
Es injusto hablar de los académicos en
general, ya que son pocos los autores que están de acuerdo con estas infundadas hipótesis. Hay tantas visiones de Jesús histórico
como autores. ¿Por qué? Porque no es una ciencia exacta sino terreno
conjetural. Los científicos están de acuerdo con los hechos que
observan y tratan de incluirlos en leyes generales, pero en materia de Jesús no
se puede, porque lo que sabemos de él es muy poco. Lo que tampoco se puede es
acomodar las fuentes a gusto y piacere.
Entre las pocas
cosas que sabemos, Jesús nunca se proclamó rey de Israel ni Mesías
nacionalista restaurador de Israel ni dijo que iba a expulsar a los romanos, ni
sostuvo que estaba esperando la llegada del Día del Juicio para la Pascua en
que lo crucificaron y al no producirse el Apocalipsis terminó en la cruz, ni
organizó una revuelta sediciosa antirromana. Nada de eso surge de
los logia de Jesús conservados, ni de los evangelios, ni de Flavio Josefo. Por
tanto, cualquier afirmacion al respecto es pura imaginación, ficción histórica
y no ciencia; una hipótesis conjetural muy respetable pero huérfana de pruebas.
Y es más: todo ello contradice abiertamente las fuentes.
Estos
autores se ven obligados a a realizar operaciones mentales no admitidas en
la ciencia histórica. A hacerle decir a Jesús lo contrario de lo que dicen los
evangelios para acomodarlo a su idea preconcebida. A formular asertos no
comprobables sobre el estado mental, pensamientos y planes de Jesús sin
disponer de una máquina del tiempo lectora de cerebros. A omitir o interpretar
al revés los versículos que no concuerdan con sus teorías. A dar crédito (como
si fueran episodios reales) a anécdotas milagreras que cualquier historiador
rechaza de plano, para tomar de la perícopa citada alguna frase que deja mal
parado a Jesús, aunque sea claro que toda la anécdota es un invento del
evangelista. A interpretar literalmente frases que son metáforas, parábolas o
hipérboles y que tienen un significado muy distinto. Etcétera.
3) CUANDO LOS AGNÓSTICOS CREEN EN MILAGROS:
EL CASO DEL FUEGO DEL CIELO DE LOS HIJOS DE ZEBEDEO Y EL DE LA MUJER
SIROFENICIA.
Ya hemos señalado en el artículo anterior que
uno de los criterios lógicos de cualquier historiador no confesional consiste
en descartar los episodios milagrosos por contrarios a las leyes naturales,
salvo algunas excepciones que tambíen indicamos, como las curaciones de
enfermedades psicosomáticas, que son posibles por sugestión, o las
exageraciones que pueden adornar una anécdota real para realzar los poderes de
Jesús.
Ejemplificaremos brevemente el
procedimiento anticientífico de que se valen algunos académicos anti
jesuanos.
Los milagros no existen cuando pueden
beneficiar a la imagen de Jesús (son apologética). Pero cuando se puede sacar
de ellos algo que la desprestigie o se adapte a una idea preconcebida, entonces sí hay que dar crédito al relato
milagroso, por absurdo o antinatural que sea.
Con la finalidad de sostener su idea de
que Jesús y sus seguidores eran violentos, Piñero cita en una de sus
conferencias el siguiente pasaje de Lucas, que se refiere a una aldea de
Samaria cuyos habitantes no habían querido recibirlos:
"Y viendo esto sus
discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda
fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?" (Lucas 9, 54).
De allí deduce Piñero que
los discípulos no eran mansos y tranquilos sino unas bestias brutas decididas a
incinerar, mediante un rayo laser celestial o un meteorito milagroso, a los
ingratos samaritanos.
¿Quién puede suponer que
esta escena es real? ¿Acaso el fuego puede caer del cielo porque dos peregrinos
enojados recen? ¿No se da cuenta Piñero de que la anécdota no es histórica?
¿Cómo se puede pensar que se describe un hecho real y no una fábula puesta en
el Evangelio como enseñanza?
