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sábado, 18 de julio de 2020

NUEVOS DATOS SOBRE EL NACIMIENTO DE JUANA AZURDUY, Por Manuel Omar Armas.


por Manuel Omar Armas


Comparto con el blog de Luces y Sombras de Nuestra Historia un dato que me envió el Director del Archivo Historico de Tarija, el historiador Elias Vacaflor Dorakis.

 "El 12 de julio se recordó el natalicio de Juana Azurduy; pero por un error de un historiador de Bolivia se consignó la fecha de nacimiento de una homónima Juana Azurduy Bermudez cuando en realidad es Juana Azurdui Llanos .
 Existe un confusión sobre la verdadera fecha de nacimiento de la Heroina Juana Azurduy, hecho que originó que el Estado argentino haya promulgado la ley Nº 26.277 que  conmemora el día del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla.
Con el propósito de rectificar dicha fecha gracias al aporte del historiador  SUCRENSE Lic. Norberto Torres, que obtuvo la Partida Original de tan importante e histórico documento del Archivo Arquidiocesano de Sucre (Bolivia), bajo la dirección de la Señora Avelina Estrada , se transcribe el texto, que sin duda será útil para que las autoridades argentinas procedan a la rectificación pertinente.

JUANA ASURDUI

En esta Santa Iglesia de San Pedro de Tarabuco, en veintiséis de marzo de mil setecientos ochenta años. Yo, Pedro Dávalos, Teniente de Cura constándome estar bautizada, puse óleo y crisma a Juana  de dos meses, mestiza, hija legítima de Isidro Asurdui y de Juliana Llanos. Fue su Madrina Rosa Zarate a quien le advertí su obligación y parentesco espiritual, para que conste, lo firmé.
Pedro Dávalos

Transcripción de copia del original proporcionado por el Lic. Máximo Pacheco, Director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (Sucre, Bolivia).

Por lo tanto, convendría hacer las siguientes consideraciones:

1. Se mantuvo la grafía original
2. El año 1780 fue bisiesto
3. Juana Azurduy Llanos nació en Tarabuco (Chuquisaca), el día miércoles 26 de enero de 1780 y; bautizada, en la Iglesia del mismo pueblo, el domingo 26 de marzo del mismo año.

Tarija, 28 de julio de 2018
Elias Vacaflor Dorakis

Agregamos que algunos historiadores y páginas de internet dan como lugar de fallecimiento de Juana Azurdui, Jujuy lo cual también es erróneo. Si bien Juana estuvo en el actual territorio argentino sus actividades en el mismo fueron las siguientes:
 En 1817 baja hacia Salta. En 1819  fue a Buenos Aires a tramitar los sueldos de su fallecido esposo acompañada por su hermano. Luego en 1820 estaba en Tucumán (el gobernador Bernabé Araoz  asi lo acredita). En 1825 el gobierno de Salta le brinda ayuda para trasladarse a Chuquisaca .
Muere en Qoripata (Sucre) 25-5-1862 . Siendo sepultada en el cementerio general ese mismo día según el libro de entierros

viernes, 17 de julio de 2020

PERÓN Y EL AUTOMOVILISMO, EL BOXEO Y EL FUTBOL., por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista de Javier Garin






Por Fernando "Pato" Galmarini, entrevista de Javier Garin

Perón y el automovilismo

                        -Nos contaste todo ese fenomenal desarrollo del atletismo y los deportes olímpicos y de alta competición gracias a las políticas deportivas de Perón.  ¿También hubo en aquellos años un gran auge del automovilismo?
Galamarini con Fangio y Duhalde
            -En ese entonces, 1948/1949, yo me acuerdo, muy de pibito, de haber ido con mi viejo a ver carreras automovilísticas en Palermo. Mi viejo era un gran aficionado al deporte, lo cual me unió mucho a él, porque íbamos juntos a todos lados a presenciar competencias.   En el ’48 fue la última vez que se disputó, en los lagos de Palermo la competencia predecesora a la Fórmula 1. Y, cuando se decide hacer la Fórmula 1, se quiso evitar hacerla en las calles. Entonces, en el ’49, fueron Fangio, y Froilán González, y Francisco Borgoneau (a quien conocí ya muy mayor, del ACA, y fundador del Club Hindú de Rugby),  a plantearle a Perón que nos quedábamos afuera de la disputa internacional porque no teníamos autódromo. Y Perón ¿qué hizo? Levantó el teléfono y les dijo; “Mañana los espera el Intendente de Capital Federal, póngase a hacer el autódromo municipal”. El que todavía tenemos, hoy muy deteriorado. Así fue que en el año ’51 se corrió la primera carrera de Fórmula 1 en Argentina. Fangio ya era Fangio; Froilán ya era Froilán; pero no teníamos autódromo, y se hizo en ese momento porque Perón decidió que había que hacerlo.

            -Esto lo recordaba Bernie Eccleston, el capo de la fórmula 1, ¿no es cierto?
             -Claro –asiente el Pato-. Veintiun años después, en 1992, como Secretario de Deporte, fuimos a gestionar el regreso de la Fórmula 1 a nuestro país, después de 18 años que no se corría acá. Era el gobierno de Menem, también fanático del automovilismo. Nos entrevistamos con Bernie Eccleston, y nos dijo: “Ni se les ocurra pensar otra vez en un circuito callejero. Ahí tienen ustedes uno de los grandes autódromos del mundo. Uno de los más veloces y seguros. El que hizo Perón”. Lo habrá leído la noche anterior, qué se yo…  Pero sabía de qué hablaba el hombre.
             “En 1948, se corrió la carrera más larga de la historia del automovilismo mundial hasta ese momento. Fue una creación conjunta entre automovilistas argentinos y Perón. Fue la mítica “Buenos Aires-Caracas”.

              - Ultra-famosa esa carrera.
              -Sí, ultra-famosa. Diez mil kilómetros. Y Perón, no sólo habló de la importancia de esa carrera como acontecimiento deportivo, sino también de la unión de los pueblos latinoamericanos que esa justa deportiva iba a favorecer. En ella se mata el acompañante de Fangio, Urruti. Y la gana Oscar Gálvez, pero en una decisión que nunca quedó demasiado clara, se la dieron por perdida en Caracas. Y Oscar Gálvez le manda un telegrama a Perón, diciendo “Me cagaron. Haga algo usted”; como si pudiera solucionarlo todo; y Perón le responde “¿Qué quiere que haga?” (Risas)
Fangio y Galmarini
            -¿Perón tuvo relación con esta proyección del automovilismo argentino?
             -Sí, el apoyo de Perón a Fangio, este siempre lo reconoció diciendo: “Mi primer campeonato internacional ganado, fue por el apoyo del peronismo”. Y el peronismo en ese momento le pasaba recursos, no al bolsillo de Fangio, sino al Automóvil Club Argentino, para financiar su carrera internacional, que lo llevó a obtener con los años tantos títulos mundiales de F 1. Creo que la primera marca con la que corrió Fangio fue Masseratti, ganando su primer título mundial en 1951; después cambió a otras escuderías. En el ’54 obtuvo su segundo campeonato mundial, escoltado por otro argentino, Froilán Gonzalez, y después obtiene tres más. Tras el golpe de 1955 el ACA se volvió muy antiperonista, pero hay un recuerdo ahí adentro, entre los viejos, de que Perón facilitaba recursos para Fangio, para Froilán González…

Fangio y Reutemann con Garlmarini y Mera Figueroa.
            -¿Por qué se volvió antiperonista el ACA?
            -En el ’55 muchos integrantes del deporte argentino estuvieron presentes en las intervenciones de las federaciones del deporte. Fue muy común… Como en el movimiento obrero… Y muchos se adaptaron.