Pasa por alto el erudito complutense que Lucas, como escritor paulino, tiene la tendencia inveterada a menoscabar a los discípulos de Jesús. Tanto en su Evangelio como en Hechos, enfatiza la brutalidad e ignorancia de los apóstoles, presentados por él como una docena de mentecatos que sólo adquirieron sabiduría gracias al descenso milagroso de las lenguas de fuego qdescriptas en Hechos, 2, 1-13. Esta anécdota sigue la tendencia general lucana de menoscabar a los apóstoles, ya que el único inteligente y culto debe ser Pablo, a quien se pretende ensalzar.
Pero además, la anécdota
trasmite lo contrario de la violencia que se achaca a Jesús: el perdón. Se
muestra a los apóstoles como vengativos para que Jesús tenga oportunidad
de amonestarlos y decirles: "El Hijo del Hombre no ha venido para destruir
las almas de los hombres, sino para salvarlas." (Lucas 9, 56). Jesús no
acepta la violencia milagrosa que le proponen los temperamentales hijos de
Zabedeo y manda salvar, incluso, a los despreciados samaritanos.
Otro ejemplo denigratorio por el
estilo: el episodio de la mujer sirofenicia, a cuya hija, según los
antijesuanos, el nazareno habría tratado de "perra", con desprecio
racista y políticamente incorrecto. No faltarán quienes propongan "cancelarlo".
La idea de estos estudiosos es
"demostrar" que Jesús no era tan bueno ni pacífico sino que odiaba y
discriminaba a los extranjeros, y además insultaba a una niña enferma
llamándola "perra". Vemos aquí otra interpretacion falaz y maliciosa
dictada por motivos de hostilidad ideológica. No es así, sino todo lo
contrario.
Este episodio, como el anterior,
tampoco tiene nada de real. Es otra fábula educativa del evangelista; esta vez
Marcos, el más antiguo.
La anécdota cuenta
una curación milagrosa a todas luces imposible y por tanto meramente
doctrinaria. Si bien Jesús pudo haber curado enfermos mentales mediante la
sugestión de los exorcismos, no se puede curar un estado mental insano mediante sugestión telepática a
distancia porque el enfermo no percibe directamente la sugestión del sanador.
Aquí, Jesús curó a distancia a la hija de la mujer siro-fenicia, lo que
evidencia que no se trata de un hecho histórico... ¡salvo cuando se quiere
buscar una frase que pueda mostrar "políticamente incorrecto" y cruel
a Jesús! En esos casos está permitido creer en milagros.
Aunque la escena no
sea real y Jesús jamás haya pronunciado esas palabras, de cualquier manera la
analizaremos. Hay que leer el texto completo, no un versículo suelto, y en el
contexto del pasaje en que se encuentra.
"Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y
de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo
esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que
oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de
nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo:
Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los
hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun
los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces
le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó
ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la
cama."
Es decir que después de una
negativa inicial, Jesús sana a la hija de la mujer sirofenicia, premiando su
fe.
Lo que transmite como enseñanza
(ya que no es un hecho histórico) es que Jesús sana a una gentil y atiende sus
ruegos pese a ser gentil: lo contrario de la discriminación xenófoba que se le
atribuye.
Va en la misma línea de otros
pasajes evangélicos que establecen que se va a evangelizar primero a los hijos
de Israel y luego a las naciones, pero no exclusivamente a Israel.
Asimismo, hay que tener en
cuenta el sentido que le da el relato precedente el situarlo en el contexto de
Marcos. Jesús se fue a Tiro y Sidón después de haber enseñado nuevas doctrinas
acerca de la limpieza de todos los alimentos (Marcos, 7, 18-19). Esta distinción
entre alimentos limpios e inmundos era una de las herramientas del exclusivismo
étnico que ayudaba a dificultar el trato entre judíos y gentiles. Como la
circuncision, la prohibición de comer de ciertos alimentos era para separar a
judios de gentiles. Por lo tanto, cuando en el pasaje anterior Jesús enseñó que
todos los alimentos eran limpios, echó abajo una de las separaciones entre judíos y
gentiles. En Hechos, Lucas regresa mediante una anécdota imaginativa al tema con el relato de la casa de Cornelio (Hechos, 10). Una visiónd e Dios se encarga de recordar por tres veces (ya que una vez no fue suficiente), que Jesús había limpiado todos los alimentos (Hechos 10, 15), y que por lo tanto, también podía entrar en la casa de un extranjero
(Hechos, 10, 28).
El párrafo (Hechos, 10, 9-26), cuenta: "Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar como a la hora sexta. Tuvo hambre y deseaba comer; pero mientras le preparaban algo de comer, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto y un objeto semejante a un gran lienzo que descendía, bajado a la tierra por las cuatro puntas; había en él toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra, y aves del cielo. Y oyó una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Mas Pedro dijo: De ninguna manera, Señor, porque yo jamás he comido nada impuro o inmundo. De nuevo, por segunda vez, llegó a él una voz: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro. Y esto sucedió tres veces, e inmediatamente el lienzo fue recogido al cielo."
No se entiende hoy esta obsesión con la pureza o inmundicia alimentaria si no se comprende que esta dieta y la circuncisión eran considerados deberes sagrados para los judíos y les permitían conservar su dientidad en medio de pueblos extranjeros que los dominaban. Eran una muestra del nacionalismo judío cuyo abandono promovió Jesús de acuerdo a los relatos evangélicos, como el célebre pasaje de Mateo, 15, 1 a 20, que precede al relato de la mujer cananea.
"Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan." Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo."
Al ir Jesús a la región de Tiro y Sidón, se muestra de forma práctica las implicaciones de su enseñanza verbal anterior, preparando a sus discípulos para el ministerio futuro con los gentiles. Esto sólo podría comenzar una vez que los judíos se hubieran "saciado", lo que parecía próximo a ocurrir, a juzgar por el creciente rechazo hacia Jesús en tierra de Israel.
Por último, el supuesto
trato despectivo de Jesús al hablar de "hijos y perrillos",
pretendiendo asimilarlos al desprecio de los judios a los gentiles como
“perros” es también una mal intencionada interpretación. Perrillo, (cachorro), es
una denominación cariñosa, no hostil, y se da en un contexto de una metáfora de
la comida en la mesa que ilustra la precedencia de los judios. Y así lo debió
entender la mujer, porque no sólo no se sintió ofendida, sino que lo utilizó
como argumento a su favor. Para entender su significado una vez más hay que ver
el contexto: los hijos de Israel, que se consideran a sí mismos "el pueblo
elegido", para quienes viene en primer lugar el Evangelio, lo rechazan,
mientras que hay gentiles que lo aceptan. Toda la anécdota busca mostrar este
contraste.
Lo que enfatiza el
evangelista es que esta mujer gentil suplica por unas migajas de pan, mientras
que los judíos ("el pueblo elegido") rechazan el verdadero pan que
había descendido del cielo (Juan, 6, 35-36). Este es el sentido de la escena y no
otro. Por lo tanto, aunque Cristo iba primero a los judíos, de ninguna forma
les estaba ofreciendo exclusividad. Fue la fe de la mujer la que le permitió
recibir el don que los judíos habían despreciado, y fue esa fe la que logró
eliminar las barreras de la alianza preferente con los judíos.
Esta
fábula-enseñanza significa lo contrario de lo que los académicos antijesuanos
afirman: "aunque nuestro ministerio es primero para los judios, no excluye
a los gentiles".
Digamos más: la doctrina de esta historia tiene impronta paulina y su correlato en la epístola a los Romanos 1. Allí dice Pablo que los gentiles no son aceptados por la sangre sino por la fe, y explica la prioridad que concernía a Israel en el plan universal de salvación: "al judío primeramente, y también al griego" (Romanos 1, 16). Entonces, ¿cómo se puede entender al revés?