                                              Perón y el boxeo

Galmarini con varias glorias del mundo del boxeo: el empresario Tito Lectoure, Nicolino Locche, Horacio Accavalo y Miguel Angel Castellini
                 “Hay gestos, que en el balero tenemos todos, de Perón dándole mucha máquina al deporte con su presencia –prosigue el Pato-. Él estaba permanentemente con el deporte. Todos hablan de que, por ejemplo, Perón concurría al Luna Park, en primera fila, siendo Presidente. Y Perón iba desde antes porque le gustaba. Todos sabemos que allí la conoció a Evita, en 1944, antes de ser Presidente, aunque no en un acontecimiento deportivo, sino en una actividad de recaudación de fondos para los damnificados por el terremoto de San Juan. Perón amaba el Luna Park y también el boxeo, y a ese deporte le dio asimismo mucha máquina. Siendo Presidente, trajo a Argentina campeones de enorme envergadura, como Sandy Sanddler y Archie Moore, dos yanquis impresionantes, y Kid Gavilán, un cubano que fue un verdadero fenómeno pugilístico. Y después vino a desarrollar su carrera en Argentina, porque el boxeo tenía mucho predicamento, Luis Federico Thompson, que fue un negro excepcional.  Un boxeador bárbaro.
            “En el ’54, Perón estuvo presente cuando Pascual Pérez empata en el Luna Park con el japonés Yoshiro Shirai. Después Pascual consigue arrebatarle el título en la pelea siguiente en Japón.

              “Perón hablaba mucho de los boxeadores y era conocedor.   Lause, Medentino, todos lo comentaban, y terminaron siendo el apoyo de Perón, en la política deportiva.
          -¿El boxeo tenía arraigo popular?
           -Sí. Enorme. Estaba la gran rivalidad Prada–Gatica. Boxearon seis veces. Empataron tres a tres, pero fue un duelo impresionante. Gatica, gran peronista, gozaba del apoyo de la popular. Y a Prada, que también era peronista, lo apoyaba la platea  cajetilla. Prada siempre se me quejaba de esto: “yo era tan peronista como él, pero no sé por qué el Mono me rompía el culo con los grones”, decía en broma. (Risas)
              “A Prada lo conocimos porque laburaba en el Senado de la Nación. Y supo tener un boliche, de morfi, ahí por el centro, donde le dio laburo a Gatica cuando entró en decadencia. Gatica murió a los 37 años, en la cancha de Independiente, donde, ya retirado del boxeo, vendía muñequitos; y salió un día bebido, con un muñequito en la mano, y se lo llevó puesto un colectivo. La película de Leonardo Favio muestra claramente quién era, lo que significó Gatica en ese momento para los más humildes, para el pobrerío. Y los que hablaban siempre de Gatica, no como un enorme boxeador, pero sí como un tipo con una enorme pasión por el boxeo, y por cagarse a trompadas -porque antes de triunfar como boxeador se cagaba a trompadas por quince pesos, en la calle- eran sus colegas, grandes boxeadores que yo conocí y traté muchos años después: Menentino, Lause, todos los tipos de la época. Hablaban mucho de Gatica, con gran admiración por su coraje.
             “Pero no te creas que todo era un lecho de rosas entre Gatica y Perón. Ojo. Perón era muy estricto, sobre todo cuando estaba en juego el honor nacional. Se comenta que Perón estuvo un tiempo enojado con Gatica, a raíz del mal papel que este hizo en Estados Unidos, en la pelea preparatoria por el título mundial con Ike Williams, que era el campeón del mundo en el ’51. La preparación fue bajo las órdenes, también, de Perón, que le decía a su entrenador: “téngalo cortito”. Fue el Mono a Estados Unidos con gran barullo y en el primer round le ganaron por knock out. Porque, frente a un campeón del mundo como Williams, que no perdonaba, quiso cancherear y le puso la cara sobrándolo, y el campeón lo sentó de una piña. Cuando volvió derrotado, muchos recuerdan que Perón, a pesar de su cariño personal, lo mantuvo a distancia un tiempo porque había ido en representación del país.

       "La amistad de Perón y Evita con Gatica era grande. Un ejemplo. Eva Gatica, la hija del Mono, nació en 1949, la noche que su padre le ganó a Valeriano Meza en el Luna Park. Bajó del ring, se bañó, se empilchó, le dijo al Gral Perón, espectador privilegiado de muchos combates de Gatica, “ya estoy General,vamos”. Tenían que ir al Hospital Duran donde Ema, la mujer del Mono, acababa de dar a luz. El hospital era un revuelo, cuentan las crónicas de ese tiempo. Estaban frente a la flamante madre rodeada de enfermeras de la Fundación, Evita esperando a su marido con el padre Hernan Benitez, su confesor y años más tarde sacerdote del tercer mundo. El mono con su boxeo desparramaba arte,carisma y virtudes que lo adornaron como un gran peronista.         
              “En la campaña electoral por la reelección de Perón, el deporte se desparramó por el país haciendo campaña a su favor.   Y en el ’54, cuentan que fue imponente una marcha que hizo el deporte, en agradecimiento a Perón, en la 9 de Julio.


Otros logros

           -¿Qué otros logros recordás de esa época?
           - Hay un acontecimiento  muy conocido, que fue el triunfo de Argentina sobre Inglaterra, 3 a 1, en el fútbol… Donde se obtuvo esa famosa foto de Perón gritando el gol de Grillo. Perón tambien iba a presenciar otros deportes, el rugby, pese a algunos quilombos que había tenido con clubes como el CUBA, o el tenis con Morea en la Copa Davis. Apoyó fuertemente la natación e hizo construir piletas de competencia y de recreación.  Piletas enormes. Una estaba en aeroparque. Te hacían, todos los días, la revisación médica, y te pasabas el día. Yo me iba con los vagos con los que jugaba al fútbol. Después había otra, que también conocimos, en Ezeiza, de cara a donde estaba AFA. Asimismo apoyó el ciclismo. No solo hizo el velódromo, sino que, observando las competiciones europeas, insistió en la necesidad de hacer una Vuelta Ciclista a la República Argentina. “Si Francia hace el Tour e Italia hace el Giro, ¿por qué nosotros no vamos a poder?”, decía. Años después, nos tocó desde la Secretaría de Deportes volver a organizar esa gran competencia durante dos años seguidos.
                “Quiero destacar que Perón tuvo una presencia personal, en el deporte, muy importante. Esa presencia influyó en la expansión y la consideración del deporte. No sólo era que le gustaba. Eran gestos políticos que él hacía para fortalecer la inclinación del pueblo por el deporte, para darle mayor trascendencia y respaldo simbólico, además del apoyo económico.
               “Lo que yo creo es que la historia del peronismo, esto no lo ha tomado o no lo ha valorado suficientemente. No sé por qué. Porque todos estos acontecimientos, que estuve contando, fueron tan importantes como cuando Perón hizo, por ejemplo, el Festival de Cine en Mar del Plata, hecho cultural, trayendo a Gina Lollobrigida, la gran estrella del momento, y era como una manera de marcar un camino, de que el pueblo se fuera elevando, tanto en el deporte como en el mundo de la cultura.

El fútbol
dos glorias del futbol argentino de fdistintas épocas: Omar Enrique Sívori y Hugo Gatti en un amistosocon el Pato

            -¿Por qué motivo no tuvo una presencia el fútbol argentino a nivel de los campeonatos mundiales?
              -Hay versiones, no hay seguridades. El campeonato mundial de fútbol se reanuda, después de la segunda guerra mundial, en 1950, en Brasil. Unos dicen que Perón habrá preguntado “¿Cómo estamos?”, y le habrán dicho “Más o menos”, entonces dijo :“No vayamos”. Otros, con mayor sensatez, dicen que había despelote entre la AFA de entonces y la Confederación Brasileña de Fútbol. Esto ya venía de antes. No habíamos ido al Mundial del ’38 por los conflictos entre la AFA y la FIFA. O sea, que no es una cosa que la podamos centrar en Perón. Pero en la época de Perón también intervino el conflicto gremial. El gremio de futbolistas se crea en los años cuarenta, época en que florecen los nuevos sindicatos, al amparo de Perón y la Secretaría de Trabajo y Previsión. La época dorada del futbol fue en los años cuarenta y terminó con una importante huelga de jugadores, lo cual le hizo perder competitividad a la Selección argentina en esos momentos, debido al éxodo de futbolistas a Colombia u otros países. El mundial del 50, en Brasil,nos agarró con una sangría importante de jugadores que se habían ido al exterior.  Y la aparición del gremio de Futbolistas Agremiados llegado con tantos otros sindicatos recientes, aún no tenía el ejercicio suficiente para contrarrestar a una directiva de clubes que no entendían que la Argentina toda venia cambiando. Y donde el trabajador, también el deportista y sobre todo el futbolista, no solo necesitaba más dinero de lo que le daban por entonces sino también la dignidad que estaban logrando los integrantes del conjunto del movimiento obrero. Además, el impulso del peronismo para hacerse eje de todo lo q fuera emprendimientos deportivos de magnitud había traído encontronazos con Brasil. Algunos dicen que Perón, frente a esa situación, habría preferido que Argentina no participara antes que hacer un mal papel, pero no se sabe muy bien. Porque Antonio Cafiero, con quien hablé de esto, contaba una cosa; Miguel Unamuno contaba otra cosa; algún futbolero, te contaba otra distinta. El otro día hablaba de esto con el Hueso Glaría, gran amigo mío, que fue mundialista y parte del gremio de futbolistas.  En el mundial de 1954, en Suiza, en cambio, sí parece que fue el propio Peron quien no quiso tener ningún revés externo del tipo que fuera. Argentina recién volvió participar de un mundial en 1958, ya con Perón fuera del gobierno. Pero ya el deporte era un mamarracho todo, incluido el fútbol.  En 1958 nos fue como el culo, en el mundial de Alemania; en 1962, en Chile, como el culo; 1966, en Inglaterra, con Rattin, que la putearon a la Reina, pero como el culo; en 1970 nos eliminaron antes de entrar al mundial; en 1974 nos mató Holanda… El futbol argentino era de los mejores, pero a nivel internacional no tuvo el desempeño que hubiera correspondido. El desorden era muy perjudicial.
        “Ahora, lo que sí me acuerdo es de ir a ver a Boca del ’54 con mi viejo y mis amigos de fútbol. Nos tomábamos un trole hasta la cancha de Boca. Los equipos, en ese entonces, rara vez cambiaban los integrantes. Hoy, cada seis meses cambian. Me acuerdo de ese equipo como si fuera el de ayer, pero no me acuerdo el Boca de hace dos años. Después, en 1956, fui a ver debutar en Boca a tres tipos: Rattin, J.J. Rodríguez, y Senes. A Rattin yo ahora lo conozco, hemos charlado mucho, y fue una de las grandes glorias de Boca, ídolo de mi infancia.

La "desperonizacion" en el deporte.

                -¿Cómo definirías el ataque a las políticas deportivas de Perón después de su derrocamiento?
               -Quien fue Subsecretario de Deportes cuando yo fui Secretario, Víctor Luppo, suele decir que se trató de un “verdadero genocidio deportivo”. No se trata de banalizar el genocidio que ocurrió en la última dictadura sino de ejemplificar la gravedad de lo que ocurrió en este ámbito. Pero la persecución se trasladó no sólo a los deportistas considerados “peronistas”. También a los clubes. He recorrido mucho la Provincia de Buenos Aires como funcionario. Clubes, que se llamaban, por ejemplo, 17 de Octubre, después del ’55, se tenían que poner Martín Rodríguez, Juan Lavalle… ¡Qué sé yo! Cuando fui ministro de gobierno de Duhalde, en muchos pueblos de la Provincia de Buenos Aires desenterraban los nombres de las calles, monumentos, bustos de Perón y Evita, y los volvían a poner en los lugares de los que, hacía años, los habían sacado. Increíble, pero yo he estado en muchos de esos momentos. Muchísimos. Era muy emotivo. En la quinta de San Vicente, hay dos efigies impresionantes. Una de Perón y otra de Evita, pero enormes. Y estuvieron años, y años, pero las habían sacado de no me acuerdo dónde, si de Lomas de Zamora, y tirado al Riachuelo; y las recuperó Duhalde, y les habían cortado la cabeza.  
                  "Así como después del golpe del 55 destruyeron a nivel popular los torneos Evita, al peronismo deportivo lo hicieron también de goma. Fue durísimo, intervinieron la Confederación Argentina de Deportes y el Comité Olímpico Argentino. Intervinieron varias federaciones. A los campeones del mundo del básquet del 50, los declararon profesionales y se perdieron de jugar en las Olimpíadas y nos quedamos sin representación competitiva durante muchos años. Perón había sido generoso en financiar a los deportistas con subvenciones, viáticos, premios, y esto les jugó en contra al caer Perón, porque los acusaron de ser profesionales, cuando el deporte era amateur, y no se los dejó competir ni salir del país. Así perjudicaron enormemente el básquet, porque los campeones mundiales de 1950,  ¡fueron inhabilitados de por vida!  Al maratonista Osvaldo Suárez, otro peronista bárbaro, un enorme atleta, a quien ya le habían otorgado la plaza para ir a Melbourne en el 56 y tenía grandes oportunidades de conseguir una medalla, no lo dejaron ir. A Eduardo Guerrero, remero campeón olímpico, tampoco… ¡Inhabilitado! En los Juegos Olímpicos de 1956, la delegación argentina fue de solo 37 deportistas, y fue la primera vez, desde Perón, que la Argentina no ganó una sola medalla de oro… ¡Todo un síntoma del retroceso del país!
              -O sea, llegaba la venganza hasta ese punto.
             - Principalmente, me parece, porque era un lugar muy importante el del deporte, y porque si triunfaba toda esa gente, de alguna manera era reconocer que algo bueno había hecho Perón. Por eso, así como hubo intervenciones al PJ, a los sindicatos, hubo comisiones verificadoras para ver quien había hecho guita en el deporte con el peronismo. Hubo una Comision Investigadora. Yo me acuerdo, de haber conocido, en el Mundial ’92 de Básquet,  a varios que habían participado del campeonato mundial del ’50, y ellos te contaban la forma en que habían sido perseguidos. Es más, les advertían “tenés que ir a declarar”, y los apretaban, entre otros Jorge Canavesi, que fue el DT del equipo, y que trabajó con nosotros en la Secretaría. Él me contaba lo duro que fue. Porque Perón, tal vez, les regalaba un auto, un justicialista, de esos que se hacían acá, como reconocimiento por algún logro deportivo. Y los cagaban, les sacaban todo. Fue una cosa dura, muy dura.
           “Esto que se dio en lo político, se dio en el deporte también. ¡La persecución a Gatica! Subía a pelear, con la bata que decía “Perón y Evita”, lo dejaban pelear un rato, y después venía la cana, cancelaba la pelea, y se lo llevaban.
              - ¿Quién te contó eso?
              - La hija. Me contaba: “Papá no entendía nada. Decía que él no hacía política, que él era peronista. Pero se lo llevaban igual”. Otra de las figuras perseguidas muy duramente fue la tenista Mary Terán de Weiss. Esta señora fue víctima de todo tipo de vejaciones después de la caída de Perón, por haber sido peronista. Fue una gran tenista que compitió en los Panamericanos y quiso que el tenis dejara de ser un deporte selecto y estuviera al alcance de todos. También fue directora de Deportes de la Municipalidad de Buenos Aires. Después del ’55 quedó marcada a fuego, le hicieron el vacío debido a su estrecha relación con Perón y a su pública profesión de fe peronista. Se tuvo que ir del país. Unos años después volvió, creyendo que se habían aquietado las aguas, pero no. Quiso volver a jugar al tenis para River. El club la aceptó, pero los equipos contrarios, cuando ella se presentaba, no jugaban, en repudio a que había sido peronista… Muchos años después, ella se termina suicidando.  Empezó a jugar al golf, y al tenis con amigos… Y en el ’84, se amasijó. Y no habrá sido solamente por esto, pero para ella debe haber sido durísimo. El Estadio de Tenis que está junto al autódromo se llama Mary Terán de Weiss como un homenaje demasiado tardío.