Por último, se
considerará esta precedencia como racista y discriminatoria, pero ello es hacer
"presentismo": juzgar hechos del pasado a la luz del presente. Los
judíos estaban convencidos de su preeminencia en el plan de Dios, ("el
pueblo elegido"), y ese era el ambiente cultural en que se movían Jesús y
los primeros cristianos.
Los académicos no siempre comprenden un
fenómeno que sabe cualquier orador que hace política o predica ante la gente de
carne y hueso: la "CONCESIÓN AL AUDITORIO". Si los
judíos pensaban de esa manera, oponerse al punto de vista preferencial judío no
era políticamente viable. Esta falta de comprensión de lo real práctico es lo
que ha llevado a algunos guardianes de lo políticamente correcto a impugnar por
racista al hombre que abolió la esclavitud en Norteamérica: Abraham Lincoln.
Cuando explicaba al electorado su oposición a la esclavitud, sus adversarios le
imputaban querer casar a las hijas de los blancos con libertos negros; a ello
respondía Lincoln que él nunca casaría a sus hijas con negros y que lo único
que pretendía era terminar con la esclavitud. A raíz de esta "concesión al
auditorio", destinada a no perder votos de sus electores, Lincoln fue
recientemente acusado de "racista" por no haberse pronunciado a favor
del matrimonio interracial. Nótese el disparate.
4) LOS AGNÓSTICOS ANTI JESUANOS CREEN QUE JESUS PEGABA
LAS OREJAS QUE PEDRO CORTABA Y QUE ODIABA A SU PADRE, MADRE Y DEMÁS PARIENTES.
Veamos otro episodio milagrero que es aceptado
como "histórico" por los anti jesuanos pese a que es una evidentísima
fantasía del evangelista: la oreja cortada por Pedro durante el arresto de
Jesús.
Esta anécdota es invocada por los
apologistas anticristianos para defender el "mito de rebajamiento" de
que Jesús no era manso y tranquilo sino el jefe de una banda de rufianes.
El secuaz mayor de la banda sería en este caso el pobre Pedro, que es
maltratado de múltiples maneras en los evangelios. Todo en torno a la figura de
Pedro es contradictorio, y ello demuestra que se encontraba en el
centro de las disputas de facción post jesuanas, y los evangelistas paulinos no
perdían oportunidad de dejarlo mal parado, lo mismo que a la familia de Jesús.
En realidad es poco lo que sabemos de
cierto sobre la Última Cena y los episodios posteriores, ya que todo el relato
se encuentra profundamente atravesado por la teología paulina, el sacrificio
del cordero, la institución de la Eucaristía, etcétera. A menos que
pensemos que Jesús adivinaba el futuro, parece raro que supiera que iba a morir
y no hiciese nada para eludir a sus captores. En toda esta escena de
sospechosas características en cuanto a su historicidad, aparece -por si fuera
poco- el milagro de la reposición de la oreja, mágicamente injertada mediante
un procedimiento quirúrgico instantáneo que no se ha repetido en dos mil años.
¿Cómo un historiador puede creer que esta escena tenga algo de histórico? Una
vez más, se trata de una anécdota instructiva y doctrinaria, no de un hecho
biográfico. El Evangelio de Juan, en su afán de dotar a la increíble escena de
mayor verosimilitud, nos aporta hasta el supuesto nombre del sirviente
desorejado: Malko.
¿Qué nos dicen los apologistas
anticristianos de la academia agnóstica? Que esta anécdota increíble hay que
creerla. Tal vez admiten que lo de la oreja pegada fue una exageracion, pero en
cambio lo de la espada de Pedro tiene que ser cierto, ya que deja mal
parado al discípulo principal de Jesús, y además les sirve para echar mano de
toda una serie de inferencias por completo fantasiosas: ya no se
trataría de un exabrupto de Pedro sino de la prueba irrebatible de que Pedro
era violento porque Jesús era violento, y llevaban una espada (o dos, según
otro evangelio) porque en realidad eran un grupo armado que se aprestaba a
derrocar al Sanedrin, al Sumo Sacerdote, al Prefecto romano con todas sus
legiones y al gobernador romano en Siria, e instaurar con auxilio divino y con
angelitos bajando del cielo el reino mesiánico en Jerusalén. Dan Brown pudo
haber imaginado ficciones descabelladas, pero ninguna tan exuberante como esta
hipótesis supuestamente "científica" de que Jesús pensaba
tomar por asalto Jerusalen y expulsar a los romanos con la espada de desescamar
pescados del pobre Pedro y el cuchillo de sacar tripas de pescado de don
Zebedeo padre...