jueves, 16 de julio de 2020

El renunciamiento de Evita, por Alberto Lettieri




Por Alberto Lettieri


Entre el 22 y el 31 de agosto de 1951 se produjo el célebre “renunciamiento” de Evita. Para los más de dos millones de participantes del Cabildo Abierto del Justicialismo organizado por la CGT el 22 de agosto, la velada renuncia de Evita a la candidatura a la vicepresidencia propuesta por la CGT, bajo el lema “Juan Domingo Perón-Eva Perón – 1952-1958, la fórmula de la patria” tuvo un efecto devastador.
Una especie de baño de realidad que revelaba con toda su crudeza a los ojos de las grandes mayorías populares que el poder de veto que conservaban aquellos sectores que tradicionalmente se habían auto-proclamado como dueños de la Argentina se mantenía intacto. Para Juan Domingo Perón, y para el régimen democrático, en cambio, el renunciamiento de Evita se presentaba como la prenda de paz que prometía aflojar las tensiones y garantizar la continuidad de la vida institucional en nuestro país. Aunque tales expectativas se revelarían como ingenuas rápidamente. 
Abrumada por la impotencia y la enfermedad, que soportaba heroicamente en silencio, para postergar el sufrimiento que inevitablemente invadiría a sus “descamisados”, Evita solicitó unos días más a la multitud anhelante para comunicar lo que finalmente sería su “irrevocable decisión” de renunciar al honor conferido por los trabajadores y el pueblo de su patria, en un sentido discurso transmitido por la cadena nacional de radiodifusión, el 31 de agosto de 1951:
“Ya en aquella misma tarde maravillosa que nunca olvidarán ni mis ojos y mi corazón yo advertí que no habría cambiado mi puesto de lucha en el Movimiento Peronista por ningún otro puesto.
Ahora quiero que el pueblo argentino conozca por mí misma las razones de mi renuncia indeclinable. En primer lugar declaro que esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia y por eso es totalmente libre y tiene toda la fuerza de mi voluntad definitiva.
Porque el 17 de Octubre formulé mi voto permanente, ante mi propia conciencia: ponerme íntegramente al servicio de los descamisados, que son los humildes y los trabajadores; tenía una deuda casi infinita que saldar con ellos. Yo creo haber hecho todo lo que estuvo en mis manos para cumplir con mi voto y mi deuda. No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición, una sola y gran ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará seguramente a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevar al presidente las esperanzas del pueblo y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente Evita.”
Evita había ofrecido su tributo a su líder, a su compañero y a su hombre, respaldando una decisión antipática para el pueblo argentino, a los fines de evitar un baño de sangre.
Las circunstancias eran adversas y Perón había elegido el tiempo a la sangre para avanzar en el camino de la revolución nacional. ¿Cuál sería el precio a pagar por esa concesión, que podía ser leída tanto como una maniobra política efectiva y humanitaria cuanto como una demostración efectiva de los límites de la democracia y del modelo de justicia social en la Argentina de mediados del Siglo XX?
La respuesta sólo se conocería con el paso del tiempo. Pronto los sectores antipopulares demostrarían su desprecio por el pueblo argentino, a través del atentado en los subtes y el bombardeo de Plaza de Mayo. Claramente, el antiperonismo militante prefería la sangre antes que el tiempo. 
“Yo no soy más que una mujer del pueblo argentino –puntualizaba Evita ese 22 de agosto de 1951, una descamisada de la Patria, pero una descamisada de corazón, porque siempre he querido confundirme con los trabajadores, con los ancianos, con los niños, con los que sufren, trabajando codo a codo, corazón a corazón con ellos para lograr que lo quieran más a Perón y para ser un puente de paz entre el general Perón y los descamisados de la Patria.”
Para esas clases propietarias, Perón era la expresión de un orden peligroso, temido, pero orden institucional al fin. El referente de un Estado interventor y multiplicado que garantizaba la redistribución y la inclusión social de los desposeídos. Pero Evita… Evita era la esencia visceral de la revolución plebeya, de allí las pasiones enfrentadas que despertaba.  
“Ellos –la oligarquía, profetizaba Evita- no perdonarán jamás que el General Perón haya levantado el nivel de los trabajadores, que haya creado el Justicialismo, que haya establecido que en nuestra Patria la única dignidad es la de los que trabajan. Ellos no perdonarán jamás al general Perón por haber levantado todo lo que desprecian: los trabajadores, que ellos olvidaron; los niños y los ancianos y las mujeres, que ellos relegaron a un segundo plano.
Ellos, que mantuvieron al país en una noche eterna, no perdonarán jamás al general Perón por haber levantado las tres banderas que debieron haber levantado ellos hace un siglo: la justicia social, la independencia económica y la soberanía de la Patria.”
Para concluir: 
“Yo siempre haré lo que diga el pueblo, pero yo les digo a los compañeros trabajadores que así como hace cinco años dije que prefería ser Evita antes de ser la esposa del presidente, si ese Evita era dicho para calmar un dolor en algún hogar de mi Patria, hoy digo que prefiero ser Evita, porque siendo Evita sé que siempre me llevarán muy dentro de su corazón. ¡Qué gloria, qué honor, a qué más puede aspirar un ciudadano o una ciudadana que al amor del pueblo argentino!”
Evita y su renunciamiento. Una decisión excepcional en nuestra historia que terminó de instalarla, para siempre, en el corazón de su pueblo.