Como se ve, la hipótesis es ridícula,
pero viene bien para presentar a Jesús como un violento rebelde y armado, y a
la vez como un demente que cree que puede enfrentar a las autoridades judías y
al Imperio romano con una o dos espadas miserables. Por lo tanto, hay que creer
cualquier cosa que permita a los académicos demostrar que Jesús no era un líder
espiritual sino un energúmeno desquiciado y odiador.
La escena del corte de oreja es inverosímil e
inventada. De otra manera, no se comprende por qué no arrestaron
inmediatametne a Pedro sino que lo dejaron seguir a Jesús lo más campante hasta
la casa del Sumo Sacerdote Anás, donde fue reconocido como seguidor jesuano y
tuvo oportunidad reiterada de negar a su maestro sin que nadie le tocara un
pelo. ¿Cuál es la finalidad de la misma? Enseñar justamente lo
contrario de lo que los antijesuanos le achacan a Jesús: a ser
pacífico, a no resistirse a la violencia con violencia, a devolver el mal con
bien, a hacer el bien incluso a los enemigos.
Antes de concluir, examinaremos otra de las
anécdotas peferidas de los anti jesuanos: Jesús ordena odiar al padre, a la
madre, a lo hermanos y a medio mundo. Una vez más, apelan al rey de la fantasía
evangélica: el imaginativo y poco histórico Lucas, 14, 26-27.
"Si alguno viene a mí, y no
aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun
también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y
viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo."
Los anti jesuanos utilizan esta frase,
interpretada literalmente (como jamás nadie la interpretó en dos mil años) para
demostrar que Jesús no sólo era un energúmeno odiador e inhumano sino que
además insultaba a la familia.
Las reiteradas citas de las logias jesuanas en
donde instituye el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo quedan así
desbaratadas porque Jesús ordenó odiar a su propia madre y padre y mujer e
hijos, a sus hermanos, hermanas y aún su propia vida. No sólo se estaría
contradiciendo a sí mismo, sino (lo más importante) al propio Dios Padre que en
la Tabla de los Diez Mandamientos ordenó expresamente "honrarás a tu padre
y a tu madre".
Debido a estas razones, nunca se interpretaron
aquellos versículos en forma literal; siempre se los tomó como una hipérbole
típica destinada a remarcar la necesidad de subordinar los lazos familiares a
los lazos evángelicos en virtud de la superior misión de sus discípulos. Porque
no se trata de una norma general sino de una regla para los díscípulos, a los
que se les exige, como veremos, no odiar a su familia, sino renunciar a todo.
La aclaración de los dos versículos aparece al
final del párrafo, en el 33: "Así, pues, cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."
Vale decir que no se trata de
odiar a la familia sino de renunciar a los lazos familiares para dedicarse al
ministerio. Mateo (10, 37) lo expresa de otra manera: "El que ama al padre
o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija
más que a mí, no es digno de mí."Y Juan (12,25), dice: "El que ama su
vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para
vida eterna." Todos versículos donde lo que se expresa no es el odio de un
psicópata por su familia sino la necesidad del renunciamiento para quienes van
a asumir el ministerio jesuano.
En las próximas entregas seguiremos analizando los versículos y las perícopas de que se valen los defensores de un supuesto Jesús violento y nacionalista y demostraremos que se trata de interpretaciones sesgadas y falsas. Asimismo, demostraremos que el noventa y nueve por ciento de las logia jesuanas tiene una tendencia unívoca netamente pacifista, y que las contadas citas que parecen contradecirlas son distorsiones deliberadas de los académicos.
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