LA INFANCIA DE JUAN JOSÉ CASTELLI, por Javier Garin






Por Javier Garin 



            Juan José Antonio Castelli y Villarino nació en Buenos Aires el 19 de julio de 1764. La ilustre ciudad rioplatense era entonces una aldea fangosa, sucia, azotada por el viento y oscura: una urbe fea y pequeña que estaba muy lejos de poder competir con ciudades hermosas como Charcas o fastuosas como Lima. Aún no había sido embellecida por los laboriosos emprendimientos del Virrey Vértiz, porque el Virreynato del Río de la Plata ni siquiera había sido creado. La cercana presencia de los portugueses, expulsados por el gobernador Ceballos de la Colonia del Sacramento y restituidos a ella el año anterior en virtud de la Paz de París,  confería al poblado una condición de frontera y precariedad. Los jesuitas, amigos de Ceballos, todavía gobernaban su vasto y sigiloso imperio teocrático en el corazón del continente, aunque en apenas tres años caería sobre ellos la orden de expulsión de Carlos III, de la mano del gobernador Buccarelli, provocando gran conmoción en el territorio del Plata, donde la Compañía de Jesús tenía algunos de sus mayores baluartes. Las pampas no habían sido arrebatadas aún a los indígenas, pese a la impaciencia con que comerciantes y terratenientes instaban a las autoridades a “extender la frontera con el indio”; y el bravo cacique Cangapol podía darse el gusto de aterrorizar a los porteños con un malón que arrasó poblaciones hasta más acá de Lujan y obligó a la naciente burguesía mercantil a refugiarse temblorosa en las iglesias. Los agentes de Inglaterra recien empezaban a tomar nota de las posibilidades que les ofrecía el contrabando en estos lares. Allá en las tierras de “arriba”, en el Perú y el Alto Perú florecía la perversa institución de la mita, y la prepotencia de los antiguos encomenderos no había sufrido aún el menor revés. El desdichado Tupac Amarú II era apenas conocido de unos pocos con el nombre de José Gabriel Condorcarqui y conservaba los miembros en sus coyunturas, porque todavía faltaban dicecisiete años para que los feroces españoles lo descuartizaran en la Plaza de Cuzco, después de obligarlo a presenciar la tortura y asesinato de toda su familia. Ningún español asustado había expresado aún su peor pesadilla: “si los indios nos ganan, serán ellos los españoles y nosotros los indios”.
                        Juan José era el hijo primogénito de don Angelo Castelli Salomón y de doña María Josefa Villarino. Su padre, veneciano de origen, había llegado a Buenos Aires unos años antes, tras embarcarse para América en el puerto de Cádiz y sobrevivir milagrosamente a un voraz naufragio.
                        Don Ángelo era médico boticario; su profesión y esfuerzo le permitieron adquirir una sólida posición económica. Su segundo apellido –Salomón- daría pie a que se tachase a su hijo Juan José de “judío” y “musulmán”, con el odio reaccionario tan característico de las oligarquías ofendidas. Tambien la ocupación de don Ángelo, despreciada por los viejos españoles –que sólo consideraban digno de un hidalgo el no trabajar en absoluto- sería motivo de burla y satíricos comentarios.  Castelli –dirían los chapetones luego de la derrota de Huaqui- se ha creído que “formar repúblicas, organizar gobiernos, dar a un estado nueva legislación, levantar ejércitos y disciplinarlos, era hacer caldos de jeringas, píldoras y eméticos en la botica de su padre”. Claro: para estos señores las altas tareas políticas y militares no eran cosa de hijos de boticarios. Algunos de los actuales críticos de Castelli siguen pensando igual, y lo tildan aun hoy de iluminado, iluso e ideologista sin contacto con la realidad.
                        Este desprecio hacia un hijo de boticario no carece de importancia. El movimiento emancipatorio americano reclutó sus dirigentes entre los hijos de los comerciantes y los doctores criollos. Ellos representaban lo nuevo en el seno de la destartalada sociedad colonial, luchando por sus derechos frente a la soberbia de los antiguos españoles, venidos de la Península con una mano atrás y otra adelante y convertidos en burócratas, terratenientes y monopolistas, pues América -al decir de Cervantes-, era el refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores”. Estos presuntos “hidalgos”, “cristianos viejos”, españoles de “sangre limpia”, que vivían de explotar a los indios, esclavos y proletarios, consideraban el trabajo como una señal de inferioridad, y la holgazanería e ignorancia como adornos de “nobleza” Tenían la idea, según describe Félix de Azara, de que “ser noble y generoso consiste en derrochar, destrozar y en no hacer nada”. La conducción de la guerra y del Estado les pertenecía “por derecho”, y el vástago de boticario que aspirase a mandar no era más que un advenedizo usurpador.
                        Pero volvamos a la familia de Juan José. Su madre, María Josefa, era hija de un rico terrateniente español proveniente de Vigo y de una santiagueña de viejo cuño. Esta última -doña Gregoria- resultaba ser hermana de don Juan González de Islas, abuelo materno de otro futuro gran patriota y revolucionario: Manuel Belgrano. Castelli y Belgrano fueron, pues, primos segundos: parentesco de gran importancia en razón de la sociedad política que ambos –más hermanos que primos- sostendrían con total lealtad hasta la muerte del primero. Juan José tenía casi seis años cuando nació Manuel, y aunque muchas veces, en los juegos infantiles de una familia que se mantenía en estrecha relación cotidiana, cuidó a su pariente más joven, la diferencia de edad impidió que entonces fueran realmente amigos. La verdadera amistad e inclaudicable alianza entre ambos primos patriotas nacería siendo ya hombres.
                        Juan José fue el mayor de siete hermanos y tuvo desde pequeño un carácter serio y grave. Fue criado con cariño, pero con severidad, por un padre que no admitía réplicas. Se le enseñó a ser muy responsable, en carácter de primogénito, y a velar por sus hermanos menores: Mónica, Joaquín, María Ventura, Francisco, María Dolores, Josefa y Rosa Micaela. Quizás de allí provenía su actitud algo paternal, protectora con sus amigos, a quienes parecía cuidar con extraño celo de las amenazas exteriores a su círculo. “Nuestro Castelli”, lo llamarían más tarde sus camaradas, entre orgullosos y cómplices, demandándole una y otra vez –con su complacencia- que les oficiara de vocero, embajador y público abogado.
                        Aunque no hay testimonios sobre su infancia, es posible deducir la severidad paterna con que fue criado de la circunstancia de haber tenido que aceptar sin apelación una carrera decidida, no por él, sino por su padre, y haber debido esperar a la muerte de éste último para seguir su verdadera vocación. Muchos años después, y ya al borde la muerte, Juan José incurriría en la misma actitud autoritaria de don Ángelo al no aceptar la voluntad de su propia hija, deseosa de casarse con una persona que no era del agrado paterno. Entonces este hombre –paladín de la libertad y el autogobierno-, escribiría, para justificar su oposición, que estaba ejerciendo un derecho “que da la naturaleza a los padres para educar y conducir sus hijos al bien verdadero y dirigiendo la libertad que tienen”. Y agregaría: “La patria potestad jamás ha dado motivo de arrepentimiento (…) La conducta contraria fue siempre funesta (…) Yo para con mis hijos tengo derechos, como ellos tienen deberes (…) Me es peculiar y privativa la inspección de mi familia y el establecimiento de mi hija”. El enemigo de todos los despotismos se negaría a oir las razones del corazón de su amada hija, de la misma manera que su padre se había negado a oir los reparos del pequeño Juan José a la carrera que le había sido impuesta, invocando la patria potestad y la obediencia filial. La naturaleza humana tiene estas contradicciones...
                        La familia habitaba en la casa paterna, en calle de las Torres esquina San Miguel, y según J.C. Chávez, tenía a su servicio “siete esclavos”, nota de distinción. Cerca de allí, en la modesta escuela del otrora convento jesuita, Juan José hizo sus primeras letras, estudiando aritmética y el catecismo bajo la severa vigilancia de un religioso que no escatimaba castigos corporales para imponer la disciplina del aula. Como muchos de sus coetáneos, aprendió desde niño a aborrecer los poco sutiles métodos educativos de la Colonia. Faltaba mucho tiempo para que la Asamblea del Año XIII prohibiera azotar a los alumnos.
                        A los trece años, Juan José ingresó al célebre Real Colegio de San Carlos, que educó a generaciones de criollos bajo el impulso inicial del “virtuoso canónigo” Juan Baltasar Maciel. Allí tuvo como condiscípulo a un joven destinado a ser amigo afectuoso, y a colaborar en todas sus iniciativas políticas con absoluta lealtad: Hipólito Vieytes. Pero su paso por esa institución fue breve. Un amigo íntimo de la familia dejó a los Castelli un importante legado dinerario con la condición de que el hijo favorecido se hiciese sacerdote. Irónicamente, el futuro revolucionario, abominado por “hereje” y “satánico”, resultó elegido por su padre para sobrellevar la carrera eclesiástica. Juan José, a disgusto pero obediente, debió marchar a la Real Universidad de Córdoba del Tucumán, separándose de su familia y de los lugares donde transcurriera su infancia. Allí cursaría, con notable desempeño, teología y filosofía, materias indispensables para la proyectada ordenación sacerdotal.

Perón y el deporte, por Fernando ""el Pato" Galmarini, entrevista por Javier Garin



Por Fernando ""el Pato" Galmarini, entrevista por Javier Garin.


Perón y el deporte

           -¿Por qué acostumbrás decir que, para Perón y el peronismo fundacional, el deporte no fue “un tema más”?
               -Porque para él fue una de las columnas en que se sostuvo la construcción de ese largo camino que ha sido el peronismo como proyecto transformador de la Argentina. La formación del individuo, en la comunidad organizada, debía ser integral, comprendiendo tanto la educación intelectual como física, el cuerpo y el espíritu. Para Perón, el deporte es “una escuela de vida”. La confluencia de deporte y política no es (o no debería ser) extraña para un peronista. En nuestra concepción de la vida el deporte jugó un papel de enorme importancia.
             " Decía Perón en 1951, cuando recibió en la Casa de Gobierno a los automovilistas de Turismo Carretera Juan y Oscar Alfredo Gálvez: Siempre he pensado en un pueblo de deportistas  porque cuando se tiene un pueblo de hombres deportistas, se tiene un pueblo de hombres buenos y con un profundo sentido moral de la vida, y esos son los únicos valores que hacen nobles a los hombres y grandes a los pueblos”[1].
               “No era un discurso de ocasión: Perón fue un gran deportista  (fue campeón de esgrima del Ejército durante varios años seguidos, practicó boxeo, adiestró al equipo que se consagró campeón militar de fútbol en 1926) y se dedicó de modo sistemático a impulsar la práctica masiva del deporte tanto como a sostener el deporte de alta competición, que jamás logró tantos éxitos como en aquellos años, entre 1945 y 1955, que son justamente los años en que yo me crié. Juan Manuel Fangio en el automovilismo internacional; el gran maratonista Delfo Cabrera en los Juegos Olímpicos de Londres; Pascual Pérez, nuestro primer campeón mundial de boxeo; el básquetbol argentino conquistando el título mundial después de triunfar sobre el equipo de Estados Unidos. Para mí ese tiempo es el tiempo de Perón y el deporte: yo empecé  a jugar al fútbol en canchas profesionales y con toda la vestimenta correspondiente gracias a los Campeonatos Infantiles Evita; adoré a Miguel Rugilo, el León de Wembley, escuchando por radio el partido que Argentina jugó contra Inglaterra en Londres; y grité como loco con el “gol imposible” que Ernesto Grillo les hizo a los ingleses en la cancha de Ríver: todo eso compone en mi cabeza la imagen de los años de Perón, mi niñez, los inicios de mi adolescencia.
             - ¿Para Perón el deporte era un hecho cultural?
             -Exacto. No fue el único en pensar así, pero sí lo llevó adelante a través de sus políticas sociales y deportivas. Perón decía que todo lo que transformara y mejorara al hombre era un acontecimiento de la cultura. Para Perón el deporte era parte fundamental de la cultura de un pueblo”.
             "Hace unos cuantos años, siendo Secretario de Deportes de la Nación,me invitaron a dar una charla en el Club del Progreso junto con otras personalidades sobre la historia del deporte en la República Argentina. Hablé solamente del deporte a partir de Perón. Al concluir, el panelista que me seguía me reprochó: “¿Pero usted cree que el deporte solamente existió con Perón?”. Lógicamente-, el deporte no había empezado con Perón, como la Argentina no empezó con Perón: hubo un deporte anterior a Perón, pero hubo una nueva concepción social del deporte a partir del 17 de octubre y un compromiso del Estado en el desarrollo deportivo de la Nación. Esto fue lo nuevo que trajo el peronismo en el deporte”.
             Como quien expone una vez más hechos que ha repetido muchas veces en sus disertaciones, el Pato explica que la Argentina tuvo desde fines del siglo XIX una participación en el deporte internacional: “Cuando en 1893/1894 se funda el Comité Olímpico Internacional, hubo un argentino que estuvo presente: el profesor José Benjamin Zubiaur, un entrerriano, educador, rector del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, que había conocido al barón Pierre De Coubertin en la Exposición Universal de París y se había hecho “amigote” de él porque compartían la idea de promover el deporte y la educación física. Luego el barón, al fundar el COI, lo convocó a participar en las reuniones preparatorias y ser parte del mismo por la Argentina. En 1896, en Atenas, comienzan los Juegos Olímpicos modernos. Hasta 1924, la Argentina no compitió por falta de interés oficial. En ese año, por primera vez, nuestro país viaja a los juegos de París, después de la Primera Guerra Mundial y de haber tenido nuestro país una presencia importante en las Conferencias de Versalles. Los deportistas argentinos empezaron a brillar: el polo ganó la medalla de oro. Ya el fútbol había arraigado en la Argentina, lo mismo que el tenis, el rugby, el ajedrez, el tiro, el remo: muchos deportes traídos por los ingleses. Y allí fue nominado como parte de la delegación Juan Perón, quien se destacaba en la esgrima. Casi no había, cuentan, una esgrima fuera del Ejército. Perón, pasado el tiempo, dice que esa fue una de sus grandes decepciones, porque a último momento lo dejan fuera de la comitiva. Fue un golpe duro para él, y nunca dejó de reprochárselo a Agustín P. Justo, que entonces era Ministro del presidente Alvear y fue quien decidió sacarlo de la delegación. Perón era ya entonces un cultor y activo promotor del deporte. En sus distintos destinos militares había practicado equitación, natación, boxeo; fue fundador de algunos clubes de boxeo; estaba interesado en la práctica del futbol dentro del Ejército.
              Corroborando lo afirmado por el Pato,  el propio Perón, en viejos reportajes, se enorgullece de su condición de deportista: “Lo que más cultivé fue la esgrima”, sostiene. Y afirma que, habiendo obtenido el título de campeón en 1926, estaba obligado a defenderlo todos los años. “Era uno de los mejores esgrimistas del Círculo Militar”, recuerda un testigo. Y agrega el propio Perón: “Jugué también al polo, e introduje el básquet en el Ejército. Cuando estuve en la Escuela de Suboficiales, formé un equipo de atletismo formidable.” Asimismo, acompañó las primeras experiencias de aviación llevadas a cabo por Benjamin Matienzo y Luis Barrufaldi.[2] Entre los primeros textos elaborados por Perón, aparece una adaptación hecha por él para la Escuela de Suboficiales de un libro de atletismo alemán. “Cambió y mejoró el programa de Educación Física de la Escuela”, refiere su biógrafo Joseph Page, quien agrega un informe de la Embajada norteamericana según el cual “él acostumbraba a desafiar –y a derrotar- a los vencedores de pruebas de atletismo y torneos de box.” Sobre su afición al boxeo, recoge una anécdota que lo muestra a Perón en Paraná, sustituyendo a un pugilista argentino enfermo, en una pelea contra un inglés. “El primer golpe del argentino fue a dar sobre la cabeza del adversario y resultó en un hueso roto en su mano derecha (…) dejando una deformidad acentuada que Gene Tunney, el ex campeón mundial, al estrechar la mano de Perón muchos años más tarde, de inmediato reconoció como un accidente de boxeo”.[3]  El gusto del joven Perón por los deportes llegó hasta la práctica –entonces insólita-  del yoga, “para mejorar el estado físico y lograr autodominio”, confiaba en un reportaje.[4] También se le reconoce como el padre de los deportes de montaña en el país, a partir de su experiencia  como agregado militar en Europa, donde hizo cursos de alpinismo y esquí. En la Dirección de Instrucción de Montaña de Mendoza, formó a muchos de los primeros andinistas militares argentinos. Como Presidente, brindó apoyo logístico a varias expediciones, y uno de sus discípulo, el teniente Francisco Ibañez, falleció mientras dirigía en 1954 la Primera Expedición Argentina al Himalaya. [5]



              Entre los hitos del deporte argentino anteriores a 1943, el Pato evoca, en 1923, la pelea por el título del mundo entre Jack Dempsey  y el argentino Luis Ángel Firpo, “el toro salvaje de las pampas”,  en el Madison Square Garden[6], cuando un tremendo derechazo de Firpo arrojó al campeón fuera del ring durante 17 segundos, permitiendo el árbitro antirreglamentariamente que prosiguiera y ganara la  pelea;  “A pesar de la derrota, quedó como un primer hito importante en la historia del boxeo argentino”, recuerda el Pato.
               - En 1928 - prosigue el Pato-  en los Juegos Olímpicos de Amsterdam, hay algunos triunfos argentinos: como la medalla de oro en peso pesado obtenida por Arturo Rodríguez Jurado[7]. En los Juegos de 1932 en Los Ángeles,el argentino Juan Carlos Zabala  ganó la medalla de oro en el maratón [8].  En 1936, en los Juegos que organiza Hitler en Berlín, la primera mujer argentina que participa en una delegación, Jeannette Campbell[9], sale segunda en natación. Era nacida en Francia y nacionalizada argentina, y fue la primera mujer deportista importante en el país. Como Diputado Nacional, le hice entrega de una distinción honorífica varias décadas después. En suma: aunque lejos de ser protagonistas mundiales del deporte, los argentinos no pasaban desapercibidos.
                   "El interés de los gobiernos por el deporte tampoco comenzó con Perón, ya que hubo varios gobiernos que vieron en las competencias deportivas una manera de acercar a los Presidentes y políticos a la gente. Iban a las canchas a ver partidos de futbol o más bien a hacerse ver; o facilitaban recursos a los clubes para que armaran sus estadios y así ganar influencia. Los dos grandes rivales del futbol argentino tuvieron sus canchas actuales, remodeladas  durante la década infame: River en el 38, y Boca en el 40; las dos, un 25 de mayo, con fondos que les dio el Gobierno. El futbol ya se hacía presente con fuerza en el mundo político: Ya hacía rato que había dejado de ser un jueguito inglés, para ser un gran deporte criollo, o acriollado. Ya no había más apellidos ingleses en la constitución del fútbol ni en las comisiones directivas de los clubes, como ocurriera en una primera etapa. Y además se habían fundado muchísimos clubes: en la primera década del siglo XX nacieron casi todos los clubes de hoy de la primera división: Racing, Independiente, Boca, River, Gimnasia y Esgrima de la Plata (que fue el primero en 1887), Quilmes, Tigre, etc. Avanzaba el proceso de institucionalización de las federaciones y asociaciones. Hay que recordar que el futbol argentino había destacado ya a nivel internacional: en 1925, Boca hace la primera gira internacional a Europa, siendo recibida por una multitud. En 1928 Argentina pierde la final olímpica con Uruguay. Resultado adverso que se repite en Uruguay, contra los locales, en 1930, durante el primer campeonato mundial de fútbol, por 4 a 2. Jugaban pocos países, era todavía muy incipiente; después Argentina participó en 1934, y luego todo se detuvo por la Segunda Guerra Mundial.         
            -En ese panorama de un incipiente y natural desarrollo deportivo, no exento de aprovechamiento político, ¿de qué manera empieza a tallar en el deporte el peronismo? ¿Qué es lo que trae de nuevo en la materia?
                -Perón –responde el Pato- interviene con políticas deportivas a partir del golpe de Estado del GOU[10] del 4 de junio de 1943. Entre los oficiales del GOU, hubo un hombre del Ejército, Tomás Ducó[11], cuyo nombre lleva la cancha de Huracán; que parece haber sido un apasionado por el fútbol, llegando a ser vicepresidente de la Asociación del Futbol Argentino, y muchos años presidente de Huracán. Pareciera él como uno de los inspiradores de que en el GOU ya se hablara también del deporte como una de las políticas a desarrollar. Tampoco hay antecedentes de Perón pensando exclusivamente el deporte; pero lo que se hizo, a partir del 45, o fundamentalmente desde que Perón es Presidente, indica que ya tenía pensada, no solo una transformación de la Argentina, sino también una política deportiva para el país. No pudo ser al azar todo lo que se hizo, rápidamente, en los ocho o nueve años siguientes. Es decir que este hombre y sus colaboradores fueron pensando, no solo la importancia del deporte en la construcción de una política social, sino que insistieron sobre la importancia de la educación física en la constitución del hombre peronista, o de esta nueva sociedad que él iba a poner en marcha”.

  Las políticas deportivas del primer peronismo

          Perón –sostiene el Pato- advirtió que un significativo movimiento social tenía lugar tanto en la Argentina como en el resto del mundo, y que el deporte constituía una de las herramientas de organización y cohesión de la vida nacional. Concibió al deporte como expresión del hombre y señal identitaria de los pueblos, como un aspecto relevante de la vida social, estrechamente vinculado a la educación, la salud, la cultura, el turismo, las relaciones exteriores, y la economía de un país: parte fundamental del desarrollo humano.
                       -“Tras el 17 de octubre, tras su triunfo electoral, y en el inicio de su primera Presidencia, Perón empieza a definir esto que sería el diseño de una política deportiva estatal. El Estado no había sido un actor del desenvolvimiento deportivo hasta ese momento, salvo en lo que ya mencioné, de financiar la construcción de estadios de los clubes o contribuir al envío de delegaciones al extranjero. No había una política permanente, planificada, de Estado, en materia de deporte Es Perón quien la edifica. Y entonces, los grandes acontecimientos de la historia peronista a partir de su primera presidencia van en paralelo al desarrollo de políticas deportivas. Perón funda el Ministerio de Salud Pública, pone en marcha el Ministerio de Educación, y en cada una de esas áreas, por distintos motivos, aparece el deporte y la necesidad de una política deportiva planificada con miras a determinados fines. En salud, por ejemplo, dicen los viejos peronistas que fue su ministro, Ramón Carrillo, quien intervino activamente en el armado de los Torneos Infantiles Evita. Estos torneos, en los cuales jugaron miles de pibes a partir de 1948 hasta el golpe de 1955, tenían como premisa y fundamento no solo el jugar, sino que era exigencia del Estado Nacional, y de los Estados provinciales, que todos los chicos que disputaran en ellos, fuesen sometidos a un chequeo médico, como parte del control sanitario y de la revolución de Carrillo en la salud de Argentina”.[12]
             Perón, a lo largo de su vida pública, se refirió con insistencia al deporte y su relación con la educación, la salud y la vida social y cultural del pueblo, y con la creación de un nuevo argentino. “Él decía –observa el Pato- que era tan importante saber leer, escribir, las operaciones aritméticas, como saltar, correr, jugar al fútbol. Y es preocupante y llamativo que, a pesar de que Perón habló horas y horas, y hay muchos discursos sobre el tema del deporte, después el peronismo relativizó estas ideas. No aparecen claramente asumidas en la historia posterior del peronismo, especialmente después de la muerte de Perón, pese a que el deporte fue un rasgo sobresaliente en la historia del peronismo.” Ya volveremos sobre este vacío más adelante.
           Efectivamente, el decreto 25136 de 1949 establece en la órbita del Ministerio de Educación al Consejo Nacional de Educación Física, para abordar sistemáticamente las prácticas deportivas como parte de la educación del pueblo. Al año siguiente, por decreto 18773 se concede a los deportistas que trabajaban en la Administración Pública Nacional licencia laboral para intervenir en la preseleccion, selección y competencias de los Juegos Panamericanos.  En 1952, en el contexto del Segundo Plan Quinquenal, se incluye entre sus objetivos expresamente al deporte como herramienta para contribuir a la elevación del bienestar y la cultura general del pueblo. En 1954 el decreto 18678 asigna al Ministerio de Educación la dirección integral de la Educación Física y otorga, como misión concurrente, a la Confederación Argentina de Deportes, la dirección de los mismos. Hay una política y una preocupación constante del primer peronismo por poner al deporte como uno de los pilares de la vida social, la salud y la educación del pueblo. [13]
              -La acción de Perón en materia deportiva -dice el Pato-  se basó  en dos terrenos hasta ese momento separados: el fomento del alto rendimiento y la expansión del deporte social. No era solo la idea de la competencia por el éxito, por la exaltación del héroe deportivo, sino que era un estímulo de evolución social. Por eso se fomentaba el deporte en todos los ámbitos sociales. Entre los niños y jóvenes, pero también campeonatos intersindicales, de las fuerzas armadas, estudiantiles, universitarios.
                "En cuanto a la alta competencia, la continua preocupación de Perón  tuvo rápidos frutos - observa el Pato: En 1948, con la reanudación de los Juegos Olímpicos al concluir la Guerra, Argentina envía una importante delegación (la más numerosa hasta entonces: 242 atletas) a los Juegos de Londres. Y no solo fue la más numerosa sino también la más exitosa: ganó 3 medallas de oro, 3 de plata, y 1 de bronce”. ( Para medir el éxito comparado con intervenciones recientes, hay que tener en cuenta que la cantidad de disciplinas en las que se competía era mucho menor que en la actualidad y había menos medallas en disputa.)
               A muchos de los deportistas que tenían trabajos en el Estado un decreto especial los eximía de obligaciones laborales para que pudieran entrenar. Delfo Cabrera, el gran maratonista,  aspiraba a ser el sucesor de Juan Carlos Zabala: “Laburaba de recolector de residuos, y dicen que se entrenaba con su mismo trabajo, corriendo junto al camión y arrojando tachos, hasta que Perón un día le dice: “Mire, si usted quiere, siga entrenándose con los tachos de basura, pero si prefiere dedicarse solo al deporte, corra y entrénese por su cuenta”. Perón se comprometió a ayudarlo. Y bueno, Delfo Cabrera gana en 1948 la medalla de oro, en la más tradicional de las pruebas del atletismo. Y, además, fue una prueba impresionante. Entran en Wembley, al estadio, después de los 42 km, a dar la vuelta final. El corredor que ingresa punteando la competencia, Etienne Gailly,  se venía cayendo, y Delfo le metió un envión y lo choreó… ¡Le sacó media vuelta!… Dicen que fue una cosa impresionante, y que Perón le envió desde acá, inmediatamente, un telegrama de felicitaciones. Y Delfo, por supuesto, era un enorme peronista. En quinto y séptimo lugar de ese mismo maratón entraron otros dos argentinos: Eusebio Guiñes y Armando Cencini.
            En esos mismos Juegos participó también un pibe mendocino, chiquitito, peso mosca, muy batallador: Pascual Pérez, quien después fue un gran peronista como Delfo, y tambien ganó la medalla olímpica, allá en Londres. Otro boxeador, peso pesado, Rafael Iglesias, obtuvo asimismo medalla olímpica para Argentina.            Y en distintos Juegos de aquellos años, a nivel mundial o Panamericano, tuvo participación muy destacada una mujer que conocimos cuando fui Secretario de Deporte, llamada Noemí Simonetto, muy peronista también, gran atleta, obteniendo diversas medallas en posta 4x100, salto en largo, 80 metros con valla, y 100 metros llanos. Siendo yo Secretario de Deportes de la Nación, esta mujer, ya grande, me insistía permanentemente con la propuesta de que a todos los ganadores de medallas olímpicas el Estado argentino debía darles una pensión vitalicia. Y tanto nos jorobó (y además tenía razón) que terminó siendo aprobada su iniciativa. Hace poco murió, Noemí…
                 La Federación Internacional de Básquet, ya fundada entonces, estaba pensando en hacer el primer torneo mundial. No se ponían de acuerdo. Los países centrales estaban absorbidos por el esfuerzo bélico, o por la reconstrucción una vez terminada la guerra.  Y Perón, con perspicacia y sentido de la oportunidad, postuló como sede la Argentina. El Estado argentino se comprometió a organizar la infraestructura para llevar a cabo esa competencia: en 1950 se concreta en nuestro país el Primer Campeonato Mundial, y lo gana la Argentina. “El triunfo en la final frente a Estados Unidos –recuerda el pato-, fue conocido como la “noche de las antorchas”, porque parece que después de haberles ganado a los yanquis en el Luna Park, miles de personas encendieron antorchas festejando. Acoto que el técnico del equipo campeón fue Oscar Canavesi, que varias décadas después colaboró activamente con nosotros en la Secretaría de Deportes y en la organización del Mundial de Basquet de 1990 que nos tocó llevar a cabo”.
              En 1951 hubo otro hito deportivo. Ya el Comité Olímpico Internacional propiciaba que, además de los  Juegos Olímpicos mundiales, hubiera juegos continentales. En Europa se habían puesto en marcha los juegos europeos, y en América había que hacer lo propio con los Panamericanos. “Aprovechando los desacuerdos de los distintos países, Perón los trae para Argentina en 1951. Fueron los primeros Juegos Panamericanos de la historia, que también ganó Argentina, siendo local. La maratón de los Juegos Panamericanos del 51, que se corrió en parte por General Paz, fue impresionante por la gran cantidad de gente que se acercó a ver a Delfo Cabrera, quien ganó, y creo que fue segundo Reynaldo Gorno. Este último, ¡otro peronista inmenso!, me obsequió hace unos años un ejemplar del libro de Perón ilustrado del Plan Quinquenal.”
              Ese año se termina de construir la cancha de Racing (tricampeón en los años 1949, 1950 y 1951), financiada por el Estado con la intervención del presidente de ese club y Ministro de Hacienda Ramón Cereijo, de donde proviene el mito –falaz- de que Perón era hincha de Racing. “La flamante cancha de Racing fue sede del inicio de los juegos y de la finalización. En la ceremonia final quien habla no es Perón sino Evita. ¡Fue un discurso bárbaro! Lo tengo por ahí. Despidiendo a todos los hombres de América, e invitándolos a regresar a esta tierra donde se estaba construyendo una Argentina nueva. Impresionante. Con motivo de esos Juegos, además del estadio de Racing, se hizo el Centro Deportivo Ezeiza, donde se hospedaron las delegaciones, y que nosotros, cuando estuvimos en la Secretaría de Deporte, restauramos; y el velódromo municipal, éste último con una deficiencia de medida, inferior al requerimiento olímpico, por lo cual después cayó en desuso. También se ejecutó la restauración del Luna Park, según me solía contar su dueño, Tito Lecture. El Luna Park había sido construido en el año 1932/1933, por Pace y Lecture, éste último era un tío de Tito, y fue un hito en la historia del deporte y el arte argentino, que sirvió de escenario tanto a enormes conciertos, obras de teatro, música popular, como a esas memorables noches de sábado con carteleras de boxeo que paralizaban al país y contribuían a la formación de la cultura de nuestro pueblo; y para el Mundial de Básquet y los Panamericanos se acondicionó. Nosotros lo volvimos a restaurar, en 1990, para el Mundial de Básquet de ese año, bajo la presidencia de Menem.
              En el año 1952 hay una nueva participación de Argentina en los Juegos Olímpicos de Helsinki, Finlandia. Otra numerosa delegación, pero con menos triunfos que en el ’48. “Allí participó también Delfo Cabrera, en la maratón, pero salió sexto. Y destacó otro argentino, enorme peronista también: Reynaldo Gorno, quien salió segundo detrás de uno de los grandes atletas de todos los tiempos, el checoslovaco Emil Zatopek. Ese año Argentina ganó una medalla de oro en remo, doble par, con Tranquilo Capozzo, un tano nacionalizado argentino que nosotros conocimos, y Eduardo Guerrero, quien participó activamente conmigo en la Secretaría como militante deportivo peronista. Esa medalla fue la última que ganó nuestro país hasta el año 2004. Estuvimos cincuenta y dos años sin ganar medallas de oro, como evidencia de un despropósito nacional de los tantos que padecimos, una falta de políticas deportivas. Esto me lo han reconocido grandes deportistas que no fueron peronistas, como Enrique Morea, uno de los ganadores de medallas de oro en los Juegos Panamericanos de 1951. Yo hablé con él, sobre el Estado en el deporte, y me dijo que, aun no comulgando con el peronismo, era absolutamente consciente de la importancia que tuvo Perón para el deporte”.  

CONTINUARÁ CON PERON Y EL AUTOMOVILISMO EL BOXEO Y EL FUTBOL...




[1] PERON, Juan D. "Discurso del general Perón al recibir a los hermanos Gálvez en el Salón Blanco", 2 de agosto de 1951. Discursos. Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, Dirección General de Prensa. Comisión Bicameral de Homenaje Bibliográfico al Tte. Gral. Juan D. Perón.
[2] Ver Page, Joseph, “Perón. Una biografía”, nueva edición, Sudamericana, 2014.

[3] Ibidem.

[4] Ibidem.

[5] Ver encuentro de alpinistas franceses con Perón narrado en: Despasse, Louis, "El asalto al Fitz Roy", Peuser, Buenos Aires, 1953.

[6] 14 de septiembre de 1923.
[7] Ingeniero agrónomo y boxeador amateur, más tarde fundador del San Isidro Club; su hijo –amigo personal de Galmarini- fue un gran jugador de rugby que participó del partido fundacional de Los Pumas en 1965, en Sudáfrica.
[8] Apodado “El Ñandú criollo”, nació en Rosario el11 de octubre de 1911 y falleció en Buenos Aires el 24 de enero de 1983. Además del atletismo, practicó básquet, futbol y natación.  Huérfano criado en el Reformatorio de Marcos Paz, su infancia inspiró en 1939 el film “Y mañana serán hombres”,  de Carlos Borcosque.
[9] Además de obtener la medalla de plata, igualó el récord olímpico. No pudo tomar revancha del segundo puesto a causa de la Segunda Guerra Mundial. Fue promotora del deporte femenino en el país.

[10] El GOU, “Grupo de Oficiales Unidos” ​ o “Grupo Obra de Unificación” –pues no se conoce con certeza el significado de la sigla- era una organización secreta creada  en el seno del Ejército el 10 de marzo de 1943, que articuló las acciones para la Revolución del 4 de junio de  1943, con el objeto de remover al presidente Castillo, mantener la neutralidad en la Guerra e impedir el arribo a la presidencia de la Nación del político y terrateniente salteño ultraconservador Robustiano Patrón Costas. Perón fue claramente uno de los principales cerebros de este grupo.

[11] El general Ducó (1901-1964) fue presidente de Huracán en 1949 y 1952-1954 e impulsó la construcción del estadio del club.   
[12] El decreto 32.912 de 1948 -el cual se gesta en la órbita de la Secretaría de Salud Pública encabezada por Carrillo- establecía la obligatoriedad del examen médico pre-competitivo. Ese decreto fue el preludio de los Juegos Deportivos Evita, que conjugaban la actividad física con los controles de salud y la detección precoz de enfermedades. También se sostiene que Perón habría emepzado a observar el síntoma de la injusticia social en el estado de salud de los conscriptos, desnutrición, enfermedades endémicas, etc. Eso, tal vez, haya tenido influencia en su preocupación por el estado físico de la juventud.

[13] El Pato agrega: “Hubo un colaborador de Perón, esgrimista y amigo personal, Rodolfo Valenzuela, quien se desempeñaba como Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y que paralelamente ejercía la presidencia de la CAD-COA (Confederación Argentina de Deportes- Comité Olímpico Argentino), que tuvo mucha incidencia en la implementación de estas políticas”.